Opinión

Cambios en las condiciones de vida de los emigrantes españoles en Europa

Por su interés, extractamos la intervención de Josefa Castro sobre los cambios en las condiciones de vida y la situación de los emigrantes españoles mayores en Europa en las jornadas de trabajo que la Confederación Europea de Asociaciónes Españolas de Padres de Familia celebró recientemente en Madrid.
Cambios en las condiciones de vida de los emigrantes españoles en Europa

Por su interés, extractamos la intervención de Josefa Castro sobre los cambios en las condiciones de vida y la situación de los emigrantes españoles mayores en Europa en las jornadas de trabajo que la Confederación Europea de Asociaciónes Españolas de Padres de Familia celebró recientemente en Madrid.

El coletivo de mayores de 60 años en Europa es el grupo de población que más crece y que seguirá creciendo en los próximos 10 años. Ya actualmente hay más personas mayores de 60 que menores de 20. Un 16% de la población de la UE  tiene más de 65 años.
La población de nacionalidad española residente en el exterior a 1 de enero de 2009, según el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero era de 471.691, de ellas tenían 65 años y más 369.669; en Europa, excluida España, eran 99.637.
Tomando como ejemplo Alemania, que es un país representativo en cuanto a la situación de los emigrantes españoles mayores en la UE, residían en la República Federal, a finales de 2007, 14.469 españoles mayores de 65 años, aunque el número de los que reciben una pensión del Régimen General de Pensiones es más alto a causa de las prejubilaciones. Actualmente son poco más de veinte mil jubilados los que viven en este país y la mayoría de ellos no retorna. En el año 2007 habían abandonado Alemania 389 personas entre 65 y 75 años; 178, entre 75 y 85 años y 28 de 85 años o mayores, un total de 595 personas, es decir que en ese año retornaron aproximadamente el 4% de los mayores de 65 años.
La situación es semejante en Francia y en Suiza, los países europeos en que vive el mayor número de españoles. En Suiza había, hasta 2007, una ola de retorno porque los mayores querían recuperar las cotizaciones del tercer pilar de la seguridad social, que les reembolsaban si retornaban hasta una fecha determinada.
Si se juzga por las 169 fichas informativas previas al retorno recibidas entre enero y diciembre de 2008 en la Oficina del Retorno en Madrid, parece que el interés por retornar sigue decreciendo. De esas 169 fichas informativas, 61 procedían de Suiza; 44 de Francia; 37 de Holanda; 13 de Alemania; 8 de Italia; 3 de Finlandia; 2 de Dinamarca y 1 de Suecia. Teniendo en cuenta que no todos los que quieren retornar son jubilados, el número de los mayores que en ese periodo de tiempo se planteó retornar es todavía menor.
Los motivos por los que no retornan, o no lo hacen definitivamente, son múltiples:
• Por permanecer cerca de sus hijos y nietos, no con ellos, porque tras la masiva incorporación de la mujer al mundo del trabajo los modelos de convivencia han cambiado, la unidad familiar tradicional en la que convivían tres generaciones es un modelo en proceso de desaparición. Los mayores de hoy, aunque estén cerca de sus hijos, viven solos, por lo general.
• Por la atención sanitaria, porque creen que es mejor en el país en que residen que en España.
• Por el encarecimiento de la vida en España y el temor a no poder mantener con sus ingresos el nivel de vida deseado.
• Porque se sienten familiarizados con el entorno social en que viven, mientras que en los lugares donde vivían en España ya no les quedan apenas familiares ni amigos, los pueblos han cambiado, la gente ha cambiado, no conocen a las jóvenes generaciones y si retornan se sienten en esa sociedad sino extraños.


