Opinión

‘Las agenda de las mujeres. Viejas y libres’ de 2012

Conmigo tengo La agenda de las mujeres. Viejas y libres, editada por ‘horas y Horas’, San Cristóbal, 17, Madrid, 2011, correspondiente al calendario y almanaque del presente año 2012.
‘Las agenda de las mujeres. Viejas y libres’ de 2012
Conmigo tengo La agenda de las mujeres. Viejas y libres, editada por ‘horas y Horas’, San Cristóbal, 17, Madrid, 2011, correspondiente al calendario y almanaque del presente año 2012. Las ideas, notaciones y “divagues” responden a “las moiras”, con textos de Elena Lasheras Pérez, quien en el prefacio de la publicación se dirige a las “Queridas lectoras de la ‘Agenda” del siguiente modo: “Me jubilé y ahora estoy de vacaciones. Pero, ¿de vacaciones de qué?: de los deberes, del deber, de las obligaciones. Pero también estoy de vacaciones de las verdades aprendidas de memoria, de las respuestas correctas, de la constante buena voluntad, de las mentiras fatales, de la culpabilidad. De vacaciones del cansancio de estar en un mundo patriarcal que sigue haciendo promesas que no cumple y se toma a cambio lo mejor que una tiene”.
Entre los diversos textos del bellísimo libro de agenda nos encontramos en primer lugar con ‘El humor’ de Wislawa Szymborska (Polonia, 1923), quien en 1996 recibiera el Premio Nobel. “Primero, no me gusta hablar de poesía. Segundo, no me gusta hablar de Wislawa Szymborska, es decir, de mí. Tercero, no me gusta hablar de política. ¿Qué nos queda? Puedo hablar con ustedes de animales, de plantas, un poco del amor y un poco de la amistad”, contesta en la entrevista publicada en La Vanguardia, 2006. “Tengo muchísimos defectos, pero una virtud: la curiosidad por todo –confiesa–. Ese es mi motor. La vida es tan rica… todo está lleno de variedad”.
A continuación, leemos un fragmento de Mujeres chamán, damas iniciáticas, obra de Alice B. Toklas, que nació en EE UU en 1877 y falleció en París en 1967. Después, sobre ‘El amor’ de Ethel Smith, la escritora británica. Recordamos a Susan B. Anthony y Elisabeth Cady Stanton, las cuales fundaron en 1869 la Asociación Nacional para el Sufragio de la Mujer y el periódico Revolución en el que denunciaban las injusticias que sufrían las mujeres. Las dos tenían más de 50 años. ¿Y de qué manera podría permanecer impasible una abuela sudafricana negra, al ver a la juventud de Soweto enfrentarse a los tanques y a la policía del ‘apartheid’? Ese fue “el compromiso” de Ellen Kuzwayo. ¡Quién podría olvidar a la novelista Virginia Woolf, quien publicó su primera obra en 1915, a los 33 años! Para escribir Un cuarto propio precisó unos años más: tenía 47. Su libro más airado, no obstante, el denunciador sobre la violencia y el engaño masculino, Tres guineas, comenzó a escribirlo con más de 50 años.
Acerca de “la indignación” nos hallamos ante la obra de la novelista persa Doris Lessing, quien tenía 88 años cuando recibió el Premio Nobel de Literatura en 2007. A sus 89 años escribió sobre la guerra y sus padres Alfred y Emily. “Cuando era una niña, comía naranjas mientras leía –evoca–. Y soñaba. Sigo soñando, pero ya no como naranjas. Soy demasiado vieja para comer naranjas. Eso es hacerse vieja: no como de esto, no como de lo otro… Pero sigo leyendo mucho y soñando mucho”. Ahora rememoramos “el activismo” de la norteamericana Maggie Kuhn, que con un grupo de cinco amigas formó en la década de 1970 un movimiento al que denominó ‘Las Panteras Grises’. Tenían 65 años y estaban muy enojadas por una jubilación forzosa y una pensión que apenas les permitía vivir y sin una Seguridad Social que cubriera sus seguridades médicas, manifestándose también contra la guerra de Vietnam.