El cónsul general en Buenos Aires atiende una demarcación con más de 300.000 españoles

Javier Gil: “Una preocupación se ha agudizado con la pandemia: el futuro de los centros y asociaciones en Argentina”

‘Crónicas de la emigración’ entrevista en esta ocasión a Javier Gil Catalina, cónsul general de España en Buenos Aires, Argentina, un país con el que España tiene un arraigo sentimental. Son muchísimos los españoles –gallegos en un alto porcentaje– los que un día tomaron rumbo a este país del cono Sur. Algunos no pudieron regresar y otros, los afortunados, volvieron a reencontrarse con su tierra amada.
Javier Gil: “Una preocupación se ha agudizado con la pandemia: el futuro de los centros y asociaciones en Argentina”
Cónsul General de España Buenos Aires copia
Javier Gil, cónsul general de España en Buenos Aires.

‘Crónicas de la emigración’ entrevista en esta ocasión a Javier Gil Catalina, cónsul general de España en Buenos Aires, Argentina, un país con el que España tiene un arraigo sentimental. Son muchísimos los españoles –gallegos en un alto porcentaje– los que un día tomaron rumbo a este país del cono Sur. Algunos no pudieron regresar y otros, los afortunados, volvieron a reencontrarse con su tierra amada.

En Argentina, a los españoles se les llama ‘gallegos’, debido a la cifra significativa de ellos, que un día tomaron rumbo a diferentes puertos en América, ya fuera hacia Argentina, Uruguay, Chile, Cuba, México o Estados Unidos. No es por casualidad que a Buenos Aires se le denomine la quinta provincia gallega.

Quisiera recordar el libro del expresidente de la Xunta de Galicia Manuel Fraga Iribarne titulado ‘Unha Ollada dende Galicia’, dónde analiza la emigración gallega.

Pregunta.¿Podría describir sus inicios en su primera etapa como diplomático?

Respuesta.Ingresé en la carrera diplomática en 1982. Como casi todos los jóvenes, empecé mi trayectoria profesional con muchas ganas y no menos ilusión. Los tiempos que corrían eran también para España tiempos de grandes esperanzas. Estábamos empezando a construir el régimen democrático que trajo a nuestro país el periodo más largo de prosperidad y estabilidad de nuestra historia. Las promociones de diplomáticos que ingresamos por aquellos años lo hacíamos con el deseo de contribuir –modestamente, por supuesto– a poner a ‘España en su sitio’, por utilizar la expresión que da título a un libro de Fernando Morán, que fue ministro de Asuntos Exteriores con Felipe González.

El sitio de España estaba, sobre todo, en las instituciones europeas y occidentales. Políticamente, en el Consejo de Europa, organización que es baluarte de la democracia y los derechos humanos en nuestro continente, y a la que habíamos accedido ya en 1977; económicamente, en las Comunidades Europeas (que se convertirían andando el tiempo en el proyecto político de la UE), a las que nos adherimos en 1985. En el ámbito de la defensa, con el referéndum de 1986 completamos nuestro encaje en Europa confirmando nuestra participación en la OTAN.

Por lo que se refiere a mi experiencia personal, 15 años después tuve la suerte y el privilegio de participar representando a España en las negociaciones de la ampliación al Este de la Unión Europea, una de las la empresas políticas de mayor trascendencia en la construcción europea. En 2017, siendo embajador de España ante el Consejo de Europa, tuve la satisfacción de intervenir en los actos de conmemoración del aniversario de los cuarenta años de nuestra adhesión a la misma, organizando, entre otras cosas, una visita del Rey a la sede del Consejo en Estrasburgo. Recordemos que el órgano más importante del Consejo de Europa es el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

P.¿Alguna anécdota que recuerde con especial cariño?

R.En casi 40 años de carrera he tenido muchas experiencias, buenas y malas, como es natural. Me viene a la cabeza, sin embargo, quizá porque yo estaba entonces también en funciones consulares y no en un puesto diplomático, una experiencia difícil. Tal vez no estoy respondiendo exactamente a su pregunta y, desde luego, no puede decirse que recuerde ese episodio precisamente con cariño, pero sí que merece la pena evocarlo por lo mucho que aprendí de él, y no sólo profesionalmente. 

El 24 de octubre de 1989, siendo yo cónsul general en Rotterdam, la ETA me puso una bomba y me voló el coche a la puerta de mi casa en La Haya. Voló también la puerta y saltaron los cristales de todo el vecindario. Fue el primero de una serie de atentados con explosivos contra la Embajada de España y el consulado general, en los que, gracias a Dios, no hubo que lamentar daños personales.

Recuerdo que, por entonces, sentía cierta incomodidad cuando me tropezaba con el lugar común según el cual un diplomático vive escuchando el frufrú de las sedas y los taponazos del descorche del champán francés.

