Ela Méndez, presidenta de Naturales de Ortigueira, de La Habana

El pleno del Consello “es muy interesante” porque en él “se discuten muchas inquietudes de las entidades”

La Asociación Naturales de Ortigueira de La Habana estuvo representada en el XII Pleno del Consello de Comunidades Galegas por su presidenta, Ela Méndez, descendiente de gallegos llegados a la isla caribeña a comienzos del siglo pasado.

El pleno del Consello “es muy interesante” porque en él “se discuten muchas inquietudes de las entidades”
Ela Méndez II
Ela Mández, durante la celebración del Pleno del Consello.

La Asociación Naturales de Ortigueira de La Habana estuvo representada en el XII Pleno del Consello de Comunidades Galegas por su presidenta, Ela Méndez, descendiente de gallegos llegados a la isla caribeña a comienzos del siglo pasado. Desde su condición de principal dirigente de la que fue –y todavía continúa siendo– la sociedad más grande de cuantas pueblan América Latina, Ela da cuenta, con cierto orgullo, de la importancia que tuvo entre el colectivo de gallegos esta entidad, que llegó a contar con 24.000 asociados y, gracias a su aportación, fue capaz de erigir el panteón más monumental del cementerio de Colón, que se dispone en tres plantas, dos de ellas, soterradas, con capacidad para más de 700 niños y 4.000 osarios.

Fundada un 24 de junio de 1928 por un grupo de ortigueirenses establecidos en La Habana y capitaneados por Antonio Couso García, Naturales de Ortigueira es la única asociación que fue levantada en dos países distintos por la misma persona. Antonio Couso, natural de la parroquia de San Adrián de Veiga, emigró a Cuba a principios de los años 20, pero a mediados de los años 70 se trasladó a Estados Unidos, concretamente a Miami, donde fundó la Casa de Santa Marta de Ortigueira, con cuyos dirigentes, Ela confiesa que mantienen muy buenas relaciones.

La sociedad se creó a raíz de la enfermedad que contrajo un gallego en la isla, lo que movió a Couso a buscar el apoyo de amigos y comerciantes dispuestos a levantar un edificio que proporcionase a los miembros de la colectividad los cuidados que necesitasen.

Los casi 6.000 socios con que cuenta a día de hoy la entidad la mantienen con vida, ya que son ellos, con sus aportaciones, los que contribuyen a su sostenimiento para que pueda seguir respondiendo al fin para el que fue creada: prestar atención hospitalaria y ayudar en el momento del fallecimiento a los gallegos con menos recursos.

En la actualidad, además de proporcionar asistencia social y sanitaria, es también lugar de reunión y aprendizaje de la cultura tradicional de Galicia. En ella se imparten clases de baile, danza, pandereta y se representan obras de teatro, porque en la entidad “no nos limitamos al ámbito benéfico, sino que cualquier fin sin ánimo de lucro” puede ser competencia de esta entidad, confiesa Ela.

Su participación en el pleno del Consello de Comunidades Galegas, a principios de diciembre, lo consideró “muy interesante”, porque en él “se discuten muchas inquietudes de las entidades”, confiesa. El relatorio de Política Social, del que formó parte, se centró en esta ocasión en detectar y ver la manera de proporcionar ayuda en los centros a las personas necesitadas y también en cómo canalizar a través de las entidades la información que la Secretaría Xeral de Emigración difunde para los que están dispuestos a retornar.

No es esta la primera ocasión en que Ela Méndez visita Galicia, en 2007 ya participó en el ‘obradoiro’ de nuevas tecnologías como parte de las actividades del departamento de Emigración de la Xunta. Casada con un gallego, y con una hija que estudia medicina, asegura que no le “molestaría vivir en Galicia”, aunque para nada tenga intención de regresar. “Lo que me molesta es el frío”, aseguró, cansada como estaba de la lluvia casi incesante que descargó en Santiago de Compostela durante los días que se celebró el pleno.