¿Cómo viven los jubilados españoles que no retornan?
Hablar de la situación de los jubilados españoles que residen en los diferentes países de Europa de forma generalizada es difícil, porque depende del nivel de vida del país en que vivan y también de las políticas nacionales de atención a las personas mayores y a los inmigrantes.
Incluso su situación individual depende de muchos factores pero, generalizando, se puede decir que, en relación a los jubilados de los países en los que residen, los emigrantes españoles mayores, al igual que los de otras nacionalidades, suelen tener:
• Pensiones más reducidas, a causa de que realizaron durante su vida laboral trabajos menos remunerados o cotizaron menos tiempo.
• Viviendas más pequeñas o peor acondicionadas, situadas, a veces, en barrios con una estructura social conflictiva, porque casi todos, cuando se instalaron, creían hacerlo de forma provisional y buscaban alquileres económicos, ya que para ellos el ahorro era un factor muy importante.
• Salud más quebrantada, consecuencia de su ocupación laboral, pues la mayoría tuvieron que realizar trabajos duros en fábricas, en la construcción, en las minas, o en industrias metalúrgicas y químicas, en las que tenían contacto con materiales nocivos para la salud.
• Son más propensos a sufrir enfermedades psicosomáticas, especialmente las mujeres (si se dedicaron a la familia tienen menos contactos y se sienten aisladas).
• Tienen menor participación social, ya que no suelen estar suficientemente integrados en las sociedades de acogida.
• Aprovechan menos las ofertas de formación orientadas a los mayores de los lugares en los que viven, lo que generalmente se debe a falta de información, a sus dificultades para comunicarse en el idioma extranjero, a que no conocen sus derechos, o al recelo causado por malas experiencias con las instituciones extranjeras.
• Corren mayor peligro de caer en la pobreza y en situaciones de exclusión social, porque a la discriminación por ser mayor, ya que vivimos en una sociedad en la que se sobrevalora la juventud, se suma discriminación por ser trabajador o trabajadora extranjeros.
• Se sienten más inseguros a causa de la actual crisis económica y temen que sus pensiones no estén aseguradas en el futuro, por lo menos no en la forma actual. La situación se agrava para los que se jubilen dentro de diez o veinte años, porque si no han hecho ahorros adicionales, lo que para la mayoría no es posible con los sueldos actuales, no podrán mantener el nivel de vida con sus pensiones estatales y serán más pobres que los jubilados de hoy.
• A veces reciben pensiones injustas, porque están mal calculadas a causa de la mala información de algunos funcionarios sobre los derechos de los jubilados extranjeros.
• El número de mayores de 65 años que ya tienen que recurrir en Alemania a “miniempleos” para mejorar sus ingresos aumentó un 40% en los últimos 5 años, en este porcentaje no se tienen en cuenta los trabajadores autónomos ni los jubilados menores de 65 años. (Datos del Ministerio de Trabajo alemán).
Pero no todo son desventajas, también tienen ventajas frente a los mayores de los países en que residen, porque se divorcian menos, disfrutan más, porque tienen un carácter más abierto, les gusta relacionarse, organizar fiestas, y encontrarse con los amigos en las asociaciones de españoles y se alimentan mejor.


Necesidades de los españoles mayores, por grupos de edad
Se calcula que hoy una persona al jubilarse tiene una media de 10 años más de vida que en generaciones anteriores. Los emigrantes españoles al llegar a la jubilación, si no padecen enfermedades, quieren disfrutar de esos años. Ya no se conforman con tener asegurada la sanidad y los gastos básicos, como hasta hace poco. En esa nueva etapa de su vida quieren viajar, aprender cosas nuevas y llevar a cabo actividades para las que durante la vida laboral no tuvieron tiempo. De hecho, el principal gasto de los emigrantes españoles mayores de hoy, aparte de la alimentación y la vivienda –si no es de su propiedad–, son los viajes, el cuidado personal y las actividades de ocio.
Aunque los españoles mayores son más reacios a realizar aprendizajes que otros europeos, algunos comienzan cursos de formación, quieren aprender a manejarse con las nuevas tecnologías, ser partícipes activos del mundo en que viven. Y bastantes, aproximadamente un 18%, se dedican al voluntariado social, como lo demuestra el mismo proyecto ‘¡Adentro!’ [que desarrolla la Confederación con ayuda del Gobierno español para la atención a los mayores].
Respondiendo a las nuevas fórmulas de comportamiento y necesidades actuales de los emigrantes españoles mayores en Europa, ‘Adentro’ les ofrece la posibilidad de formarse y aprender, para ellos mismos y para poder ayudar a otros, actuando como multiplicadores en las asociaciones.