Discúlpeme si no he contestado exactamente a su pregunta.

P. ¿Cómo recibió la noticia cuando le comunicaron que su próximo destino era Buenos Aires?

R. Quiero decir, de entrada, que es un honor poder servir a España en Buenos Aires y a los españoles que residen en esta demarcación consular. Este Consulado General es una de las mayores oficinas con que cuenta nuestro servicio consular y la colectividad de nuestros compatriotas en Buenos Aires es probablemente la más numerosa de las españolas en el extranjero. Recibí, por lo tanto, esa comunicación a que usted se refiere con la lógica satisfacción y con el deseo de cumplir con mi deber. Añado que, como suele ser el caso en nuestro servicio exterior, Buenos Aires fue uno de los puestos que pedí.

Y ya que me pregunta por mi reacción ante el nombramiento, debo añadir que también fue de sorpresa. Cuando me dieron la noticia estaba de embajador ante el Consejo de Europa y toda mi carrera en el extranjero se había desarrollado hasta entonces en puestos europeos y/o de diplomacia multilateral. Y todo parecía indicar que iba a seguir siendo así. Pero en esta profesión hay que estar preparado para el cambio, a veces radical y repentino. Hay que saber adaptarse y disfrutar de todo lo bueno, que es mucho, que traen sorpresas como ésta.

P. Háblenos de un día en su agenda de trabajo.

R. Estamos en circunstancias excepcionales. La pandemia ha trastocado todas las rutinas. Como es sabido, en Argentina el gobierno impuso un régimen de confinamiento largo y estricto (el llamado aislamiento social preventivo y obligatorio) y el Consulado General permaneció cerrado al público para trámites ordinarios entre marzo y julio. Hubo que acostumbrarse a resolver los problemas (en especial, el regreso de los españoles “varados” en Argentina) teletrabajando, que puede llegar a ser algo estresante. La vuelta a la normalidad de la oficina no lo ha sido tanto. Antes recibía y hacía visitas, asistía a actos, pasaba muchos fines de semana acudiendo a los centros españoles. Todo eso no se ha recuperado todavía y pasará seguramente algún tiempo antes de que así sea.

P. ¿Cuál es actualmente la cifra de los españoles inscritos en el Registro de Matrícula Consular en Buenos Aires?

R. Son más de 300.000 los compatriotas que residen en esta demarcación consular. Por darle una cifra exacta, a 11 de noviembre de 2020 hay dados de alta 335.545 españoles en este registro de matrícula.

P. ¿Qué opina de la situación de la Proposición de Ley en materia de concesión de la nacionalidad española a los descendientes nacidos en el extranjero de españoles?

R. La posible aprobación de una ley que modifique lo dispuesto en el código civil sobre la nacionalidad española es un asunto del máximo interés para el servicio consular español, en especial para oficinas consulares como la que dirijo, por las enormes repercusiones que puede tener en el trabajo diario. Hay que procurar planificar con cuidado las repercusiones para que no nos desborden las solicitudes. Mucho más, en circunstancias excepcionales como las que ha traído esta pandemia. 

Sin embargo, un consulado es un órgano administrativo que se limita a aplicar las normas jurídicas dentro del ámbito de su competencia. Legislar es una atribución exclusiva de nuestros diputados y senadores. Son ellos quienes deberían contestar a esta pregunta.

P. ¿Qué opina sobre el voto rogado?

R. El voto rogado es una institución polémica, efectivamente. Aunque la justificación de la reforma del 2011 que lo introdujo era la búsqueda de mayores garantías sobre la identidad de los votantes, no cabe duda de que complica el ejercicio del derecho al voto en el extranjero por comparación con el voto en territorio nacional, que no está sometido a ese requisito. En las Cortes se han debatido fórmulas para mejorar el ejercicio del derecho al sufragio de los expatriados, sin que, por el momento, se haya aprobado un texto legislativo.

Nuestro mecanismo electoral para el voto en el extranjero se fundamenta en la idea de la “residencia ausente”, ya que la circunscripción electoral es por imperativo constitucional la provincia (art. 68, 2 de la CE). No puede haber, por tanto, como en otros países, una circunscripción electoral específica para los residentes en el extranjero. Esto crea notables dificultades prácticas. Hay que poner a disposición de los votantes en unas elecciones generales las papeletas de todas las listas que se presentan en cada provincia. El voto por correo depende, además, del buen funcionamiento de los servicios de correos de los países de residencia. Las demarcaciones consulares son demasiado extensas para arbitrar un sistema exclusivo de voto en urna. En otras, como la de este consulado general, habría demasiados votantes para un solo ‘colegio electoral’.

