De Sevilla a Cangas, vía Irlanda

Tras cuatro años en Irlanda, María Germade y Víctor Pérez regresaron a Cangas, donde vive parte de la familia de María, para montar un negocio de enmarcar cuadros, restaurar muebles y dar clases de manualidades. Para poner en marcha este proyecto contaron con la ayuda que la Secretaría Xeral de Emigración concede a los retornados emprendedores.

De Sevilla a Cangas, vía Irlanda
Taller Germade
Vista de parte de la exposición de Taller Germade.

Tras cuatro años en Irlanda, María Germade y Víctor Pérez regresaron a Cangas, donde vive parte de la familia de María, para montar un negocio de enmarcar cuadros, restaurar muebles y dar clases de manualidades. Para poner en marcha este proyecto contaron con la ayuda que la Secretaría Xeral de Emigración concede a los retornados emprendedores.

“Nosotros nos conocimos en Sevilla donde trabajábamos de comerciales”, comenta Víctor, quien explica que para trabajar de algo que no era lo suyo –él es ilustrador y María, restauradora– era mejor irse al extranjero y por lo menos perfeccionaban el inglés. “Vendimos los coches y nos fuimos a Irlanda a buscarnos la vida”, explica Víctor.

Durante los cuatro años que estuvieron en Irlanda, María le enseñó Cangas a Víctor  y ambos decidieron que su retorno sería a esta localidad pontevedresa. “Y aquí queremos seguir hasta que nos muramos”, sentencia Víctor.

A mediados de julio del pasado año, pudieron abrir Taller Germade (www.tallergermade.com). “Va poco a poco, sobre todo a la hora de conseguir alumnos, pero en la parte de restauración casi tenemos lista de espera”, comenta María, quien explica que toda la restauración de muebles se hace con productos ecológicos. “Son un poco más caros pero merecen la pena”, explica María.

En referencia a las clases, explican que la mayoría de los alumnos son adultos pero con diferentes perfiles. “Tenemos tres chicas jóvenes de entre 28 y 35 años que están montando sus casas y quieren hacerlo ellas mismas y tenemos alumnas ya jubiladas, alguna que ya ronda los 75 años”, explica María, quien reconoce que las clases son “diferentes, divertidas y muy enriquecedoras”. Además, explica que cuesta que la gente los conozca pero que una vez que prueban ya no lo dejan. “Todos los alumnos que empezaron continúan”, asegura esta emprendedora, que se muestra contenta de que la gente empiece a valorar lo que ya tiene. “No sé si es por la crisis, por un valor sentimental o por la satisfacción de poder decir que lo has hecho tú mismo, pero la gente está valorando lo que ya tiene en casa y dándole uso”.

En la parte de cuadros, Víctor comenta que, además de enmarcar, también exponen obras de artistas locales como Davila, Rosa Neutro o Rebeca Fernández. “Tenemos lo que nos gusta, pero de diferentes estilos, de manera que puedan encontrar cosas que les guste a alguien de 20, 50 ó 70 años”.

Ambos se muestras satisfechos por la evolución del negocio. “Va respondiendo bien, pero poco a poco. Estamos yendo de abajo a arriba pero trabajamos en lo que nos gusta”, concluye Víctor.