Opinión

La reindustrialización imposible

La reindustrialización imposible

Con el desarrollismo franquista, nótese el aspecto un poco peyorativo del desarrollo, se inició la entrada del Estado español al siglo XX. Entre 1898 y 1960 una época de dilatación del siglo XIX reinaba en España. Los astilleros, la industria vasca y catalana, el turismo y la emigración crearon el espejismo según el cual si íbamos para atrás era para coger impulso.
Pero hoy vemos que todavía quedan desiertos del siglo XIX entre esas masas de concursantes que, en la televisión española, día sí, día no, nos recuerdan que tal sea verdad que España es un barrio rico de Marruecos.
Los astilleros y gran parte de la industria se la cepilló Felipe González Márquez y el PSOE para poder entrar en la Unión Europea (UE) y no competir con la industrializada Europa. Productos lácteos y agrícolas siempre que no compitiesen con los franceses, italianos, alemanes o daneses… la lista sería interminable.
Hoy sólo es posible competir a la baja, porque con el cambio climático lo que sobra es sol en casi todas partes de Europa. Todo barato, el país, sus regiones y no-naciones, a precio de mercadillo… un país de feria. Sería imposible encontrar ciudades noreuropeas como Salou (Tarragona) o Magaluf (Mallorca).
Contaba el historiador económico Jordi Palafox Gamir que la reindustrialización española no era más que un intento de los sectores industriales de conseguir subvenciones públicas para mantener competitividad. El sector industrial pierde peso en todo el mundo a favor de los servicios. Al sector servicios no hace falta subvencionarlo… a todo el mundo le gusta el pan y el circo, la guachafita.
Una ciudad media como A Coruña (Galicia) tiene como principal actividad laboral la de camarero. La tan nombrada ‘Zara’ (Grupo Inditex) hace años que no produce casi nada en Galicia. En Galicia sólo empaquetan y reparten. Toca repensarse y no creerse que el mundo puede ser posible de cafetería en cafetería y de tienda en tienda, comprando aquello que los orientales produjeron con permiso de multinacionales que hace décadas dejaron de tener un origen cierto.