Necesidades del colectivo
La primera necesidad que tiene el colectivo de emigrantes españoles mayores residentes en la UE es que se dé apoyo económico suficiente a las organizaciones que se ocupan de ofrecerles servicios en los lugares en los que residen, ayudas por parte de la Administración del país de origen, pero también del país de acogida.
A partir de ahí, las necesidades de atención o tutela a los emigrantes mayores habría que diferenciarlas según tres grupos de edad:
• Entre los 65 y los 75 años, suelen ser todavía personas activas y no quieren que se les marginen o encasille. La UE está apoyando iniciativas para facilitar la participación de los emigrantes mayores en la sociedad, en la economía y también en las políticas dirigidas al colectivo, así como el aprendizaje continuo.
Para los emigrantes que no retornan, una de las necesidades principales es que se les ofrezcan oportunidades para mejorar sus conocimientos en el idioma extranjero, lo que les ayudaría a superar las barreras de la integración. También sería necesario que se ofreciesen más cursos de informática porque, a través de Internet, pueden tener acceso a todas las informaciones de su interés y, además, les ayudaría a familiarizarse con la teleasistencia, la telemedicina y el ‘telebanking’, que adquieren cada vez más importancia. Saber manejar un ordenador supone también, para los que viven aislados, poder mantener los contactos con otras personas a través de la red y sentirse menos solos.
Aparte de programas formativos, los mayores necesitan ofertas culturales y de ocio, y asociaciones en las que poder relacionarse, no sólo con otros mayores, sino con personas de todas las edades, porque las ventajas y efectos positivos de las relaciones intergeneracionales es un hecho suficientemente demostrado.
• Entre los 75 y los 85 años, las necesidades comienzan a ser otras. Esta etapa de la vida suele ser una etapa de pérdidas. No sólo se pierden capacidades, es también una época de pérdidas personales: pareja, amigos. En este tiempo los mayores necesitan el apoyo de personas de confianza con las que compartir sus preocupaciones, necesitan una buena asistencia social y una buena atención sanitaria; necesitan también que se les ofrezca información sobre las opciones de atención y cuidados a las que tienen derecho, y necesitan centros de día tutelares. ‘Adentro’ forma voluntarios sociales capaces de asumir la tutela de estos mayores en los centros de día.
• A partir de los 85 años lo normal es que los mayores no sean capaces de vivir ya solos y se conviertan en dependientes. Entre el colectivo español la mayoría de los ancianos al alcanzar esta edad suele ser atendida por los hijos. Los que no pueden ser atendidos por la familia necesitan residencias donde puedan ser atendidos en su propia lengua, ya que los emigrantes, según va avanzando su edad, van orientándose cada vez más a sus orígenes étnicos y sienten más confianza y seguridad si las personas que les cuidan hablan su propia lengua.
El voluntario o voluntaria social que visita a estas personas para charlar con ellas en español y hacerles un rato de compañía cobra, en estas situaciones de dependencia, especial importancia.
Como los adelantos de la medicina y las mejores condiciones de vida nos permiten alcanzar edades más avanzadas, aumenta también el número de los enfermos de Alzheimer y otras demencias. Las necesidades de cuidados para estos enfermos no están cubiertas satisfactoriamente, por eso se está fomentando cada vez más, también por parte de los países de acogida, el voluntariado social, sin el cual sería imposible, ya en este momento, hacer frente a estas necesidades.
En países como Alemania, Suiza o Francia, se han puesto en marcha proyectos orientados a la atención de todos los emigrantes de la primera generación, para que puedan ser atendidos en los centros de salud en su propia lengua y que, a ser posible, el personal en hospitales y residencias que les atienden tengan ellos mismos un historial migratorio que facilite la comprensión de los pacientes mayores, no sólo en lo que al lenguaje se refiere.
Las personas que se forman en ‘Adentro’ están preparadas para ayudar como voluntarios en las residencias y hospitales y dar también apoyo moral a las familias de estos enfermos.


Cambios en las sociedades de acogida
Actualmente, en Europa se habla del “envejecimiento activo” que fomenta la participación de los mayores en todos los ámbitos de la vida, más allá de la edad de la jubilación. Y es que, de ser una carga para la sociedad, la generación 60 plus está pasando a ser un factor económico, porque los políticos han descubierto su potencial como consumidores, como votantes y como portadores de conocimientos y experiencia útiles a la sociedad.
Según un informe del II Foro Europeo sobre el cambio demográfico, ahora hay cuatro trabajadores activos por cada jubilado, pero en 2050 ya habría sólo dos personas trabajando por cada persona de más de 65 años.
Para afrontar este desequilibrio provocado por la inversión de la pirámide demográfica, con cada vez más jubilados que reciben una pensión y menos jóvenes que cotizan a la Seguridad Social, en la Comunidad Europea se está discutiendo la posibilidad de “democratizar” la jubilación, es decir, hacer flexible el cese de las actividades laborales para que, en contra de la tendencia anterior hacia una jubilación anticipada, el que quiera pueda seguir trabajando después de los 65 años.
En Alemania, por ejemplo, ya se está prolongando la edad de la jubilación, de forma escalonada, hasta los 67 años.


