Opinión

Siguiendo la senda de ‘Os Ancares’ lucenses, ¿cómo no va a ser el otoño la estación singularmente espléndida para esta indescriptible sierra de Galicia? He ahí sus masas boscosas en feliz compañía de tonos ocres y rojizos, marrones y suaves verdes que nos convidan a una inefable melancolía o etérea ‘saudade’ galaico-portuguesa. ¿El invierno? La estación que nos entrega la visión más áspera, más bravía, cuando el ‘montañero’ goza del esfuerzo deportivo y su fatiga. También de los instantes amistosos de una distendida conversación junto con los pacíficos habitantes de esta hermosa tierra de la Europa de Occidente.

Las muchas muertes de Castelao, un tema que surge ante una pregunta que se presume inocente, y no pierde actualidad: ¿Cuántas veces debe morir un hombre o una mujer para descansar en paz? Veamos, a 12.000 kilómetros de la tierra, en el finisterre austral, territorio de la Galicia Ideal soñada por él, Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao falleció el 7 de enero de 1950, de cáncer de pulmón, en la habitación 202 del Centro Gallego de Buenos Aires (hoy, sombra de lo que fue).

Una brillante fiesta animaba la casa, de ordinario cerrada y casi lúgubre: toda la alta sociedad de la capital se hallaba invitada. Era el aniversario de Su Majestad Católica Carlos IV de España, cuya gracia y poderío atravesaban aún el Atlántico, alcanzando las playas de sus más antiguas y fieles colonias, donde, tres siglos antes, había plantado Colón el estandarte español”, escribe el historiador de origen alemán Emil Ludwig en  ‘El dandy’, primer capítulo de su libro Bolívar, Editorial Losada, Buenos Aires, 1958, tercera edición.

Nos hallamos en Os Ancares: la admirada montaña lucense así como reserva natural, etnográfica y cultural de nuestra Galicia. Contemplándolas, estas montañas de la provincia de Lugo nos remiten a muy remotos tiempos. Sabemos que hace más de 2.000 años acá habitaban tribus como la de los ‘zoelas’; asimismo, imprimieron su huella las fornidas legiones de Roma. Debido a su localización estratégica este macizo fue conquistado por el emperador Augusto. Escenario, de idéntico modo, de ‘milagros’ de índole universal, tales como el del ‘Santo Grial de O Cebreiro’. Tampoco se libró, como gran testigo, de las guerras como la ‘carlista’ o la ocupación francesa durante la guerra de la Independencia.

“A sus héroes, la nación les erige estatuas de bronce: Si es un gran soldado, cabalga en la plaza, alto, sobre el pedestal. Pero la nación quiere conocer también la psicología de su héroe, y no hay monumento capaz de mostrarla; en el héroe están todos, y cada cual encuentra en él algo de lo suyo propio. Al cabo de un siglo, cuando se ha hecho menos sonoro el eco de sus hazañas, cuando la libertad conquistada se halla fuera de peligro y el enemigo de antaño desde hace tiempo se ha tornado en amigo, entonces los móviles humanos que lo condujeron se perfilan más claramente detrás de las batallas y de las constituciones, porque los caracteres humanos se renuevan siempre y sus pasiones, sus alegrías y sus penas traen a la posteridad más enseñanzas que el relato de acontecimientos ya dejados atrás”, escribe el historiador de origen alemán Emil Ludwig en su recordada obra biográfica Bolívar. El caballero de la gloria y la libertad, editorial Losada, tercera edición, Buenos Aires, 1958.

Continuando nuestro viaje por las benditas ‘terras da Mariña lucense’, evocamos el monumento natural de ‘As Catedráis’ así como otras seductoras comarcas de Ribadeo. Ahora visitamos los municipios de Alfoz y A Pontenova, Barreiros y Burela, Cervo y Foz, Lourenzá y Mondoñedo, Riotorto y Trabada, Oural y O Valadouro, O Vicedo y Viveiro y Xove. El ‘concello’ de Barreiros –donde se enclava la sublime playa de ‘As Catedráis’– nos brinda las finísimas arenas de As Pasadas, en San Miguel de Reinante. Cercano, se halla ‘Eido Dourado’: el espacio en el cual el artista Celso Dourado expone algunas obras propias y de otros creadores. Llegamos a la playa de Lóngara, donde los deportistas practican el ‘surf’ durante todo el año. Luego seguimos por los arenales de Fontela-Valea y Coto, San Bartolo, Altar y Anguieira.

