La Casa del Escritor de Santiago de Chile acogió la presentación de ‘Chacra El Olivo’, de Edmundo Moure

Un espacio gallego en la memoria del sur

Edmundo Moure es un conocido animador de la cultura gallega en Chile. Se define a sí mismo como “poeta, escriba y tenedor de libros”, dando cuenta así de su doble oficio de escritor y contable.

Un espacio gallego en la memoria del sur
Presentación Edmundo Moure
José María Moure-Moreno tocó la gaita durante el acto.

Edmundo Moure es un conocido animador de la cultura gallega en Chile. Se define a sí mismo como “poeta, escriba y tenedor de libros”, dando cuenta así de su doble oficio de escritor y contable.

Sus libros quizá más conocidos, ‘La Voz de la Casa’ y ‘Gente de la Tierra’, constituyen un vivo testimonio literario del fuerte influjo, en su vida y en su obra, de las raíces gallegas que le vinculan con Galicia, por vía paterna, a través de los Moure Rodríguez, oriundos de A Touza, Santa María de Vilaquinte, Carballedo, Chantada, Lugo, en la Galicia profunda.

El pasado 16 de mayo, Moure presentó, en la Casa del Escritor, sede capitalina de la Sociedad de Escritores de Chile, su recién aparecido libro ‘Chacra El Olivo’ (número veintidós en su vasta producción literaria). Se trata de un conjunto de relatos testimoniales ambientados en un espacio otrora rural, al norte de la ciudad de Santiago de Chile, en la comuna de Conchalí, especie de venero macondiano para el numeroso clan fundado por los Moure Rodríguez, compuesto luego por seis familias establecidas allí en la primera mitad del siglo XX, para devenir en una numerosa tribu de varios centenares de individuos, la mayoría de los cuales sigue sintiéndose identificada con Galicia.

En el primer texto, que abre este libro como una especie de prólogo afectivo y de intencionalidad estética, nos dice el autor:

“Mis palabras solo pretenden hacer justicia –en sentido afectivo y estético– a la memoria de aquellos seres que son parte nuestra, pues siguen viviendo en nuestros sueños, con su fuego alentado por las brasas del recuerdo. Tanto en Galicia como en Chiloé, su confín mítico del austro, los muertos conservan una sutil correspondencia con los vivos, quizá como atávica intuición de lo que hoy consideramos huellas genéticas. A falta de títulos nobiliarios, el mejor tesoro es su memoria.

He reunido aquí algunos textos surgidos desde el ámbito de ‘Chacra El Olivo’ y de otras instancias que me remitían a sus patios y a sus habitaciones donde aún siento resonar mis pasos. Según el viejo rito de la estirpe, los despliego y reparto sobre la ancha mesa donde disfrutamos alguna vez, sin discriminaciones, el generoso condumio”.

Se suceden los relatos, engarzados en el índice no siempre cronológico, para mostrarnos una serie de personajes familiares que dejaron huella en el niño o en el adolescente –como es el caso de la prima Nena–, pues Moure procura, dentro de las limitaciones reproductivas de todo recuerdo remoto, mantener la apasionada relación de lo vivido dentro de una fidelidad amorosa por los suyos, por los vivos y esos muertos que siguen morando en aquellos espacios de la ensoñación, cobijados para siempre –así lo quisiera este autor morriñoso– en la vieja lareira transterrada.

Como bien expresara el presentador de la obra, poeta, académico, ensayista e investigador literario, Juan Antonio Massone: aun desconociendo nombres y filiaciones, acontecimientos y circunstancias temporales propias de una familia identificada en el texto, el lector puede revivir en estas páginas sus propias experiencias, máxime si se trata de interlocutores que han (hemos) vivido en carne propia o por cercanos testimonios familiares, las vicisitudes del continuo y desgarrador proceso migratorio que caracteriza la historia de Galicia y del resto de España, sobre todo, durante la primera mitad del controvertido y agitado siglo XX.

Anoche, el salón central de actos de la Casa del Escritor estuvo colmado por un público atento y entusiasta, entre el cual destacaron representantes y figuras del quehacer literario chileno, compañeros escritores y amigos del autor, junto a algunos conspicuos miembros de la tribu Moure. José María Moure-Moreno, hijo de Edmundo Moure y connotado músico y cantautor, hizo vibrar los sones nostálgicos de la gaita gallega. Y cuando el autor recordó el periplo bonaerense de los precursores, en especial los hermanos García Moure, que nacieron en la capital del Plata, el cantante Carlos Fonseca, acompañado de su guitarra, interpretó dos conocidos tangos que deleitaron a la concurrencia.

Al finalizar la grata y cordial ceremonia, luego de entregar los ejemplares de ‘Chacra El Olivo’ adquiridos por suscriptores y asistentes, fuimos invitados a un vino de honor. En el rótulo de las botellas nos sorprendió también su marca singular: Casa Moure. El espíritu fundacional de los gallegos dejaba su impronta desde el hálito de Chacra El Olivo, tal como lo manifiesta su breve colofón, escrito en lengua gallega por el ilustre poeta lucense, Xulio López Valcárcel, que transcribimos para cerrar aquí este breve reportaje:

“Moitas grazas, querido Edmundo, polo teu relato, que lin con degoxo e que me gustou moitísimo: ese espazo, ese lugar de encontro, diálogo, disputa e referencia, no que baixo a sombra tutelar das avoas e a prosopia dos pais se reunía a vasta familia Moure (familias en plural, habería que dicir: Moure Rojas, García Moure, Moure Navarrete, Díaz Moure, Moure Oportot, Bordalí Moure, Torres Laureda), os interminables partidos de fútbol (con Edmundito de arquero), a celebración vital e dionisiaca das viandas con impronta galega, o testemuño persoal de Vilaquinte, en Carballedo, as continuas citas de poetas galegos (entre os que, acaso inmerecidamente, me honras, e agradézocho), a conmovedora visita ao hospital, a araucaria sobrevivinte no medio da urbanización que arrasou tempos e soños, a implacábel corrosión dos anos, e sobre todo, o amor aos pais, que é para min o máis conmovedor, polo que significa de dignidade e de reivindicación: os tíos, españolistas, integrados e renegados, por oportunismo ou convición, os primos ‘inventando’ unha xenealoxía de prestixio, pero ti, como escritor, colocas as cousas no seu sitio, integras, recolles con amor e gratitude a xenerosa epopea dunha familia, dun home que entregou a Biblia de cubertas de prata... que traballou con esforzo e ilusión, e que nunca esqueceu a súa querida terra orixinaria, coa reiterada lectura de Rosalía e doutros poetas; por máis que a perda da mai producise a definitiva orfandade...

En fin, Edmundo, moitas grazas por terme feito partícipe dun relato tan fermoso e conmovedor”. Xulio López Valcárcel. A Coruña, marzo 2017.

Lleva mucha razón el autor de ‘Chacra El Olivo’ cuando afirma que “nuestro único tesoro perdurable es la memoria”. Gracias por ello.