Opinión

CK y Repsol-YPF

El revuelo causado en España por la decisión de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner (CK) de nacionalizar la empresa energética Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), que contaba hasta ahora con un 51 por ciento de capital de la empresa española Repsol, deja algunas lecciones interesantes sobre la implicación de las inversiones españolas en Iberoamérica y el actual momento político que vive la
El revuelo causado en España por la decisión de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner (CK) de nacionalizar la empresa energética Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), que contaba hasta ahora con un 51 por ciento de capital de la empresa española Repsol, deja algunas lecciones interesantes sobre la implicación de las inversiones españolas en Iberoamérica y el actual momento político que vive la región.
La crisis entre los gobiernos de España y Argentina, que igualmente se traduce en una posible apertura de sanciones comerciales europeas al país sudamericano, se está enfocando no sólo en el pago de las indemnizaciones (que CK promete pagar) sino en el efecto que esta decisión tendrá en otros países iberoamericanos con fuertes inversiones españolas, como Venezuela o Perú. Así lo han hecho palpables las declaraciones del presidente del gobierno español Mariano Rajoy Brey.
Las críticas a CK desde la prensa española se enfocan en acusarla de ‘tapar’ la crisis económica argentina con esta nacionalización con miras de ‘expropiación’ y ‘robo’. Pueden, obviamente, existir diversas opiniones y razones sobre las razones de la presidenta argentina y los manejos de poder en la Casa Rosada de Buenos Aires. Pero sería interesante ofrecer una visión más plural y menos convencional.
El aluvión de inversiones de multinacionales españolas en Iberoamérica comenzó a comienzos de la década de 1990, en pleno auge de la globalización neoliberal que de algún modo ha contribuido con la crisis económica actual. Era, por tanto, la privatización un credo imperante en aras de fomentar la inserción global de estos países.
La privatización de empresas públicas en Brasil, Argentina, Perú, Venezuela, México, etc, que recayó en manos de multinacionales españolas, fue más bien posible gracias a la red de amistades políticas de los sucesivos gobiernos españoles de Felipe González Márquez o de José María Aznar López, con presidentes iberoamericanos como Carlos Andrés Pérez Rodríguez, Carlos Saúl Menem, Fernando Collor de Melo, Alberto Fujimori o Carlos Salinas de Gortari, entre otros, cuyo rasgo de similitud en algunos de ellos es que han sido enjuiciados por corrupción y hasta violación de derechos humanos. Relaciones “de Estado”, ampliadas a magnates empresariales como Carlos Slim o el Grupo Cisneros, y que han sido escrupulosamente respetadas por los sucesivos gobiernos en Madrid e Iberoamérica.
El cambio político hacia diversas variantes y tendencias de la izquierda experimentado por Iberoamérica en la última década, de la cual la Argentina de los Kirchner es un ejemplo palpable, permitió la recuperación del papel del Estado en la vida pública nacional cuando, curiosamente, dos décadas antes había sido vilipendiado. Se pueden criticar las formas de CK y de otros presidentes latinoamericanos, pero las nacionalizaciones de estas empresas en manos privadas pueden suponer una crítica política a como se hicieron las cosas en estas dos últimas décadas.
Es probable que la fricción actual entre España y Argentina se reproduzca en otros contextos y latitudes iberoamericanas. Pero puede, igualmente, obligar a una reformulación de las relaciones y prioridades entre Europa e Iberoamérica. En esto, la crisis CK-Repsol-YPF puede constituir un ejemplo sintomático.