El confinamiento por el coronavirus está afectando a retornados emprendedores

Náyade Bravo: “Si la crisis me empuja a cerrar, yo volvería a emprender, porque es una cuna de aprendizaje tremendo”

El parón que supone para la economía el estado de alarma decretado por el Gobierno y el confinamiento en casa para defenderse del coronarivus está afectando de un modo brutal a los negocios en general, y, de modo particular, a los emprendedores retornados que iniciaron una vida nueva en Galicia y que para nada contaban con tener que afrontar un parón de estas características. Náyade Bravo, nacida en Venezuela y retornada de Miami, se cuenta entre ellos.
Náyade Bravo: “Si la crisis me empuja a cerrar, yo volvería a emprender, porque es una cuna de aprendizaje tremendo”
10.Con marido e hija
Náyade Bravo, junto a su marido y su hija.

El parón que supone para la economía el estado de alarma decretado por el Gobierno y el confinamiento en casa para defenderse del coronarivus está afectando de un modo brutal a los negocios en general, y, de modo particular, a los emprendedores retornados que iniciaron una vida nueva en Galicia y que para nada contaban con tener que afrontar un parón de estas características. Náyade Bravo, nacida en Venezuela y retornada de Miami, se cuenta entre ellos. El negocio de producción y comercialización de productos fermentados que creó recientemente en Noia se está viendo perjudicado por las consecuencias de la pandemia precisamente ahora, en primavera, cuando empezaba a colocar sus productos en los mercados con la llegada de peregrinos al Camino y a Santiago, donde tiene los principales puntos de venta.

Después de un invierno duro, “estaba empezando a repuntar en marzo”, e incluso tenía pensado “contratar a una persona en abril para producir”, pero ahora “no lo puedo hacer”, se lamenta.

Lo que más le sorprende son los mensajes del Gobierno que, a su entender, indujeron a error a muchos empresarios, porque al principio de la crisis “decían que no era nada”, pero “yo pienso que vamos a estar un rato largo” sin poder vender. La actitud del Gobierno “ha sido ineficiente en la manera de comunicar a los empresarios”, remarca.

Esta joven empresaria, que recaló en Noia con su familia (su esposo y su hija, que ya tiene tres años, y su madre) para alejarse del ritmo estresante que le imponía la vida en Miami, se queja de las condiciones que se establecen en España para crear empresas y para contratar empleados. “Hay algunas leyes que llevan [en vigor] toda la vida que no son las que más ayudan a emprender”; “todavía falta mucha ayuda de verdad al que quiere emprender”, dice.

Lo que Náyade demanda son leyes que favorezcan el emprendimiento y la contratación, porque lo que ella quiere es “producir y vender” y no tener que estar “pendiente de ninguna ayuda”. En definitiva, menos trabas y más agilizar el mercado laboral, porque los convenios “nos dan una pauta que ni a mí ni al empleado nos convienen”, asegura, y se queja: “Es todo muy cerrado”.

Esta no es la primera vez que Náyade aborda un proyecto empresarial, aunque sí la primera vez que lo hace en España, por eso comenta: “Ya estoy acostumbrada al sube y baja” que implica tener un negocio, hasta el punto de que no le sorprenden ni le echan para atrás contratiempos como los que se están dando a nivel mundial por los efectos del coronavirus. Tanto es así, que “si la crisis me empuja a cerrar, volvería a emprender. Con la experiencia que tengo, buscaría otra cosa”, dice, porque, para esta empresaria retornada, el emprendimiento conlleva aprendizaje y el desarrollo de la empatía. Emprender “te hace más empático. Es una cuna de aprendizaje tremendo, porque un día estás a flote y otra querrías mandarlo todo al infierno”, y eso ayuda a sobreponerse, da a entender esta mujer, que se muestra muy convencida de su vocación de empresaria.

Actualmente, Náyade reside en Noia con su familia, pero no descarta trasladarse a vivir a un núcleo urbano con más alicientes, como Santiago, aunque su desempeño empresarial siga siendo en el rural. La vida en esta pequeña localidad le gusta, porque le gusta estar en contacto con la naturaleza, pero al mismo tiempo se considera una  persona de ciudad. Echa de menos ir al cine, al teatro, a conciertos, el tráfico, en definitiva, el bullicio de una urbe que no encuentra en Noia, pese a vivir en un ambiente con mucha “cordialidad”, donde “han sido muy buenos conmigo y se me ha dado mucho cariño”, asegura.