Opinión

Los cambios sociales, la mujer y la máquina de escribir

Durante las primeras décadas del siglo XX el diseño de las máquinas de escribir progresivamente se va ‘estandarizando’. Se trataba de circunstancias y expectantes evoluciones de progreso, hasta el extremo de que, en su época de nacimiento, podríamos decir que la máquina de escribir se vio opacada por otros inventos e insólitos descubrimientos.
Los cambios sociales, la mujer y la máquina de escribir
Durante las primeras décadas del siglo XX el diseño de las máquinas de escribir progresivamente se va ‘estandarizando’. Se trataba de circunstancias y expectantes evoluciones de progreso, hasta el extremo de que, en su época de nacimiento, podríamos decir que la máquina de escribir se vio opacada por otros inventos e insólitos descubrimientos. Tanto en el ámbito de la industria y la ingeniería como en las ciencias, caso de la Medicina. “Hablamos de los decimonónicos años 70, justo después de la Guerra Civil norteamericana y la muerte violenta de Abraham Lincoln. En Europa finalizaba la guerra franco-prusiana e Inglaterra dominaba desde el punto de vista industrial sobre otros lugares como Alemania o América, de dominio “agrícola”, escriben David Barro y Alfredo Sirvent en el impar ‘Libro-Catálogo’ editado por la ‘Xunta de Galicia’ acerca de ‘La historia escrita a máquina’, la singular Exposición de la ‘Colección Sirvent’.
Fuera de toda duda está que la máquina de escribir en cierta medida “revoluciona” el mundo del comercio, además de la vida política y la completa administración, puesto que la capacidad mecánica de la escritura concede máxima agilidad en la lectura y ejecución de documentos, así como su legibilidad y su copia. Una sólida ventaja sobre la meticulosidad, si bien de enorme lentitud, de los pacientes copistas. Como es lógico, los escritores, al igual que los periodistas, se hallaron ante uno de los mayores beneficios técnicos en su labor escrita. La reproducción mecánica, desde esa perspectiva, digamos que “cambia la historia” al mismo tiempo que “la reescribe y acelera”.
“Casi sin querer, la máquina de escribir se convierte en ‘icono’ de los nuevos tiempos y con ella aparece el concepto de ‘oficina’ dentro de la industria, el mercado laboral femenino se cualifica fuera de lo doméstico y el trabajo intelectual gana un fiel aliado ejerciendo un dominio imprescindible de más de un siglo hasta la muy reciente llegada del ‘ordenador’ al universo laboral”, agregan los rigurosos especialistas David Barro y Alfredo Sirvent en el estudio monográfico anteriormente citado.
Así pues, esta noble Exposición representa una nostálgica palpitación de aquello que fue primordial y, transcurrido el tiempo, se ha transformado en minoritario, en pro del reconocimiento y homenaje. ¡Un siglo de hegemonía de la máquina de escribir! Es inevitable, por otro lado, destacar lo sustancial que ha sido para la mujer la aludida “generalización” de la máquina de escribir y de qué manera tal desarrollo implicó incontables mutaciones sociales: no olvidemos el movimiento migratorio de las granjas a la ciudad. Repasando la historia social, ya en 1881 la americana Young Women’s Christian Association –‘Asociación de Jóvenes Mujeres Cristianas’– fue una de las primeras organizaciones en ofrecer posibilidades de acceder a una carrera a las mujeres: abrió un curso para “entrenar” a futuras mecanógrafas, mientras que anteriormente solían emplearse en fábricas o tiendas, así como en el servicio doméstico o bien, apoyándose en una formación, en escuelitas en calidad de profesoras. No era, en todo caso, sino un breve curso de instrucción ofrecido por la firma Remington y Son. Mas la decisión se propagó rápidamente, de modo que se considera que, tras cinco años, habría unas 60.000 mujeres mecanografiando en “oficinas” de Estados Unidos. ¡Bellos y saudosos “carteles” y “affiches” y anuncios publicitarios protagonizados por mujeres! El sueño del “secretariado” y la “cultura del consumo”.