Opinión

Cocina gallega

En el Mes de Galicia, los que por diversas circunstancias estamos lejos debemos reflexionar sobre nuestra Patria, las obligaciones que tenemos hacia ella y los derechos naturales que debemos defender. Cada tiempo impone diferentes opciones a la hora de sembrar.
En el Mes de Galicia, los que por diversas circunstancias estamos lejos debemos reflexionar sobre nuestra Patria, las obligaciones que tenemos hacia ella y los derechos naturales que debemos defender. Cada tiempo impone diferentes opciones a la hora de sembrar.
El presidente del Consello da Cultura Galega, en el prólogo del catálogo de la exposición temática ‘Nós Mesmos’, que por estos días se puede visitar en la sede de la Delegación de la Xunta de Galicia en Buenos Aires, dice, refiriéndose al asociacionismo gallego en la emigración: “Entre 1907 y 1912, además de los grandes centros, se fueron constituyendo muchas otras asociaciones que hicieron del asociacionismo étnico una vasta red de micro sociedades, que fue uno de los trazos más singulares de la emigración gallega en el contexto de las colectividades emigrantes de origen europeo en América. Que las sociedades tuviesen una dimensión parroquial o comarcal, con su ostentoso encabezamiento de ‘Hijos de’ o ‘Naturales de’, fue una de las grandes contribuciones no sólo a la organización de los gallegos en el exterior, sino también para la formación de la identidad gallega en la tierra de origen. Porque muchas de esas asociaciones lo que estaban haciendo era una reconstrucción, en el Caribe o en el Plata, de una comunidad de origen, evitando así una ruptura brusca con la comunidad natural de la que procedían los emigrantes”.
Sin duda nuestros ancestros, labradores sin tierra, marineros sin barca, muchos de ellos iletrados y pobres de toda pobreza, fueron visionarios y sabios en sus decisiones. Arrojaron la simiente en la tierra más fértil, la red en las aguas propicias; construyeron sus casas con la piedra eterna, guardaron la cosecha en hórreos invisibles como legado y mandato para sus descendientes.
Gracias a ellos, a su esfuerzo e inteligencia, se mantuvo viva la cultura gallega en el mundo, no se cortaron los vínculos con la Patria; se benefició económicamente a una Galicia territorial empobrecida.
Hace un siglo era indispensable el mutualismo y la recreación social, para amparar, contener emocionalmente y proteger los intereses de los emigrantes que llegaban a un medio extraño, en tanto diferente hostil, a pesar de la hospitalidad de los países de acogida.
Hoy tenemos otra tarea, por un lado preservar el enorme patrimonio cultural y edilicio que representan las cientos de asociaciones en la diáspora; por el otro, encarar un futuro sin emigración. Ya no seremos emigrantes, sino ciudadanos en el exterior de pleno derecho. Por número de habitantes, todos juntos, constituimos una quinta provincia con peso propio y fuerte identidad. No un apéndice, sino parte importante del territorio de nuestro país.
Esta particular situación coloca a Galicia en una posición de privilegio respecto a otras Comunidades Autonómicas españolas, al extender sus fronteras hasta los rincones más alejados del planeta. Cualquier empresa gallega tiene embajadores naturales en Europa, EE UU, Centroamérica, Mercosur, Asia, África; todos los gallegos se podrán desplazar con la seguridad de encontrar un paisano que los va a recibir con los brazos abiertos.
Se impone, entonces, crear nuevas herramientas que faciliten la cooperación económica y cultural entre Galicia y los cientos de miles de sus hijos radicados en el exterior; canales de información que ayuden a tomar decisiones y concretar inversiones. Debemos conocernos más. Desde Galicia territorial no pensar en la emigración como materia de estudios etnográficos, objetos de museo, historia para archivar; en el exterior enterarse que la Galicia tópica y la aldea bucólica sólo vive en la morriña de los mayores; de entre las piedras centenarias surgió una Comunidad Autonómica económicamente fuerte (al margen de crisis coyunturales), diversificada, con vocación para expandirse y ganar nuevos mercados.
Tenemos los ingredientes para cocinar y disfrutar una gran oportunidad histórica. Sigamos el ejemplo de aquellos valientes que surcaron los mares, hacinados en los barcos, mirando de frente, desafiantes, el futuro incierto. Ni más ni menos que este presente que nos enorgullece como integrantes de una de las colectividades que mejor supo integrarse al país de acogida sin perder su identidad ni cortar lazos con la Patria de origen.
Ingredientes-Albóndigas con macarrones: 300 gramos de carne de cerdo picada/ 300 gramos de carne de ternera picada/ 1 cebolla/ 2 huevos/ 400 gramos de macarrones/ 500 gramos de salsa de tomate/ 2 ajos/ 50 gramos de queso rallado/ Miga de pan/ Sal/ Orégano/ Pimienta/ Harina/ Aceite.
Preparación: Picar la cebolla y rehogar. Separar dos cucharadas de esta cebolla, y hacer un fondo junto con el ajo picado, echar la salsa de tomate e incorporar una cucharada de orégano, dejar cocer a fuego lento.
Poner las carnes en un bol, salpimentar. Añadir el resto de la cebolla rehogada, la miga de pan desmenuzada, un chorrito de leche; batir los huevos, mezclar con la carne hasta formar una masa. Hacer unas bolas pequeñas, pasarlas por la harina y dorarlas en aceite. Ponerlas sobre papel absorbente, y luego incorporarlas a la salsa de tomate. Seguir la cocción a fuego lento.
Aparte, cocer los macarrones en agua con sal. Cuando estén al dente, cortar la cocción con un chorro de agua fría y escurrir en el colapastas. Poner la pasta en una fuente de horno, añadir las albóndigas con tomate. Mezclar. Espolvorear el queso rallado por encima y gratinar en el horno caliente.