Opinión

Cocina Gallega: ‘Unha ponte ao outro lado do mar’

Cocina Gallega: ‘Unha ponte ao outro lado do mar’

Unha ponte ao outro lado do mar’, ese es el título de un documental de Anita Nuñez-Torrón y Belén Gonzalez Ojea, creado, según su propio testimonio, porque “construir nuestro propio puente entre Galicia y Buenos Aires es la intención que siempre hemos tenido y que, al menos nosotras, gracias a vosotros, hemos cumplido”. Anita y Belén, en Buenos Aires por un intercambio entre las Universidades de Santiago y San Martín, se contactaron conmigo por intermedio del historiador Ruy Farías, y compartimos una amena charla en mi casa. Confieso que suelo ser escéptico cuando llegan gentes interesadas en investigar aspectos de la emigración con una mirada apropiadora, intención de llevar agua a su molino, y desconociendo el carácter argentino del patrimonio cultural creado aquí, y la galleguidad de los paisanos radicados en el país de acogida. No fue este el caso. Con una claridad admirable comprendieron cuál es el ánimo del colectivo emigrante en este contradictorio siglo XXI. Su idea, y las cito literalmente, fue “reconstruír los recuerdos de los emigrantes a través de una Galicia actual, en el presente, que no es del todo, ni a lo mejor nunca lo fue, la que ustedes recuerdan, pero que tampoco es la que nosotras vivimos. De lo que se trata es, entonces, de mirar Galicia a través de vuestros ojos y que ustedes la miren a través de los nuestros, construír un puente al otro lado del mar, un puente que sin embargo ya lleva construido todos estos años, a través de vosotros, emigrantes que no olvidasteis Galicia, sino que la reinventasteis en la distancia, a través de la morriña, de la nostalgia de vuestra (nuestra) tierra”. Sin duda, el emigrante reinventa, recrea su cultura, tal vez, pensando como García Márquez, que “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla”. A algunos investigadores les resultó sencillo comprender por qué el idioma gallego siguió evolucionando en Portugal y sus colonias, pero se niegan a ver la auténtica cultura gallega en la diáspora, y desconocen a los creadores emigrados, salvo raras excepciones. Ya vieron lo que sucedió con el cuadro que Castelao pintó en Argentina, y el Centro Galicia de Buenos Aires envió a préstamo: se alzaron voces insensatas pidiendo que se quede en Galicia, ¡nos pertenece!, gritaron a coro.

En ese contexto, he quedado gratamente sorprendido por el largometraje documental de Anita y Belén, compuesto por nueve partes que, sumadas al epílogo y prefacio, constituyen siete cortos que llevan el nombre de un elemento: terra, camiño, lume, pedra, ceo y ponte, y cuenta la historia de cada persona entrevistada, voces detrás de los paisajes entrañables. A mi me tocó “lume”, porque según las realizadoras, “Lume en un sentido evidente, por tu dedicación a la cocina, como metafórico, por una construcción identitaria a partir de las cenizas, de los restos de una historia que tú mismo tuviste que reavivar. El fuego como símbolo de ferocidad, de la ferocidad con la que te mantuviste fiel a tu origen. El fuego representa la dualidad y controversia de la colectividad gallega: la Galicia tradicional que pervive en la memoria del emigrante gallego; esa Galicia que conservas a través de los objetos; pero también la Galicia moderna, el fuego representa la destrucción de las representaciones ancladas en el tiempo. El fuego es narración también, la de tus poemas, programas de radio y libros; en el fondo, con nuevos medios, no hay nada distinto de escuchar historias alrededor de la lareira, como hacíamos de pequeñas con nuestras familias. El fuego es por eso, también hogar, vuelta a casa. El fuego es nuestra identidad tras escucharte, ardiendo, quemándonos, pero resurgiendo de las cenizas”. Creo que quienes tengan oportunidad de ver ‘Unha ponte ao outro lado do mar’ entenderán que la identidad no es algo estático, sino que se sigue construyendo sin límites de tiempo y espacio, que allí donde se detenga un emigrante nuestra cultura seguirá fortaleciéndose, fusionándose con otras y sumando matices sin dejar de ser gallega. Lo que diferenció el trabajo de Anita y Belén de otros es la ausencia de una mirada paternalista, condescendiente hacia el emigrante. Esa actitud insólita de muchos políticos y académicos que olvidaban casi cien años en los que nuestra cultura se desarrolló en el exterior, y llegaban posando la mano sobre las cabezas inclinadas y gestos de superioridad. En esta película no hay nada de eso, todo lo contrario. Se nota la empatía con los entrevistados (María Rosa, María, Manuel, Marcela, Paula), ganas de compartir, intercambiar experiencias, tender un puente necesario entre ambas orillas del Océano, para demostrar que Galicia no es pequeña. Impecable el emotivo epílogo con ellas mismas llegando y luego partiendo de Buenos Aires, con morriña en el alma. Ojalá puedan disfrutar estas imágenes, y se emocionen como yo al hornear una buena corvina del Atlántico sur o noso xeito.

Corvina al horno

Ingredientes: 1 corvina grande, o 2 si son medianas; 4 tomates redondos medianos, 4 papas, 1 cebolla, 1 pimiento, 1 limón, ramitas de tomillo, orégano, ají molido, sal, pimienta, aceite de oliva.

Elaboración: Pedir en la pescadería que limpien y saquen las escamas a la corvina. Pincelar por dentro y por fuera una mezcla de aceite, sal, condimentos y jugo de limón.  Cortar los tomates y la cebolla en rodajas y disponer en el fondo de la fuente (si es posible la llamada “besuguera” por su forma), echamos un poco de aceite por encima, y luego ponemos la corvina con unas rodajas de limón en el lomo. Llevamos a horno precalentado 180° unos 25 minutos. Mientras habremos cocido las papas con piel en agua y sal. Cuando casi esté el pescado, cortamos las papas en trozos grandes, las regamos con un poco de aceite, y espolvoreamos perejil picado. Servimos en cada plato un trozo de pescado, acompañado de los tomates, las cebollas y las papas.