Llevó las riendas de Emigración durante los doce primeros años del mandato de Fraga

Fallece Fernando Amarelo de Castro, primer referente en Galicia de los residentes en el exterior

Fernando Amarelo de Castro, el hombre que supo poner sentimiento a la ‘galeguidade’, falleció en la madrugada de este jueves a los 79 años de edad. Natural de Muras (Lugo), fue durante doce años el referente del Gobierno gallego para los residentes en el exterior desde el cargo de secretario para las Relacións coas Comunidades Galegas –hoy Secretaría Xeral de Emigración–, lo que le obligó a viajar por los principales países de acogida de emigrantes y establecer contacto con la colectividad, entre la que consiguió desarrollar y mantener estrechos lazos afectivos.

Fallece Fernando Amarelo de Castro, primer referente en Galicia de los residentes en el exterior
Fernando Amarelo. Foto Pepe ferrin
Fernando Amarelo de Castro.

Fernando Amarelo de Castro, el hombre que supo poner sentimiento a la ‘galeguidade’, falleció en la madrugada de este jueves a los 79 años de edad. Natural de Muras (Lugo), fue durante doce años el referente del Gobierno gallego para los residentes en el exterior desde el cargo de secretario para las Relacións coas Comunidades Galegas –hoy Secretaría Xeral de Emigración–, lo que le obligó a viajar por los principales países de acogida de emigrantes y establecer contacto con la colectividad, entre la que consiguió desarrollar y mantener estrechos lazos afectivos.

Amarelo de Castro aceptó el cargo de secretario para llevar las riendas del departamento de Emigración de la Xunta en 1990, con la llegada de Manuel Fraga al Gobierno gallego, y permaneció en el mismo hasta septiembre de 2001, después de tres legislaturas ocupándose de los asuntos de la ‘galeguidade’.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Santiago, fue profesor en la Universidad Complutense de Madrid, así como del Centro de Estudios Universitarios (CEU) y del Centro de Estudios Superiores Bancarios. Así mismo, fue fundador y profesor de la Escuela de Directores de Empresa ‘San Fernando’ (Madrid).

Amigo de Manuel Fraga desde su juventud, comenzó su etapa de plena  colaboración con éste cuando salió elegido presidente de la Xunta. Entonces, Fraga lo puso al frente de la política de emigración –un asunto al que, por su propia experiencia personal, quería dar especial importancia–, y le encomendó empezar la labor en el exterior viajando a Cuba y Argentina, así como a Suiza, lugares donde están asentados el mayor número de gallegos emigrados.

Tras el fallecimiento del político de Vilalba, Amarelo recordó a Fraga como “un gobernante de primera magnitud, con gran capacidad de liderazgo y dotes de estadista” a quien los años vividos en la emigración, concretamente, en Cuba, marcarían para siempre. Por eso, recordó que la etapa en la que comenzó a trabajar con él fue de “mucha actividad”, porque se sentía “muy identificado con Hispanoamérica”.

En cumplimiento de su mandato, Amarelo se ocupó en los años que estuvo al frente de Relacións coas Comunidades Galegas de buscar un tratamiento igualitario para los residentes en el exterior, sin diferencias y procurando integrar a la gente que “llevaba años fuera”.

En la Xunta “actuamos por sentimientos y por nuestra necesidad de ser solidarios”, aseguró en una entrevista a ‘Galicia en el Mundo’ en julio de 2001, tras conocer que dejaría el cargo de dirigente político. En esa misma entrevista hacía un repaso de su actividad al frente del departamento de Relacións coas Comunidades Galegas y destacaba los programas que se pusieron en marcha en todo ese tiempo para mejorar las condiciones de vida de los residentes en el exterior, así como su vinculación con Galicia, lo que le obligó a realizar más de 400 viajes durante los años al frente de Emigración.

“Si no hubiera realizado esos viajes, sería imposible estructurar esos programas, ya que no se confeccionaron sin hacer unas averiguaciones previas”, aseguró.

Entre los programas que se implementaron, aludió a los de tipo social y asistencial, ya que, en el segundo año de mandato, cuando no existían las pensiones de ancianidad, se convocaron 3.800 ayudas asistenciales individuales “que resolvían algún problema”, dijo.

También aludió al abono de 1.000 medias cuotas de otros tantos gallegos a los que resultaba difícil pagar la cantidad exigida para mantenerse como socios de “esa gran institución social gallega en Buenos Aires” como es el Centro Gallego.

Otro de los asuntos sobre los que se incidió desde su departamento y a los que aludió fue la puesta en funcionamiento de programas de tipo cultural, lúdico y deportivo, porque cubrir sólo el terreno social y asistencial no parecía “suficiente”, añadió, y reconoció que en los años que estuvo al frente del departamento seguramente no se ha hecho lo suficiente, pero “se ha hecho mucho” para favorecer a estos colectivos.

Amarelo de Castro consideraba indispensable responder con solidaridad y reciprocidad a los gallegos que en otro tiempo colaboraron en el desarrollo de Galicia y, al respecto, justificó la actuación que estaba llevando a cabo la Xunta, ya que, según comentó, aquella fue la etapa en la que se construyeron 250 centros escolares y viviendas y se prestaba ayuda a las familias desde el exterior.

“Aunque sólo fuese por eso, tendríamos que actuar forzosamente como estamos actuando”, apostilló.

También justificó los viajes al exterior de Manuel Fraga y los consideraba necesarios para mantener contacto con la Galicia de fuera, al tiempo que los comparaba con los que hacían dirigentes de otros partidos, que “cuando llega un momento electoral salen al exterior a exponer sus programas”, mientras que Fraga “no hace los viajes en un momento electoral, los hace de acuerdo con su programación”, aseguraba.

En la entrevista, Amarelo anunciaba que seguiría en contacto con el mundo exterior y se mostraba dispuesto a “ser cauce de nuevos encuentros”, al tiempo que hablaba de su intención “aportar el apoyo que a veces” se le pudiera solicitar.

“Inicio una nueva etapa no alejada de vosotros, unidos desde mi nueva vinculación parlamentaria, como diputado al servicio de y para la emigración, entendida desde las comunidades del exterior que me permitirá seguir unido a vosotros”, reflejaba, en una carta enviada a ‘Galicia en el Mundo’ tras desvincularse del cargo.

Ciudades de todo el mundo con destacada implantación de gallegos cuentan en sus calles o plazas con un cruceiro, obra de la Escola de Canteiros de Poio, por iniciativa de Fernando Amarelo, quien ha querido trasladar a esos lugares de acogida una parte de la tradición de Galicia.

Dirigentes de las entidades gallegas tanto de España como de Europa y América expresaron, en el momento en el que dejó el cargo, su reconocimiento hacia la figura de Amarelo de Castro y avalaron su labor al frente del departamento de Emigración de la Xunta.

No en vano, el secretario para las Relacións coas Comunidades Galegas fue homenajeado en diversas ocasiones por los centros de la colectividad.