Califica el programa ‘Reencontros na Terra’ de “maravilloso”

Elena Otero: “Quiero agradecerle al Apóstol que me haya permitido venir de nuevo a Galicia”

Junto al resto de beneficiarios de ‘Reencontros na Terra’, Elena Otero Pombo llegó procedente de Uruguay a Vigo, la misma ciudad que la vio partir en 1955. No es esta la primera vez que pisa suelo gallego desde que se fue. En 1995 ya tuvo oportunidad de regresar y visitar la tumba de Apóstol, algo que, para una mujer de fe, como se reconoce, fue “un regalo de Dios”.
Elena Otero: “Quiero agradecerle al Apóstol que me haya permitido venir de nuevo a Galicia”
Elena Otero Pombo
Elena Otero Pombo, a su llegada al aeropuerto vigués de Peinador el pasado jueves.

Elena Otero Pombo embarcó rumbo a Montevideo a la edad de siete años. La vida le sorprendió entonces con un cambio de rumbo que para nada supuso una nota negra en su existencia. Todo lo contrario, la adaptación al nuevo país “fue fácil” para esta mujer nacida en plena posguerra española en la aldea de Grijoa –a cinco kilómetros de Santiago de Compostela–, que hoy vuelve a su tierra para rememorar una época pasada que mantiene muy viva en su recuerdo, aunque las imágenes del momento se le hayan borrado con el tiempo.

Junto al resto de beneficiarios de ‘Reencontros na Terra’, Elena llegó este jueves procedente de Uruguay a Vigo, la misma ciudad que la vio partir rumbo al nuevo mundo en el año 1955. No es esta la primera vez que pisa suelo gallego desde que se fue. En 1995 ya tuvo oportunidad de regresar y visitar la tumba de Apóstol, algo que, para una mujer de fe, como se reconoce, fue “un regalo de Dios, porque la fe es lo más importante en mi vida”, confiesa.

Ahora vuelve “para agradecerle” la oportunidad que le brinda de revivir de nuevo los años en la aldea de Grijao, en la gran casa en la que vivía con sus abuelos, sus padres y sus tíos, y la plaza de Santiago de Compostela donde le compraban plátanos cada vez que acudía a la ciudad para tratarse de una infección ocular que contrajo de niña. Iban andando los cinco kilómetros y, a veces, a caballo, con el abuelo. “No había otra manera”, asegura. También recuerda a los niños de la casa de enfrente y a los que había en la propia casa, además de a la vaca, los perros, los gatitos, y la “preciosa” iglesia de Grijoa, de la que guarda un grato recuerdo.

“Para mí es muy importante volver a Santiago”, reconoce, y toparse de nuevo ante el Apóstol, así como poder estar en Vigo, de donde partió aquella “niñita de siete” años que, hoy ya jubilada, se propone aprender a hablar gallego, su lengua madre, en el Centro Gallego, porque, una vez en Montevideo, tuvo que dejar de hacerlo. “Tenía que hablar como hablaban ellos”, reconoce, lo que no le supuso un problema puesto que ella ya estaba escolarizada y hablaba también en castellano.

El gallego “lo entiendo cuando lo hablan despacio, pero ahora quiero hablarlo también”, asegura, al tiempo que se propone mantener más los vínculos con la colectividad, algo que no hizo durante muchos años, porque en Uruguay, donde trabajó como contable en “buenos lugares”, dice, se relacionó sobre todo con personas del país. 

“Hice buenas relaciones, pero siempre principalmente con uruguayos”, asegura, y añade: “Ahora, recién jubilada, me relaciono también con la colectividad y aprendo a tocar la pandereta en el Centro Gallego”.

La idea de volver a Galicia con este programa de la Xunta, que califica de “maravilloso” le “entusiasmó”, ya que “o era ahora, o nunca”, apostilla. Y aquí se plantó, con la intención de disfrutar de 15 días de estancia en su lugar de origen y donde les tratan con una “educación” y un “respeto” que resalta de manera especial durante la conversación, porque eso no es “muy usual hoy en día con las personas mayores”, sostiene.

Su hija, médico de profesión, todavía no ha pisado la tierra de nacimiento de su madre, pero “venir va a venir en algún momento”, concluye Elena.