Opinión

Cocina gallega

Como era de esperar, la tecnología al servicio de la comunicación, y la tan mentada globalización nos convierten en habitantes de una aldea virtual que no se conocen entre ellos, ni se entienden cual obreros de la mítica Torre de Babel. Coincidieron en pocos días algunos españolitos, de paso, o recién llegados a la Argentina, en acercase a Morriña.
Como era de esperar, la tecnología al servicio de la comunicación, y la tan mentada globalización nos convierten en habitantes de una aldea virtual que no se conocen entre ellos, ni se entienden cual obreros de la mítica Torre de Babel.
Coincidieron en pocos días algunos españolitos, de paso, o recién llegados a la Argentina, en acercase a Morriña. Tres jóvenes profesionales, una madrileña, una catalana y un natural de Vigo. Es casi entendible, sin justificarlo, que tanto madrileña como catalana se sorprendieran con las fotografías de los emigrantes, la bandera de Galicia, algunos objetos antiguos, libros que se encuentran en el restaurante, aunque como españolas deberían conocer la historia de una de las tres nacionalidades históricas de España; pero lo más sorprendente es que el gallego, un joven profesional de unos 35 años, tampoco estuviera enterado de ciertos detalles de la emigración masiva que sufrió nuestro país en  los cien años que van de 1860 a 1960, no reconociera un cartel con la caricatura de Castelao, ni una de las últimas fotografías que tomara Paco Lores de Arturo Cuadrado precisamente en el Puerto de Vigo, fotografía que también decora las paredes de Morriña y sirve de pretexto para recordar al poeta  cuando alguien pregunta quien es el ‘señor de la fotografía’ como hizo el joven mencionado que, por supuesto, nunca había oído hablar de Cuadrado ni de Blanco Amor ni de Lorenzo Varela; tampoco sabía que nuestro himno se cantó por primera vez en La Habana.
Aproveché para regalarle un ejemplar de Gavieiro, hablarle del Colegio Santiago Apóstol y reseñar la gran obra de los emigrantes en el país del Plata, así como la importancia del apoyo económico y cultural de la colectividad a una tierra abandonada de la mano de Dios y la voluntad de uno de sus hijos devenido Dictador. En fin, por suerte cuando llegaron los integrantes de ‘Os Toliños’ que amenizan todos los sábados las cenas en nuestra casa, pareció reconocer algunos de los temas, ¡enhorabuena! , y añorar a sus amigos que seguramente andarían de copas por las calles de Vigo.
También conversó conmigo un cocinero madrileño que, contra la corriente, está buscando trabajo en Buenos Aires. Se desempeñó profesionalmente en varios establecimientos de renombre, y está al tanto de los experimentos de Adriá; también lee libros de los grandes cocineros vascos. Pero, de Galicia nada. Ni una referencia, apenas algún comentario sobre el prestigioso pulpo. Hablé ante un ‘extranjero’ de la Catedral de Santiago, el Pórtico de la Gloria, Mestre Mateo, el aguardiente de orujo, la queimada, el conxuro, la Costa de la Muerte, Rosalía de Castro y las características de nuestras empanadas. Evidentemente, la historia y el presente de Galicia no están entre los conocimientos del colega vecino de la Gran Vía.
Habrá que trabajar, y mucho, para que nuestros jóvenes no pierdan el rumbo deslumbrados por las estrellas europeas y presten atención a la extensa geografía de su país, que alcanza muchos Finisterres por obra y gracia de los miles de emigrantes diseminados por el mundo. En los distintos niveles de la educación se le debe prestar atención a la emigración, no como fenómeno curioso, si no como fuente de conocimiento e inspiración para no repetir errores del pasado y construir un país fuerte económicamente, diverso en lo cultural, justo en lo social.
Los gallegos radicados en el exterior necesitamos información para conocer la actualidad de Galicia, sus empresas, sus requerimientos de empleo, sus artistas y escritores, los planes de estudio de sus Universidades, becas y concursos. Queremos sepultar para siempre tópicos que nada tienen que ver con esta Galicia que nos puede enorgullecer si nos reconoce como hijos. Pero a su vez, los gallegos que viven en el territorio de la Comunidad Autónoma tienen la obligación de interesarse en la realidad de los países con grandes comunidades de paisanos, en las empresas regenteadas por conciudadanos o sus descendientes, en las oportunidades de negocios, en los artistas y escritores que crean en la diáspora sin olvidar la cultura y la lengua de origen, pero con la perspectiva que dan miles de kilómetros de distancia con la casa natal, los ríos, las fuentes, los montes, el silencio poblado de trasgos amables, familiares.
Ingredientes de croquetas de grelos al ajo: 500 gramos de grelos tiernos / 250 gramos de papas / 2 dientes de ajo / harina / aceite de oliva
Preparación: Cocer las papas enteras y los grelos en agua con sal. Escurrir bien los grelos y picarlos muy menudos o procesarlos. Hacer un puré con las papas procurando que quede espeso y firme, aunque sin grumos. En un bol mezclar muy bien los grelos y el puré de papas. Si está muy espeso se puede añadir un poco del caldo de cocción de los grelos o un chorrito de crema. Dejar enfriar.
Con ayuda de una cuchara formar bolitas con la pasta, pasarlas por harina y dorarlas en el aceite. Escurrir sobre papel absorbente y ponerlas en el plato de servicio. En un poco de aceite dorar los ajos fileteados en delgadas láminas, procurando que no se quemen y echar sobre las croquetas.