El pintor bonaerense presentó en Vigo un documental sobre su labor social

Rubén Borré: “Argentina necesita recuperar su identidad criolla y aprovechar los recursos naturales propios”

Buenos Aires “es un polvorín”; está en “situación de crisis total” y lo que necesita es “recuperar su identidad criolla”, “aprovechar los recursos naturales propios” y llevar a cabo un “reparto más equitativo de la riqueza”, observa el genial pintor Rubén Borré, recostado en un sillón en casa amiga. Un día antes había estado presentando en Vigo el documental ‘Rubén Borré, el arte de lo social’. 

Rubén Borré: “Argentina necesita recuperar su identidad criolla y aprovechar los recursos naturales propios”
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Rubén Borré –en el centro–, durante la presentación del documental ‘Rubén Borré, el arte de lo social’.

Buenos Aires “es un polvorín”; está en “situación de crisis total” y lo que necesita es “recuperar su identidad criolla”, “aprovechar los recursos naturales propios” y llevar a cabo un “reparto más equitativo de la riqueza”, observa el genial pintor Rubén Borré, recostado en un sillón en casa amiga. Un día antes había estado presentando en Vigo el documental ‘Rubén Borré, el arte de lo social’ en el que se recogen algunos aspectos de su vida como persona comprometida con los más desfavorecidos del barrio de La Boca; La Boca profunda, “no la del ‘Caminito’ y el tango”, sino aquella que obliga a la gente a vivir “debajo de las chapas”. Pero “llegó el macrismo” y arrasó con todo. Ni arte, ni música, ni deporte, ni implicación social. Llegó Macri, y en el barrio ya solo queda tiempo y espacio para “la violencia” y “la droga”, denuncia. 

Es por eso que, de aquel proyecto, que nació allá por los años 90, apenas pervive un corto de 15 minutos de duración, producido por ‘Actitud Cine’ y coordinado por Marina Zeising, como parte de una iniciativa que comienza dando protagonismo al pintor bonaerense –de orígenes gallegos–, y a la que se prevé dar continuidad destacando la figura de otros artistas de reconocida participación política y cultural en los años 70 en la capital argentina. 

La propuesta inicial “tuvo bastante repercusión”, asegura Borré, tanto que incluso llegó a formar parte del Bacifi –el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires–, por lo que “me siento como una estrella de cine”, bromea. 

En esta primera parte –porque Marina ya la propuso hacer una segunda– se habla mucho de lo social, del compromiso en este apartado del pintor y de otros artistas de su generación, muchos de los cuales perdieron la vida por esa época. Y es que los años 70 en Argentina fueron tiempos convulsos. Fueron los años de la “efervescencia del cambio revolucionario”, y “mi generación tuvo la ocasión de participar para cambiar las cosas”, asegura. Fueron años de una “represión tremenda” en la que no hubo discriminación. “Se mezcló todo –denuncia, a modo de reproche–, a los que eligieron la lucha armada y a los que militaban en los barrios; a los que andaban con una bomba debajo del brazo y a los que andaban con un libro debajo del brazo”. Tanto es así, que las cifras hablan de 30.000 personas desaparecidas o muertas; 15.000 presos políticos y más de 20.000 exiliados. 

El hoy consagrado pintor, que por entonces contaba 20 años de edad, se salvó de la quema, pero también conoció las hieles de la represión: estuvo detenido y tuvo que salir del país, aunque luego regresó. Con el tiempo, “se recompuso” y pudo seguir “trabajando en lo social”, ese apartado que surge en él como “una cosa heredada” de su padre –“un tipo que trabajó mucho en lo social”, un “mago para chicos carentes”– del que aprendió la lección que le llevó a vincularse a los más desfavorecidos, en el barrio de La Boca, con este proyecto para el que contaron con apoyo de Naciones Unidas y de varias fundaciones y en el que estuvo más de 14 años colaborando con jóvenes en situación de riesgo, utilizando el mundo del arte, de la música y del deporte como antídoto contra la delincuencia. 

