El donante fue el padre de esta niña que, desde que nació, vivía sometida a diálisis

Romina Melián, de 7 años, sale con éxito de un trasplante de riñón realizado en la Asociación Española en Uruguay

Romina Melián, de tan solo 7 años, ha salido exitosamente en 12 días de un trasplante de riñón. Su padre, Gustavo, ha sido el orgulloso donante y se encuentran ambos en perfecto estado de salud. Romina es melliza de Pamela y además tiene dos hermanos más; su madre, Ethel, ha estado prácticamente viviendo junto a ella 12 días en la sala 509 del sanatorio ‘Oscar Magurno’ de la Asociación Española.
Romina Melián, de 7 años, sale con éxito de un trasplante de riñón realizado en la Asociación Española en Uruguay
trasp-ETHEL
Ethel, madre de Romina, se mostró muy emocionada cuando se marchó a su casa con Romina ya recuperada.

Romina Melián, de tan solo 7 años, ha salido exitosamente en 12 días de un trasplante de riñón. Su padre, Gustavo, ha sido el orgulloso donante y se encuentran ambos en perfecto estado de salud. Romina es melliza de Pamela y además tiene dos hermanos más; su madre, Ethel, ha estado prácticamente viviendo junto a ella 12 días en la sala 509 del sanatorio ‘Oscar Magurno’ de la Asociación Española.

Todo el personal médico ha estado pendiente de este trasplante, dada las características de ser tan pequeña la niña y que desde que nació vivía sometida a diálisis. Afortunadamente, hoy ella está de alta gracias a la donación de un riñón de su padre y todo ha sido exitoso.

A los pocos días de nacer, los médicos descubrieron una falla en los riñones de Romina. Desde entonces, vivió sus 7 añitos conectada a un equipo de diálisis, sin el que no hubiera podido sobrevivir.

Gracias a un acuerdo celebrado entre el Instituto de Nefrología y Urología del Uruguay y la Asociación Española, Romina pudo ser trasplantada con el riñón de Gustavo, su papá, quien resultó ser compatible e hizo posible el milagro.

“Todavía no lo podemos creer”, confesó Ethel –la mamá– muy emocionada. “La recuperación de Romina es excelente y cuando lleguemos a la casa no sé qué vamos a hacer. ¡Tantos años que hemos esperado esto… me parece mentira!”.

Debido a la complejidad del caso, Romina permaneció hospitalizada y bajo estrictos controles médicos en el CTI pediátrico de la Española y se convirtió, gracias al maravilloso gesto de Gustavo (46), en una superheroína. Su papá recibió el alta médica unos días después del trasplante y Romina permaneció bajo observación un tiempo más, acompañada de Ethel.

Un sueño hecho realidad

Gustavo y Ethel son papás también de Luciano, de 19 años, Leandro, de 14, y Pamela, hermana gemela de Romina. “Todo el embarazo de las gurisas fue normal. Nunca se supo nada, hasta que a los cinco días de nacer comenzó el suplicio para Romina. Le operaron, le pusieron un catéter peritoneal y a los 8 días comenzó con la diálisis”.

Toda la familia Melián edificó el mundo alrededor de sus necesidades médicas. “Estuvimos meses internadas alejadas de casa, la vida de toda la familia era un locura, yo pasaba el día en el sanatorio junto con la hermanita Pamela. Nuestra doctora dijo entonces que lo más importante era que ella esté con su familia y eso fue providencial porque pudimos volver a casa. Entonces se instruyó a un equipo para hacer diálisis en San José, porque hasta ese momento no había existido un caso semejante”. 

En ese momento, Romina tenía 3 meses y medio. “Yo viajaba en ómnibus 30 kilómetros desde mi casa hasta el centro médico en San José, con ella y la hermanita Pamela, todos los días, para hacerle la diálisis. Pasábamos el día allá y después nos volvíamos. Mientras tanto, la abuela (mamá de Gustavo) se quedaba de noche para ayudarnos.

La espera llevó años hasta que finalmente llegó el momento en el que el trasplante se convirtió en un sueño posible para Romina y la emoción los invadió a todos. Leandro, su hermano, juega en la selección de fútbol masculino de San José y le prometió que en el partido del fin de semana le iba a dedicar un gol. Mientras Romina se recuperaba de la cirugía en Montevideo, todo el plantel hizo un cartel que decía “¡fuerza Romi!” y Leandro convirtió el único gol que anotó el equipo, ganando el partido.

La noticia se hizo viral. En las redes los mensajes de aliento se multiplicaron. Los compañeros de trabajo de Gustavo, los compañeritos de la escuela, maestras, los vecinos... La fuerza y el corazón de cientos de personas se unieron para darle aliento a Romina y a toda su familia.

Cuando por fin los doctores le dieron el alta médica, alguien le preguntó a Romina: ¿”Qué es lo primero que te gustaría hacer cuando vuelvas a tu casa?” Y ella respondió al instante “jugar con Pamela”.

A Romina le encanta ir a la escuela. Las dos hermanas asisten juntas a segundo grado y, según Ethel, son muy buenas alumnas y compañeras: “Lo que más les gusta es enseñarles a los más pequeños. Además estudia música y toca el ukelele como la maestra, Silvina”. Como son varios en la clase los interesados en aprender a tocar un instrumento, la maestra les da clases especiales, algunos con teclados y otros con cuerdas.

Lentamente, la familia Melián irá acostumbrándose a la idea de que los milagros existen. Y este, en particular, el que cambió la vida de Romina y le devolvió la esperanza, se llama “papá”.

Romina se va de alta y muestra con orgullo sus dibujos, que deja como recuerdo de su estadía en el quinto piso del sanatorio Oscar Magurno.