Arte y emoción de España: La danza
6 de noviembre del 49
Por Ramón Suárez Picallo
La danza
Y ahí es nada, la danza en todas las tierras españolas. No sabríamos decir a ciencia cierta qué fue primero, si la danza como expresión o la música; creemos que la danza, como expresión ritmo y movimiento, vivió antes. Ya en plena Edad Media, en la época de los trovadores galaico–portugueses, fueron escritos estos versos de invitación a danzar.
“E vinde agora meniñas belidas,
das que sodes muito belidas,
a danzar sob de estas avelaneiras floridas;
E vinde agora meniñas garridas e muito gabadas
A danzar sob de estas avelaneiras granadas. (1)
La danza prima, quizá la más antigua y perfecta expresión coreográfica española aparece en Asturias, Galicia y Santander; aparece en los primeros tiempos de la Reconquista, en los festejos aún paganos de la noche de San Juan.
No te cases con herrero;
tiene mucho que lavar.
Cásate con marinero,
viene lavado de la mar.
Su más antigua tradición estética creada es quizá la dulce, rítmica y cadenciosa sardana; Aragón, celtibérica, a su vez, crea la más popular danza española, la jota, que habría de extenderse más tarde, en sus distintas variantes de tiempo y modo, al resto de la Península, y después del Descubrimiento de América, a las tierras del Nuevo Mundo.
Bailador baila con ella;
¡mira que tiene la cara igual
que la Magdalena!
Gracia soberana, en los más bellos y más hermosos compases y ritmos, difundidos, entre ellos, en la cueca chilena.
El País Vasco seguía ancestrales danzas paganas, de cintas y espadas símbolo de devoción a sus bellas y viejas leyendas. Galicia florecía, (la Molinera 2), aprendida por mozos y mozas, en el molino de origen romano, mientras esperaban el turno para la molienda. Y del monorritmo del trigo en el orificio de la rueda de moler, nació la primorosa muiñeira, bifurcada, más tarde, en seis variantes: la ribeirana, canción de desprecio y canción de injuria. Y nos queda aún la canción religiosa, también típicamente española: las cantigas e loores a la Virgen María, de Alfonso el Sabio y la ‘Salve Regina Mater’ –la más bella y popular y universal de las oraciones de la cristiandad, escrita para ser cantada por el monje gallego, San Pedro de Mezonzo– así como las ‘ladaínas’ o letanías, dedicadas también a la Virgen, representan a la canción española en la alta función de orar y en los oficios de la Semana Santa.
Que así es de rico y de lírico el patrimonio espiritual de las múltiples y variadas Españas, en las letras y en la música.
En la misma época y en las conquistadas por los moros la danza de origen árabe y deslumbrante por su belleza, especialmente en la del Califato y en los reinos españoles, de donde provienen las danzas flamencas, admiradas aún en nuestros tiempos.
(1) Y venid ahora, muchachitas hermosas/ de las que sois muy bellas/ a danzar bajo estas avellanas floridas/ Y venid ahora, muchachitas graciosas y muy apreciadas/ a danzar bajo estas avellanas granadas. (Traducción del Editor)
(2) En gallego, ‘Muiñeira’. (N. del E.)