Estos son algunos de los problemas que plantea el voto en el extranjero, y la necesidad de rogar el voto los complica aún más. El resultado es que el porcentaje de compatriotas que ejercen su derecho al voto en el extranjero es muy reducido. A partir de la reforma, los índices de participación, que se movían entre el 20 y el 30%, han caído a cotas del 4%. Posiblemente la solución vendrá en el futuro con el uso seguro de las tecnologías de la información en el ámbito electoral. Entretanto, estaremos pendientes de las novedades legislativas que pueda haber.

En todo caso el Ministerio de Asuntos Exteriores ha venido apoyando, por las razones que he expuesto, todos los intentos de reforma del artículo 75 de la LOREG para eliminar el trámite del ruego.

P. ¿Qué protocolo de actuación están tomando desde el Consulado General, para la atención al público debido al Covid-19?

R. El Consulado General ha cumplido en todo momento, desde el inicio de la pandemia en el mes de marzo, las instrucciones que ha recibido en esta materia de las autoridades españolas y ha seguido también escrupulosamente las consignas que ha impartido el gobierno argentino.

Así, entre el 20 de marzo y el 27 de julio, las oficinas han permanecido cerradas al público en aplicación de la política de aislamiento social preventivo y obligatorio de este gobierno. Todo ese tiempo estuvimos gestionando prioritariamente, con las fronteras cerradas y los vuelos regulares suspendidos, el regreso a España de los miles de españoles que se habían quedado atrapados por la situación de emergencia.

Al abrir las puertas al público en julio, lo hemos hecho cumpliendo estrictamente las normas y recomendaciones de los gobiernos español y argentino, con todas las cautelas a que obliga la situación. Todos acudimos al trabajo con mascarilla y se toma la temperatura a toda persona que entra en los locales. Se han instalado mamparas de protección en los puestos de trabajo, se ha reforzado el servicio de limpieza y desinfección y se ha puesto a disposición de público y empleados envases de solución hidroalcohólica. Se evita la excesiva concentración de personas en lugares cerrados. Se accede al consulado únicamente con cita previa. Hemos potenciado la atención telefónica y por correo electrónico. Se ha establecido el teletrabajo para mayores de 60 años, personas con patologías de riesgo y progenitores de menores mientras las escuelas permanezcan cerradas.

Nuestra prioridad es reabsorber las más de 20.000 citas que tuvieron que ser anuladas para todo tipo de trámites durante los meses de estricto confinamiento. Por eso pedimos a nuestros compatriotas comprensión y paciencia, si deben esperar más de lo habitual para realizar sus trámites consulares.

P. ¿Cuáles son las principales demandas o inquietudes de las diferentes colectividades españolas en Buenos Aires?

R. Yo creo que se venían centrando en dos puntos, de los que ya hemos hablado: la nueva regulación de la nacionalidad española en trámite parlamentario y el voto rogado. Esas son las inquietudes que me han venido transmitiendo desde que estoy aquí los representantes de la colectividad española en Buenos Aires.

A ellos hay que añadir una preocupación que se ha agudizado con la pandemia: el futuro de los centros y asociaciones españolas en Argentina. Preocupación por el relevo de las generaciones de compatriotas que emigraron en su día a la Argentina y que han llevado la iniciativa del asociacionismo español en este país. Preocupación por la conservación del rico patrimonio que muchos de estas asociaciones tienen. Y en las circunstancias actuales, preocupación por la propia supervivencia de muchos centros que han debido cerrar sus puertas estos meses y que han visto sus ingresos muy mermados.

P. ¿Cuántos centros españoles existen activos en Buenos Aires?

R. En esta demarcación consular tenemos contabilizados 182 centros españoles.

P. ¿Qué avances referentes a la informatización de los diferentes servicios se han producido en el Consulado General de España en Buenos Aires?

R. El Consulado General de España en Buenos Aires es probablemente la oficina más informatizada de nuestra red consular. Lleva muchos años ya en esa labor. Cuenta con una página web propia y un sistema de obtención y gestión de citas previas para los distintos trámites y servicios consulares.

La próxima puesta en funcionamiento de la aplicación de registro civil DICIRED supondrá un paso importante en la digitalización de los asuntos relativos al estado civil de las personas. Por lo que se refiere a este consulado general, estamos trabajando para ajustar nuestra aplicación propia a este sistema general. 

La aplicación GEISER (Gestión Integrada de Servicios de Registro) permite la digitalización de la documentación presentada por el ciudadano en las oficinas, así como la presentación de instancias y solicitudes ante cualquier órgano de la Administración para su posterior traslado al órgano competente por razón de la materia (sistema de ventanilla única).

Creo que en estos momentos los esfuerzos de la Administración deben ir dirigidos a profundizar en estos métodos de trabajo. La pandemia ha hecho más patente que nunca la necesidad de brindar al ciudadano una eficaz atención telemática.