Pero incluso antes, en su juventud, Borré también formó parte del proyecto para erradicar de La Rioja el mal de chagas, enfermedad común que aún hoy causa la muerte a 7.000 personas al año en los países de América Central y del Sur. Su trabajo consistía en eliminar los techos de paja de las viviendas donde se cobijaban las vinchucas que, además de muerte, también pueden provocar males cardiacos y digestivos.

Otra de las iniciativas en las que participó en los años 70 y en paralelo a su vocación de pintor alude a un proyecto para fundar 500 pueblos nuevos en Argentina con el fin de que toda la gente que hubiese ido del interior a Buenos Aires pudiese regresar a su lugar de origen a trabajar en un proyecto agrario cooperativo. “Una utopía de los 70”, confirma.

De todo esto se da cuenta en el documental que el pasado día 21 se presentó en Vigo en el café literario ‘Detrás do Marco’, de Editorial Elvira, y en el que estuvo arropado por los pintores Antonio Chaves y Xavier Magalhaes, al que le une una amistad de años y que fue quien le animó a difundir el trabajo de Marina Zeising en Vigo. También se habla de su formación como pintor y de los maestros intelectuales que dejaron poso en su vida y en su obra, muchos de ellos, de origen gallego, y a los que alude: Laxeiro, Seoane, Blanco Amor, Arturo Cuadrado… “Los puntales más importantes”, dice, esos de los que, “cuando uno va creciendo, le quedan los saberes”; esa generación que abandonó su país, pero que ha sabido reconstruirse “porque sabía que iba a volver: ellos, sus hijos, sus nietos, su obra o su pensamiento”. Toda esta gente “traía ideología, proyectos culturales…” y “se salvaron porque encontraron la punta del ovillo de su identidad cultural, de su historia… Y si perdemos eso…”, reconoce Borré, quien elogia la “resistencia cultural” de estos intelectuales, al tiempo que se muestra preocupado por la penetración cultural que se está dando en Argentina, que deforma su idiosincrasia. Como contrapartida, propone defender el “criollismo”, porque esa “es nuestra identidad”, sostiene. 

Por eso, nada de asociarse “a los grandes imperios para ser como Nueva York, Berlín, Madrid o París”. “Nosotros tenemos que ser Latinoamérica, con un desarrollo y una repartición de la riqueza más generosa”. Y eso pasa por “el aprovechamiento de los recursos naturales y de su control”, como el yacimiento petrolífero de Vaca Muerta, en la Patagonia, que “da para 200 años” sacándole rentabilidad; el acuífero Guaraní, una de las mayores reservas de agua dulce del planeta; el potencial que supone las Malvinas. Eso por no hablar de la riqueza nacional, que es la tierra.

Pero hoy por hoy, “el panorama es muy difícil”, se lamenta. A unos meses de las elecciones de octubre, la esperanza la tiene puesta en el adiós del “radicalismo” que encarna el actual presidente argentino, que deja una deuda cifrada en más de cien mil millones de dólares. “Mis hijos y mis nietos la van a pagar”, denuncia. Y mientras tanto, Estados Unidos y Canadá llevándose el oro en bruto del país, donde ni siquiera han puesto en funcionamiento un horno de fundición para dar algo de trabajo a la población. Y las plantaciones de soja –legumbre de la que Argentina “está viviendo” y de la que es uno de los grandes exportadores”–, creciendo de un modo descontrolado, hasta destruir los campos de donde se obtiene la leche. Tampoco hay industria, porque la “poca que teníamos se destruyó” y “están cerrando las pequeñas empresas”.

En medio de este panorama que Borré describe como desolador lanza una llamada a “vivir con lo nuestro”; “dejar de querer ser la Europa de América”, que invita a vivir a niveles que no dan para todos, e insiste en recuperar “el criollismo”, que no es sino la identidad producto de una mezcla de razas y culturas que han dejado lo mejor de sí en la gran Argentina.