“El capitán español ordenó hacer balsas y les dio batalla. Las acciones comenzaron en el agua donde las pesadas balsas se vieron en serias dificultades frente a las canoas de ligera y rápida maniobra. Alcanzada la isla, a pesar de la tenaz resistencia de los indios enardecidos por sus líderes extranjeros, cautivaron unas trescientas ‘piezas’, salvándose muy pocos, entre ellos los holandeses y el negro, que se fugaron por las pampas hacia Buenos Aires”, describe así el singular historiador argentino Juan M. Biedma en su excepcional obra Crónica Histórica del Lago Nahuel Huapí, ediciones Del Nuevo Extremo y Caleuche, 4ª edición actualizada, Buenos Aires, 2003.

Continuando nuestro periplo por el ‘concello’ lucense de Ribadeo, llegamos al paseo del ‘Faro’, en el que se encuentra el área etnográfica de ‘O Cargadeiro’, construido en los restos del viejo cargadero desde donde se depositaba en barcos aquel mineral de hierro proveniente de ‘A Pontenova’. Era en el antiguo tren que comunicaba ‘Vilaoudriz’ y Ribadeo. Cercano, el fuerte de San Damián: una construcción del siglo XVIII alzada desde las ruinas de una similar edificación del siglo XVII. En 1809 nuevamente fue destruida y, tras muchos años, abandonada. Restaurado, al fin, en las postrimerías del siglo XX, es hoy una instalación de índole municipal que recibe diversas actividades, sobre todo exposiciones temporales de arte.

“Como vemos, los españoles venían de Chile a ‘maloquear’, forma primitiva de la voz ‘malón’ que, como otras, tomaron de los indios e incorporaron a su vocabulario. Lenz nos precisa su significado: ‘campeada’, asalto por sorpresa que daban los españoles a los indios para robar y hacer prisioneros de guerra. Los indios de paz o amigos estaban sometidos al régimen de ‘encomienda’ y no podían ser reducidos a la esclavitud, pero sí se podía convertir en esclavos a los indios de guerra”, nos explica el reconocido historiador argentino Juan M. Biedma en su insoslayable obra Crónica Histórica del Lago Nahuel Huapí, ediciones Del Nuevo Extremo y Caleuche, Buenos Aires, 4ª edición actualizada de 2003.

O neno emigrante de cinco anos na capital da República Oriental do Uruguai está moi contento neste novo lugar que non ten ningunha semellanza coa aldea de Vimianzo onde nacera. Aínda que só pasaran dous meses da chegada no ‘Cabo de Hornos’ xa case esquecera aqueles 20 días de longa singradura desde o porto da Coruña. Estou a lembrar o mes de febreiro de 1959 que foi cando sentín, no barrio de Aires Puros, que Montevideo estaba cheo de alegría. Aquel primeiro verán quedoume gravado e permanece no meu corazón. O primeiro areal ou praia que coñecín foi a do Buceo e a segunda a de Malvín.


 

El espléndido arenal de la costa de Ribadeo nos brinda su hermosura con una bandera azul e incluso una tarta que porta su nombre. Millares de viajeros nacionales y extranjeros se apropincuan hasta estos lares para observar las faenas de los marineros. Las rocas de la playa de ‘Las Catedrales’ –caprichosas geoformas del divino y cambiante héroe griego y mitológico Proteo­– resisten frente a los crudos temporales del invierno de Galicia. ¿Quién podría evitar el recuerdo de aquel período 2013-2014, cuando tuvieron lugar un sinnúmero de daños en el litoral ribadense? Algunas zonas sufrieron las impías erosiones del impetuoso mar Cantábrico.

“La construcción de estas rudimentarias embarcaciones era muy curiosa e ingeniosos los procedimientos empleados para aprovechar los recursos naturales. Al navegarlas, Diego de Rosales pudo comprobar que, a remo y a velas, con viento favorable, la piragua ‘vuela sobre la espuma sin que la ofendan las hinchadas olas. Él fue quien nos dejó una descripción bastante detallada de su construcción”, nos explica el erudito historiador argentino Juan M. Biedma en su concienzuda Crónica Histórica del Lago Nahuel Huapí, ediciones Del Nuevo Extremo y Caleuche, 4ª edición actualizada, Buenos Aires, 2003.

¿Un monumento natural? ¿Las catedrales? Estamos en la playa de ‘A Mariña’ lucense de Galicia. Uno de los enclaves más visitados de nuestra Tierra Gallega, junto con la Catedral de Santiago de Compostela y las Islas Cíes, dentro del Parque Nacional de Las Islas Atlánticas, tanto marítimo como terrestre. He aquí una playa para visitar y, a la vez, extraviarse durante unas horas: aquellas que nos da licencia el tiempo de la “bajamar”, en medio de las rocas y las grutas, los arcos y la luz y el sonido y los contrastes con que nos obsequia este jardín de magia.

