Opinión

La ‘Azabachería’ y la ‘Capilla Mayor’ de la Catedral compostelana

Si ascendemos las escaleras de la Plaza de la ‘Quintana’ y a nuestra izquierda dejamos la iglesia parroquial de la ‘Corticela’, es que ya vamos camino de la cuarta plaza de la Catedral de Santiago de Compostela: la de la fachada de la ‘Azabachería’.
La ‘Azabachería’ y la ‘Capilla Mayor’ de la Catedral compostelana
Si ascendemos las escaleras de la Plaza de la ‘Quintana’ y a nuestra izquierda dejamos la iglesia parroquial de la ‘Corticela’, es que ya vamos camino de la cuarta plaza de la Catedral de Santiago de Compostela: la de la fachada de la ‘Azabachería’. La entrañable iglesia de la ‘Corticela’ –tiempo después y hasta hoy, la ‘capilla de la Corticela’, incorporada a la Catedral– acaso tuvo su génesis, como ‘oratorio’, en el siglo IX, adonde acudían los monjes de San Paio de Antealtares, en la plaza de la ‘Quintana’, incluso luego de que construyesen el monasterio de San Martín Pinario. “Actualmente es parroquia de extranjeros”, según nos indica el docto historiador Jesús Precedo Lafuente en su libro Catedral de Santiago de Compostela, Ediciones Aldeasa, Madrid, 2002.
Mas, ¿por qué fachada de la ‘Azabachería’? Recibe su nombre del gremio de ‘azabacheros’, al cual se dedicó la calle que desemboca en esta plaza Norte de la magna Basílica compostelana. Convendría recordar que, si seguimos el Codex Calixtinus –la, por así decirlo, ‘primera guía’ existente del ‘Camino de Santiago’– el antiguo nombre de esta fachada Norte era la del ‘Paraíso’ debido a las escenas históricas que nos manifiesta toda su escultura de estilo Románico. He aquí donde finalizaba el denominado ‘Camino Francés’.
Ante nosotros, sobre la fachada de la ‘Azabachería’, la primera muestra del estilo Neoclásico compostelano. Para tal proyecto trabajaron artistas como Ventura Rodríguez y Lucas Ferro Caaveiro y Clemente Fernández Sarela. Dos de ellos, Lucas Ferro y Clemente Fernández, dieron inicio a la obra; pero, a causa de algunas discrepancias, las labores se confiaron a Domingo Lois Monteagudo, discípulo de Ventura Rodríguez, el cual, al parecer, no realizó otra modificación a excepción de su iconografía. El escultor Gambino trabajó en la estatua de la Fe. Máximo Salazar llevó a cabo la de Santiago Peregrino, además de los dos reyes Alfonso III y Ordoño II, al igual que los retratos de Carlos III y de su esposa María Amalia de Sajonia.
Ya en el interior de la Catedral de Santiago, caso de haber traspasado esta Puerta de la ‘Azabachería’, la primerísima visita debe ser el ‘Altar Mayor’, en la ‘Capilla Mayor’, que fue construido sobre el sepulcro del Apóstol. Pues bien, la obra realizada por los artistas del estilo Barroco –bajo la supervisión del canónigo Vega y Verdugo– eclipsó toda la del estilo Románico, que ya había sido modificada durante los siglos XV y XVI. El baldaquino –que hubo de acomodarse al reducido espacio– es notoriamente desproporcionado, aunque no por ello rompa su hermosura y rinda pleitesía a su autor, Domingo Antonio de Andrade. En su escultura aportaron su maestría Pedro del Valle y Mateo de Prado.
Elevamos nuestros ojos y en la ‘Capilla Mayor’ contemplamos tres imágenes de Santiago: de abajo arriba, la de Santiago ‘Maestro’, obra del taller de Mateo; a continuación, las de Santiago ‘Peregrino’ y Santiago ‘Caballero’, esta última del gran artista Mateo de Prado. Digno de resalte, así pues, esta triple representación de Santiago en planos superpuestos.