Opinión

Bond

No espere el lector de Galicia en el Mundo que le ofrezca en estas líneas una crítica de cine; seguiré martirizando con mis obsesiones políticas.
No espere el lector de Galicia en el Mundo que le ofrezca en estas líneas una crítica de cine; seguiré martirizando con mis obsesiones políticas. La última película de James Bond (una vulgaridad efectista y sin guión que se ha cargado a un personaje mítico para millones de espectadores) retrata a la perfección la complicidad de la opinión pública ‘occidental’ con los desmanes de nuestras agencias de seguridad (empezando por las de EEUU) cuando perpetran en ‘el otro mundo’ todo tipo de atentados terroristas, aquí llamadas “misiones para defender los intereses de Occidente”. Damos por hecho que lo sucedido en la pantalla del cine es incluso superado por la realidad geopolítica de las grandes potencias pero no nos importa porque no nos afecta directamente, como si ellos fueran de los nuestros. Si estos crímenes se sucedieran durante décadas en España, o estábamos todos muertos o estaríamos organizados en guerrillas para alimentar la imaginación de un guionista de Hollywood. Puesto que los humanos –y sobre todo nuestra manera de relacionarnos y aceptarnos– somos fruto de la cultura por encima de la herencia, no podemos caer en la trampa que nos ponen los grandes medios y sus jefes para simplificar sucesos como el ataque terrorista de Bombay. El odio no surge por arte de magia;  hagamos un esfuerzo por acudir a las causas de tanto resentimiento generado por siglos de arrogancia y colonialismo. Es posible cambiar nuestra cultura.