“A los fundadores de la mítica ‘Ciudad de los Césares’ también se les asigna distinto origen: incas fugitivos de Almagro, náufragos de la expedición de Simón de Alcazaba, de la del obispo de Plasencia, Gutiérrez Vargas de Carvajal (1539). El grupo inicial había sido engrosado por supervivientes de las colonias ‘Nombre de Jesús’ y ‘Rey Don Felipe’ (1583), fundadas por Pedro Sarmiento de Gamboa, y fugitivos de Osorno cuando fue destruida por los indígenas en 1599”, subraya el reconocido historiador argentino Juan M. Biedma en su insoslayable y monumental obra Crónica Histórica del Lago Nahuel Huapí, ediciones Del Nuevo Extremo y Caleuche, 4ª edición actualizada, Buenos Aires, 2003.

 

Caminando por las pontevedresas tierras y aguas de Poio, aflora la pregunta: “¿Era Cristóbal Colón de origen gallego?”. La tesis de que el Gran Almirante tuvo su cuna aquí, en el ‘concello’ de Poio, no deja de ser una teoría –entre otras muchas, aparte de la de Génova, bien sostenida en el tiempo– que suma más de 100 años de historia y algunos adeptos. El investigador Celso García de la Riega, junto con otros estudiosos e historiadores, hallaron en su día diversas evidencias –la toponimia, sobre todo lo demás– que engarzan al ‘elegido’ Christophoros Columbus con las tierras de Poio desde el primer momento de su nacimiento.

Os amigos montevideanos de Alfonso Daniel Manuel Rodríguez Castelao quedaron fondamente entristecidos polo falecemento en Bos Aires do exiliado rianxeiro que trouxera ao Río da Prata o lume aceso da identidade no seu corazón. En setembro de 1950 deciden fundar un programa de radio en lembranza de quen os enchera de forza para defender un estatuto de autonomía para Galicia. Así nace ‘Sempre en Galicia’ que o vindeiro 3 de setembro celebrará a festa do seu 73 aniversario. Hai que informar que o programa emítese enteiramente en lingua galega o cal fai que sexa merecente dos maiores recoñecementos.

“Juan Fernández con certeza llegó a Nahuel Huapí y le correspondería, por consiguiente el mérito del descubrimiento del famoso lago, como capitán, en 1620. Durante muchos años este privilegio fue atribuido al capitán Diego Flórez de León, maestre de campo, caballero de la Orden de Santiago y de distinguida actuación en la conquista de Chile”, afirma el reconocido historiador argentino Juan M. Biedma en su sin par libro Crónica Histórica del Lago Nahuel Huapí, ediciones Del Nuevo Extremo y Caleuche, 4ª edición actualizada, Buenos Aires, 2003.

Nuevas identidades, identidades diluidas, tal vez no-identidades o identidades únicas, globales (¿inexistentes?), transforman la imagen en el espejo de mujeres y hombres  interpelados  por  una modernidad que se presenta incapaz de mantener vigente la historia individual y colectiva de los pueblos, sus tradiciones y costumbres, lengua, música, comida; aquello que los (nos) hace peculiares, especialmente a los (in)migrantes. La alimentación, sin duda entre otros factores, está enlazada con la identidad de un pueblo. En la historia de la Humanidad, nosotros,  los humanos, como todo animal, por principio vital e instinto buscamos sobrevivir en el medio hostil en el que nos tocó actuar, y para lograr el objetivo teníamos que  satisfacer las necesidades primarias: comer y beber; Qué, y cómo comer, fue la premisa básica en el desarrollo de los diferentes pueblos, el factor, insistimos, determinante de su identidad.

Continuando por las seductoras tierras y aguas del ‘concello’ pontevedrés de Poio, llegamos a Combarro, imprescindible visita para quien quiera conocer las ‘Rías Baixas’. ‘Mariñeira’ parroquia que atesora un acervo histórico y artístico que abarca toda la almendra de la antigua villa. Ved aquí señeros paradigmas de arquitectura popular gallega del siglo XVIII, el Siglo de las Luces.

“Villagra fue detenido en Cuyo en el invierno de 1551, luego ordenó una expedición hacia el sur. Éste fue el primer intento para buscar la fabulosa ciudad de los Césares. Las tropas de Villagra, después de soportar un sinnúmero de fatigas y perder muchos caballos, regresaron sin hallar, por supuesto, ni rastros de la misteriosa ciudad”, leemos en las páginas del admirable libro Crónica histórica del lago Nahuyel Huapí, 4ª edición actualizada en 2003, ediciones Caleuche y Del Nuevo Extremo, Buenos Aires, 2003, cuyo autor es el historiador Juan M. Biedma.