Opinión

La génesis del tango: Vicente Rossi y Blas Matamoro

La génesis del tango: Vicente Rossi y Blas Matamoro

“Aunque estas menciones escapan a la referencia estrictamente filológica, se las trae a colación porque parecen demostrar, ya sin las dudas que todavía persistían algunas décadas atrás, el origen africano del tango, algo que Vicente Rossi sostenía a principios de siglo”, escribe el gran poeta y ensayista Horacio Salas en sus imprescindible obra ‘El tango’ (ensayo preliminar de Ernesto Sábato), Editorial Planeta, Buenos Aires, 1ª edición, agosto de 1986.

A comienzos del siglo XX escribió Vicene Rossi: “Decir en su época ‘los tangos de los negros’ por ‘los tamboriles o tantanes de los negros’, se hizo equivalente a ‘los bailes de los negros’, como antes pasó en las Antillas, confundiéndose el efecto con la causa. Ese es el motivo de que, cuando se tropieza hoy (el libro ‘Cosas de negros’ está editado en 1926) con la cita ‘tango’ en tiempos pasados, se crea que se refiere a un bailable que, con algunas variaciones, es el mismo actual o, por lo menos, su antecesor”. “La noticia más remota alcanza a 1808”, continúa el musicólogo Vicente Rossi. Y añade: Los cascarudos del zoco moruno-lusitano-godo improvisado donde hoy se levanta Montevideo, les fueron con chismes a su capataz Elío para que prohibiera ‘los tangos de negros’, por el barullo que producían y el consiguiente descuido de las atenciones domésticas”.

Conviene recordar que, al decir “tangos”, ellos asociaban local, instrumento y baile. El testimonio del ensayista Lauro Ayestarán reitera aquella génesis africana del término; “El periódico satírico ‘La Matraca’ (de Montevideo), en su número del 1º de marzo de 1832, publica una visión de las ‘carnestolendas’ de ese año con estas vívidas palabras: ‘Unos van, otros vienen; unos suben, otros bajan. Aquí un turco, allí un soldado de la marina; el mamarracho de los diablos, el cartel de la comedia. Por acá la policía, por allá los negros del tango’”.

Si atendemos a las palabras del ensayista y escritor Blas Matamoro –como nos lo recuerda el musicólogo y poeta Horacio Salas–, la abundancia de indicios no nos deja espacio para tantas confusiones: “Admitido el origen ‘bozal’, mulato y onomatopéyico de la voz, conviene anotar que se convirtió en vocablo español. Por la misma época, ‘tango andaluz’, ‘tanguillo’ o, simplemente ‘tango’, designó en el sur de España a la antigua contradanza de origen renacentistas, baile que había sido importado a América con la colonización. En Cuba, ciertas figuras negras fueron incorporadas a la contradanza o, simplemente, danza, llamada desde entonces ‘danza habanera’ o ‘habanera’. Ella pasó de La Habana al salón y al tablado de Andalucía”.

Caso de recurrir, por otra parte, a una tesis de carácter exótico, habremos de reproducir la de Eduardo S. Castilla, el cual en 1932 dio rienda suelta a la fantasía: “El vocablo ‘tango’ es japonés. Una ciudad y una región del Imperio del Sol Naciente se denomina así. También llega ese nombre una de las cinco fiestas populares de aquel país. Se celebra el quinto día del quinto mes del año, y es fecha simbólica de los niños”. Y hasta llega a especular así: “En Cuba había muchos japoneses desde mediados del siglo XVIII, y fue casualmente en Cuba donde por primera vez se bailó el ‘tango’”.