Reacción ante el incremento de jubilados extranjeros
Los países receptores de los emigrantes que llegaron para trabajar en los años 60 y 70 no habían previsto que muchos de ellos no iban a retornar a sus países de origen al jubilarse, y como no pueden negarles el derecho a decidir libremente dónde quieren envejecer, tienen que, no sólo garantizarles la asistencia sanitaria y las pensiones hasta el final de su vida, sino reconocerlos como grupo y ayudarles a integrarse.
Esa falta de previsión tiene como consecuencia que ahora tengan problemas para integrarlos en los sistemas de salud nacionales y ya se está dando el caso de que en las residencias de ancianos tienen que convivir varios mayores en la misma habitación. Podemos imaginar lo que puede significar para una anciana o anciano españoles tener que compartir habitación con personas que no hablan su lengua y tienen costumbres muy diferentes a las suyas.


Respuestas de ‘¡Adentro!’
Ya desde finales de los años noventa la UE y la Comisión Europea intentan coordinar las políticas internas de los países comunitarios dirigidas a los mayores, dejando atrás concepciones de políticas tradicionales basadas en la asistencia sanitaria y los servicios, ya que los mayores de hoy presentan otras características y tienen otras necesidades que en décadas anteriores. Se trata de promover el envejecimiento activo y la participación de los mayores en todos los ámbitos de la vida y de “facilitar a la persona mayor (emigrante o no) que pueda continuar en su medio habitual con una adecuada calidad de vida y bienestar psicosocial, facilitándole los servicios que le permitan mantenerse el mayor tiempo posible con autonomía personal”.
En los seminarios de ‘¡Adentro!’ se sigue esta línea y se prepara a los mayores para que sepan tomar con tiempo sus propias decisiones sobre  la forma en la que quieren envejecer, dónde quieren envejecer y con quién quieren envejecer.
Resumiendo se puede decir que ‘¡Adentro!’ prepara a los animadores socioculturales para dirigir actividades en las asociaciones o grupos parroquiales, respondiendo a los intereses de una generación de mayores más activa y más interesada por aprender e integrarse en las sociedades de acogida que las anteriores.
Se les prepara también para el voluntariado social en instituciones caritativas u organismos estatales responsables de la atención a los emigrantes mayores hispanohablantes en residencias y centros de día, y para dar respaldo a las familias que cuidan a personas dependientes.
Se promueve la participación  activa de los jubilados en la sociedad, se les informa de sus derechos de ciudadanía y se les ayuda a planear su futuro como jubilados.
En los últimos años, sin apartarse de la concepción del proyecto en su fase inicial, se han ido introduciendo temas nuevos en los programas de los seminarios.
Si antes se orientaban más a informar sobre los derechos sociales de los emigrantes mayores y la forma de cómo vivir bien y mantenerse sano, o cómo aprovechar mejor el tiempo libre, ahora se están abordando nuevos temas, temas que hasta hace poco eran tabú en la sociedad y en las instituciones. Se habla de la muerte, la dependencia, del testamento vital, la demencia o el maltrato a las personas mayores, temas que, por otra parte, hoy forman parte del debate público.
Su incorporación a los programas de formación no tienen sólo la función de informar, sino de poder reflexionar y debatir sobre ellos con los asistentes, otro de los aspectos interesantes de ‘¡Adentro!’, que en los grupos de trabajo la interacción es muy importante y que siempre se escucha lo que tienen que decir los participantes, pues sus experiencias y opiniones suponen un valioso complemento a las ponencias de los docentes y, de hecho, se puede aprender a veces tanto de sus aportaciones como de las ponencias.

Josefa Castro es emigrante española en Alemania, vinculada al asociacionismo,
donde ha tenido un papel activo, y corresponsal de este periódico en Alemania.