Opinión

Culpable

La gente quedó con un mal sabor de boca después de las sentencias del caso Noos. Se imaginaban a todos condenados, a pico y pala con grilletes (la infanta Cristina incluida). Muchos de los acusados, cómplices, colaboradores necesarios en la comisión del delito, como la mujer de Diego Torres fueron absueltos, pero los culpables tendrán que ir a prisión.
La España Saudita era eso y más. Una orgía de velódromos, puertos, aeropuertos, autopistas, canchas de pádel, squash, viajes, congresos, másteres en chorradas y chorradas de másteres.
El futuro era eso, aderezado con trucos y trácalas para saquear lo que a nadie duele: el dinero público, que es de todos y es de nadie, que es tan mío como de los que saqueaban.
Después vienen los arrepentidos, los que tiran de la manta, que son pocos, porque aún queda gente con (mala) conciencia, o con buena según se vea.
En la antigüedad ponían a culpables y no culpables en plazas públicas para ser lapidados, ahorcados, azotados, guillotinados, descuartizados o comidos por fieras. Hay algo de antigüedad en ese sabor de boca malo, que a algunos les sabe a poco, después de las sentencias a Iñaki Urdangarin Liabert y las ‘cosquillas’ a su mujer Cristina de Borbón y Grecia.
Considero castigo suficiente tantos años de cárcel y castigo accesorio y no buscado el tener que ir a visitarlo. No sé si cumplirá la pena en una cárcel suiza (le queda más cerca de casa, pero es imposible) o en una cerca de su palacio barcelonés. La vida en prisión te enseña a apreciar muchas otras cosas en las que no habías caído nunca, a algunos, otros salen igual o peor.
Una cárcel gigantesca de ‘gente guapa’ podría llenarse con el modus vivendi de la clase política y empresarial española de estos últimos años. Con todas las comodidades que tenían fuera… menos una: la libertad y el mangoneo.
La lista, como la película sería interminable, tal vez cuando saliesen, no tendrían en la cabeza tanta gomina ni tanta tontería.