Opinión

En Bos Aires, harmonía sentimental entre Santa Comba e Zas

A recente edición na capital arxentina de ‘Yo, emigrante’ merece todos os recoñecementos. O libro nace no seo de dúas entidades que non queren que se esqueza aos devanceiros que cruzaron o mar para encher de agarimo as lonxanas rúas de Bos Aires.
En Bos Aires, harmonía sentimental entre Santa Comba e Zas
A recente edición na capital arxentina de ‘Yo, emigrante’ merece todos os recoñecementos. O libro nace no seo de dúas entidades que non queren que se esqueza aos devanceiros que cruzaron o mar para encher de agarimo as lonxanas rúas de Bos Aires. A unidade de esforzos e os sentimentos comúns das asociacións ‘Hijos del Ayuntamiento de Zas’ e ‘Santa Comba de Xallas en Buenos Aires’ fixo posible que teñamos na man 232 páxinas onde son os propios protagonistas os que contan a súa historia emigrante. As alegrías e as penas son as mesmas veñamos da beira do río Xallas o da beira do río Grande. A morriña dos pais e avós non fai distincións entre parroquias.
Os descendentes son herdeiros dun legado común que reborda calquera lindeiro territorial que se queira establecer. As catro mulleres que se encargaron da coordinación editorial –Alejandra, Beatriz, Juana e María– son agradecidas. Queren facer constar que recibiron moito amor familiar e que medraron sen que nunca faltase un anaco de pan na mesa e un bico pola noite antes de durmir. As aldeas e as paisaxes de Santa Comba e de Zas son súas tamén xa que as levan no corazón. Eran nenas felices que ao mesmo tempo que facían unha ‘rayuela’ na vereda de Avellaneda oían nomes que lles soaban máxicos –brétema, lareira, leira, fonte, millo, molete, xesta– que se ían sumando en forte amálgama coas vivencias porteñas.
“Soñaban con emigrar y al dejar su tierra perdían parte de su identidad, eran extranjeros en América y forasteros en su lugar de origen. Por eso fue tan doloroso para muchos gallegos aceptar esa dualidad: “gallego” en América y “americano” en Galicia”. [Delfina, páx. 157]
“El agua del Río de la Plata se llevó las cenizas de un gallego que para esa sobrina nieta, que se crió a su lado, no fue un gallego cualquiera. Fue uno de los tantos inmigrantes que colaboró en la tarea diaria, minuciosa y perseverante, de crear y hacer grande a la Patria donde ella nació y que honra a la Galicia que lo vio nacer”. [Elena, páx. 78]
“Me emocioné mucho una tarde en la que mi tía trajo un costurero de madera, lo abrió y sacó un atadito con un lazo rosado. Me miró con los ojos vidriosos y me dijo: ‘Éstas son tus cartas’. Sí, eran mis cartas y mientras las ojeaba, me transformé en niña para volverme nuevamente mujer. Junto con la evolución de la caligrafía pude ver cómo se iban transformando mis sentimientos y mi imagen, a través de aquellas fotos”. [Beatriz, páx. 81]
“Una nueva tierra se acerca
Imposible pensar en volver
La sangre recorre veloz un cuerpo cansado
El corazón late fuerte
Otras caras, otras voces
Papeles, documentos
Adrenalina
Un nuevo puerto
Vecinos, tíos, hermanos, amigos
Abrazos
Encuentros
Tierra”    
[Alejandra, páx. 88]

“Cuando volví a Galicia por primera vez, después de cuarenta y siete años, traje semillas de pampillos, una planta que llena los campos de ese color amarillo tan especial y que yo no había olvidado. Al llegar a mi casa las planté, pero al brotar parecían desorientadas, pienso que no pudieron soportar la famosa morriña gallega”.  [Maruxa, páx. 94]
“El ‘Alcántara’ quedó allí en Puerto Nuevo para zarpar y volver con más emigrantes. Nosotros ya habíamos pasado a la categoría de inmigrantes al poner los pies en tierra argentina. ¿Qué nos depararía el destino? [Consuelo, páx. 113]
“Con mucho sacrificio nos integramos totalmente a este país y a sus costumbres, al mate y a los asados, todos cocinamos muy bien ya que pertenecemos al rubro gastronómico, pero no olvidamos los follados, las tortillas y el pulpo, seguimos hablando gallego y les canto a mis cuatro nietos las viejas canciones que me cantaba mi abuela”. [María, páx.116]
“A pesar de la distancia, San Salvador de Padreiro sigue siendo mi lugar, el que me vio nacer. Son muchas las historias como la mía, de desarraigos, de esperanzas, de sueños, lo bueno es poder contarlas y ejercitar la memoria, los recuerdos y nunca olvidarse del lugar que nos vio nacer”. [Celestino, páx. 120]
“La primera residencia matrimonial fue en Avellaneda, en un conventillo de un señora llamada Esclavitud. Eran un cúmulo de habitaciones con baño y cocina común. El viejo día y noche trabajando y la vieja embarazada y enferma”. [Héctor, páx. 161]
“No tuve niñez, siempre hubo que trabajar, carecí de juguetes. Mi primera muñeca me la regaló mi marido después de muchos años de casados. Argentina me dio todo, si bien con mucha lucha y sacrificio. Formamos nuestra familia aquí”. [Josefa, páx. 174].