Opinión

El maní de Correa

El maní es así… llegó a decir Francisco Correa Sánchez, sin decirlo textualmente, en su declaración ante el juzgado que lo juzga por la Operación Gürtel. Explicó el modo en que los ‘empresarios’ españoles ‘engrasan’ la maquinaria de gobierno (estatal, autonómico, municipal) para que les adjudiquen obra pública, eventos, o la Fórmula 1… lo que sea.
El maní es así, quiso decir Francisco Correa, que se autodefinió como un “currante”, hijo del exilio político de su padre y no militante en las ideas del Partido Popular (PP). El error de Correa es ese, creer que no milita en esas ideas por no estar afiliado a ese partido. Sus actos, su ‘engrase’ de esa maquinaria adjudicataria de obras lo hace parte de esa monstruosa maquinaria que como tentáculos tiene el Partido Popular debajo de las piedras (mande o no mande) y que está detrás de “todo lo que se menea” en esta y en otras democracias occidentales.
Hace ya muchos años que los empresarios justifican el pago de sobornos a los políticos con capacidad de decisión basada en el sistema de lobbies estadounidense, pero esa aberración sólo puede traer un sistema político como el estadounidense, en el que una plutocracia con un exiguo porcentaje del voto de su población dirige al país pensando en hacer negocio.
Lo decía Brad Pitt en la escena final de ‘Mátalos suavemente’: “Estados Unidos no es un país… es un negocio”. Pues la España de Francisco Correa Sánchez, con sus alcaldes y presidentes autonómicos, es otro negocio. El bien público, los ciudadanos, están ahí para que con su  legitimación ‘democrática’ del voto cada cierto tiempo (y nada más) concedan esa patente de corso que todo lo puede. ¿Se puede juzgar a Francisco Correa Sánchez o tendríamos que juzgar al país?