Opinión

Algo se mueve en Europa

Pocas veces una celebración paralela de diversas elecciones en un mismo día ha catapultado una opción reaccionaria al actual contexto político en la Unión Europea (UE). El pasado domingo 6 de mayo, países como Francia, Grecia, Serbia, Alemania y Gran Bretaña celebraron diversas elecciones que configuran un eventual y nuevo mapa político europeo.
Algo se mueve en Europa
Pocas veces una celebración paralela de diversas elecciones en un mismo día ha catapultado una opción reaccionaria al actual contexto político en la Unión Europea (UE). El pasado domingo 6 de mayo, países como Francia, Grecia, Serbia, Alemania y Gran Bretaña celebraron diversas elecciones que configuran un eventual y nuevo mapa político europeo.
La victoria de François Hollande en la segunda vuelta presidencial en Francia no sólo certifica el fin de la era Sarkozy, el freno al avance de la derecha europea y el retorno del socialismo francés al Palacio del Elíseo desde 1988, sino que anuncia no menos duro revés político para la canciller alemana Ángela Merkel, la evidente ‘mano fuerte’ de la UE y que precisamente también sufrió una derrota política ese mismo día en los comicios del ‘länder’ alemán de Schleswig-Holstein a favor de los socialdemócratas.
El final del dúo ‘Merkozy’ conformado por Ángela Merkel y Nicolás Sarkozy y que tanta aprensión ha generado en Europa dará paso a una nueva ‘entente’ entre Berlín y París, donde la canciller alemana deberá tomar en consideración las críticas de Hollande sobre los actuales planes de austeridad europeos impulsados desde Berlín.
El otro golpe electoral tectónico ha sido Grecia, cuyas elecciones parlamentarias certificaron el fracaso de la ‘troika’ conformada por la UE y el FMI (Fondo Monetario Internacional) para dirigir los destinos de la atribulada economía griega, un país donde la grave crisis socioeconómica ha disparado la tasa de suicidios.
Ejemplo sintomático del ‘suicidio’ de la ‘troika’ se observa en la caída de sus aliados políticos en Atenas (la coalición entre conservadores y socialistas) a favor del ascenso de una nueva izquierda, más radical y menos dependiente de Bruselas, así como de un alarmante ascenso de la ultraderecha neonazi, xenófoba y antiinmigración. Si bien la ‘troika’ muy seguramente presionará con mayor fuerza a un país económicamente hipotecado y humillado por Bruselas y Berlín, Grecia camina hacia una atomización y fragmentación política que intensificará el conflicto social.
Con menos impacto, las elecciones presidenciales de Serbia, país periférico no miembro de la UE, se dirimirán en segunda vuelta entre un europeísta en horas bajas como el presidente Boris Tadic y al ascendente ultranacionalista Tomislav Nikolic, un político crítico con Bruselas en un país que negocia su admisión a la UE. Finalmente, los comicios municipales británicos colocaron su atención en Escocia, que consolidó la hegemonía política del Partido Nacionalista Escocés (SNP) y su opción de celebrar un referendo de carácter independentista, muy probablemente para 2014.
En clave global, estos comicios revelaron el descontento del ciudadano europeo con sus elites políticas y con la preponderancia de políticas de austeridad económica impulsada por unos mercados financieros a los que se culpabiliza de la crisis. Con diversos matices y tendencias, los europeos están reaccionando con el actual status político, demandando mayores alternativas aunque no todas ellas sean las más deseadas. El domingo 6 de mayo puede que signifique el comienzo de una nueva etapa política, no menos incierta, para la atribulada (des) Unión Europea.