Opinión

La OTAN de Trump

La reciente gira por Europa realizada por el presidente estadounidense Donald John Trump a mediados de julio dejó patente el estado de tensión transatlántica existente, en gran medida por la visión proteccionista del mandatario americano, pero también por la crisis de identidad en una OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) escasamente reformada para los tiempos actuales.

Trump visitó Bruselas para la cumbre atlántica, Londres para verificar el impacto del Brexit para 2019 y Helsinki para su primera cumbre directa con el presidente ruso Vladimir Putin. De las tres visitas, la única en la que tuvo sintonía fue con Putin, aunque sus consecuencias fueron desastrosas una vez regresó a Washington D.C.

Donald J. Trump no quiere que Estados Unidos de América lidere el gasto y el esfuerzo militar en la OTAN. De allí sus encontronazos con sus socios europeos, que le reclaman igualmente su benevolencia con Moscú, histórico enemigo para el atlantismo. La guerra comercial entre Estados Unidos y Europa también afloró, toda vez Trump intenta calmar los ánimos con la reciente visita a Washington del presidente de la Comisión Europa, Jean-Claude Juncker.

Pero la clave, para la OTAN probablemente, es hasta qué punto la relación cordial de Trump con Putin terminará erosionando e incluso implosionando la Alianza Atlántica. Despejando cualquier tipo de verificación sobre la presunta inherencia del espionaje ruso en las elecciones de 2016, Trump quiso quitar tensión, pero lo que hizo fue arrojar más leña al fuego. No parece, por tanto, casualidad que mientras Trump y Putin se reunían en Helsinki, en Estados Unidos se detenía a doce funcionarios rusos acusados de presunto espionaje, así como a una agente especial rusa, infiltrada en los altos cargos del Partido Republicano.

En noviembre próximo habrá elecciones para el Congreso y un tercio del Senado en Estados Unidos. El denominado ‘mid-term’ es clave para las presidenciales 2020, donde aún no se sabe si Trump optará por la reelección. Por ello, los servicios secretos y de seguridad estadounidenses están en alerta roja con Rusia. Y también la OTAN, sumida en una estructural crisis existencial hoy alarmada por la posibilidad de que Trump, presidente del líder de la OTAN, Estados Unidos, se lleve bien con Putin, el autócrata del enemigo eterno atlantista.