Opinión

‘Bolívar’, recuerdo de la biografía de Jorge Campos

Estoy observando el retrato de Simón Bolívar pintado en Quito por Antonio Salas en 1829. Ha pasado a la Historia, al igual que el prócer argentino José de San Martín, con el sobrenombre de ‘El Libertador’ debido a la trascendente misión que ejerció en la independencia de varias naciones sudamericanas.
‘Bolívar’, recuerdo de la biografía de Jorge Campos
Estoy observando el retrato de Simón Bolívar pintado en Quito por Antonio Salas en 1829. Ha pasado a la Historia, al igual que el prócer argentino José de San Martín, con el sobrenombre de ‘El Libertador’ debido a la trascendente misión que ejerció en la independencia de varias naciones sudamericanas. Nacido en Caracas en 1873, después de ingresar en el ejército, completó su formación en España y viajó también por Francia e Italia, donde prometió con solemne fervor ético combatir sin tregua hasta liberar a su patria del colonialismo español. Tras la vuelta a su país, participó en la proclamación de la independencia de Venezuela en 1811 así como en la expansión de los ideales independentistas a través de la América Hispana. Merced a sus brillantes victorias frente a las fuerzas coloniales españolas se aupó al liderazgo político y militar, de suerte que 1817 fue designado jefe supremo de la República de Venezuela. Dos años después tomó Bogotá y patrocinó la unión de los territorios independizados en la denominada ‘República de Colombia’. En 1821, al obtener el triunfo en la batalla de Carabobo, consolidó la independencia venezolana, a la cual siguió la liberación de Perú, Ecuador y Bolivia. Simón Bolívar intervino ya en el campo militar, ya en el de la creación de leyes constitucionales. Desde 1826 polarizó todos sus empeños en conseguir la unidad de las repúblicas recién nacidas y en abrir una completa colaboración con los demás países de la América Española, metas fundamentales, si bien frustradas, de su ideario político. Se vio obligado a hacer frente a numerosas insurrecciones y, luego de renunciar al poder, murió en la hacienda de San Pedro Alejandrino en 1830.
Una de las biografías y estudios sustanciales sobre la figura de Simón Bolívar es la escrita por Jorge Campos en ‘Biblioteca Salvat Editores’, Barcelona, 1984. “Tenía un agudo sentido del humor. Rendía culto a la amistad. Amó con pasión a Teresa y a Fanny y a Josefina y a Bernardina y a Benedicta y a tantas otras, especialmente a Manuelita”, escribe en el ‘Prólogo’ del libro, “El legado histórico de Simón Bolívar”, Manuel Pérez Vila. “Comprendía a sus compañeros de armas e ideales”, prosigue, “y sabía persuadirlos. Halló en el noble Sucre el hijo que el había negado, al parecer, la vida. Fue un pensador y un conservador notable. Tenía un don especial para el periodismo de opinión. Manejaba una prosa diáfana y relampagueante, que aún hoy atrae por lo novedoso y personal de su estilo, y cautiva por la experiencia vital y la genialidad del contenido. En su lenguaje afloran intuiciones deslumbrantes, imágenes poéticas, metáforas sorprendentes, máximas que condensan la sabiduría de un sagaz observador”.
Ante mí, un antiguo grabado de la hoy ‘Plaza de Simón Bolívar’, en Caracas. En el primer capítulo de su biografía, Jorge Campos analiza los ‘Años de formación entre Europa y América’. Después, el regreso a Venezuela y la declaración de la independencia. En el capítulo cuarto, aborda ‘De nuevo en la lucha: la ‘campaña admirable’. A continuación, ‘El salto al Continente’ y la liberación de Nueva Granada. Acto seguido, la campaña de Perú y ‘¡Victoria! ¡Victoria!’, para más adelante profundizar en los ‘Años de amargura’. El libro se cierra con una esmerada ‘Cronología’, los bienvenidos ‘Testimonios’ y la imprescindible ‘Bibliografía’. “Hombre fue aquél en realidad extraordinario”, escribió el cubano José Martí. “Vivió como entre llamas, y lo era. Ama, y lo que dice es como florón de fuego”.