La colombiana Angiee Garzón, en Santiago desde los 9 años, retorna de Reino Unido

“La idea es preciosa, aunque lo importante es no quedarse solo en venir a estudiar, necesitamos trabajar”

Retornar a Galicia gracias a las becas BEME es una oportunidad al alcance también de los jóvenes que han salido a abrirse camino al exterior. Entre los beneficiarios de esta iniciativa figuran algunos gallegos de origen y algunos otros que se han instalado en la comunidad autónoma, aunque proceden de otros países. Es el caso de Angiee Marcela Garzón Rodríguez, una joven natural de Colombia, quien se trasladó a Santiago de Compostela con su madre y sus hermanos a la edad de 9 años.

“La idea es preciosa, aunque lo importante es no quedarse solo en venir a estudiar, necesitamos trabajar”
Angiee Garzón
Angiee Garzón.

Retornar a Galicia gracias a las becas BEME es una oportunidad al alcance también de los jóvenes que han salido a abrirse camino al exterior. Entre los beneficiarios de esta iniciativa figuran algunos gallegos de origen y algunos otros que se han instalado en la comunidad autónoma, aunque proceden de otros países. Es el caso de Angiee Marcela Garzón Rodríguez, una joven natural de Colombia, quien se trasladó a Santiago de Compostela con su madre y sus hermanos a la edad de 9 años.

Después de estudiar Relaciones Laborales en la Universidad compostelana, y ante la poca oferta laboral que encontró en Galicia –ella la califica de “irrisoria”–, decidió desplazarse a Reino Unido en busca de un trabajo que le permitiera un cierto grado de subsistencia.

Tres años en la isla fueron suficientes para que esta joven, que halló en Galicia el “mejor sitio del mundo” para vivir, decidiera retornar. Hoy está de nuevo en Santiago, cursando un máster en Dirección de Proyectos, que le hace sentirse “una afortunada”. Porque “la iniciativa es preciosa”, dice, aunque lo importante es “no quedarse solo en venir a estudiar”. “Nosotros tenemos un trabajo y una vida en el país del que venimos y nos traen con ilusión de que vamos a estudiar”, pero “una vez se acabe el máster, qué pasa”, se pregunta.  

Como otros muchos jóvenes en su situación, Angiee se confiesa cansada de becas que le ofrecen trabajo no remunerado, y ella lo que quiere “es trabajar, y que me paguen por este trabajo”, porque “tienes que vivir, tienes que pagar un alquiler y facturas, y yo no me puedo permitir el lujo de trabajar gratis. Una beca no remunerada es trabajar gratis”, denuncia.

Angiee necesita un empleo y para ello pide que se desarrolle “un plan de continuidad” de estas becas que permita a buscadores de trabajo en sectores como el suyo dedicarse a aquello para lo que se han formado. Ahora van a poder participar en talleres de empleabilidad, pero “no hay nada más que eso”, comenta.

Si bien es cierto que desde la administración se lanza el mensaje a los beneficiarios de las BEME para que se queden en Galicia a trabajar y contribuyan así al desarrollo económico y demográfico de la comunidad autónoma, la poca oferta parece jugar en contra de estos objetivos. Al respecto, Angiee alude a las palabras, el pasado 11 de febrero, del presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y del rector de la Universidad de Santiago de Compostela, Antonio López, con motivo de la concesión de los diplomas acreditativos a los beneficiarios de las becas, en las que animaban a los presentes a quedarse en Galicia a trabajar. “Pero si la realidad laboral es otra, qué hacemos”, inquiere la joven.

Y no es que la especialidad que cursa se encuentre entre las más castigadas por el empleo, es que ella conoce casos de jóvenes que estuvieron con ella en Reino Unido, que disfrutan de la beca, y que están en su misma situación. Muchas de ellas se plantean preparar oposiciones, pero “incluso para estudiar una oposición hay que tener el privilegio de poder dedicarse exclusivamente a ello”. “Yo no me lo planteo porque esa posibilidad no la tengo”, confiesa.

Quedarse en Galicia es su objetivo –“me encantaría”, dice–, y su ilusión sería trabajar en proyectos sociales, pero es que “me está costando buscar prácticas para el máster”, añade. Eso le provoca incertidumbre respecto a lo que puede pasar cuando termine el curso, del que está realizando el proyecto final, y también sobre su objetivo de quedarse en Galicia. Porque desde el primer momento, esta joven colombiana que aterrizó en Galicia con su familia “por casualidad”, quedó prendada de esta región. “No me podría tocar un mejor sitio en el mundo” para vivir, reconoce; “Galicia meiga”, añade. Por eso, no se plantea quejarse por el clima, porque “así tenemos los montes que tenemos, y eso es algo que merece la pena”.