Opinión

París bien vale una misa

París bien vale una misa

El establishment europeo reza por Francia este 23 de abril. Las elecciones presidenciales francesas marcarán un nuevo pulso entre el avance del populismo de extrema derecha personificado en Marine Le Pen y su Frente Nacional, y un gris panorama de candidatos desde la derecha, donde François Fillon y Emmanuel Macron se disputan unos votos de indecisos e indignados con la política francesa.
Las encuestas vaticinan una segunda vuelta, prevista para el 7 de mayo, con Le Pen contra algunos de los otros dos. En todo caso, Le Pen ya habrá de alguna manera ganado. Será difícil reproducir en Francia un “efecto holandés” como el de las parlamentarias de mayo pasado, cuando el establishment logró frenar la presumible avanzada de la extrema derecha de Geert Wilders.
Con el Brexit ya activado hasta 2018 y presiones soberanistas desde Escocia y Cataluña, la elite europeísta no quiere aventuras peligrosas. Y Le Pen es la nueva pesadilla. Y ella no pierde el tiempo: ya se aventuró a reunirse con su aliado Vladimir Putin en Moscú mientras lanza guiños a Donald John Trump. 
Pero ante la crisis generada en Washington por la presunta conexión rusa de Trump, que ya alcanza a su propio yerno, Vladimir Putin tampoco quiere aventuras. Ve que pierde terreno en Washington y quiere ganarlo en París. Y allí la carta se llama Marine Le Pen.
El reciente atentado terrorista en San Petersburgo puede servir de persuasión política para Putin sobre la amenaza a la seguridad nacional europea, reforzando lazos con Le Pen. El elector francés tendrá la última palabra. Y Europa recordará aquella histórica frase que se le atribuye a Enrique de Borbón y de Navarra, pretendiente protestante al trono francés, quien, al convertirse al catolicismo en plenas guerras de religión europeas del siglo XVI, hizo gala de su praxis maquiavélica al declarar que “París bien vale una misa”.