Los fondos recaudados fueron destinados a la construcción de escuelas para niños

El objetivo de las primeras sociedades era ayudar a sus coterráneos de Galicia

Las primeras sociedades se fundaron con el manifiesto propósito de obtener fondos para dotar de elementos indispensables a los pueblos de donde eran oriundos, tratando de apaciguar así, las sentidas necesidades de muchos de ellos.

El objetivo de las primeras sociedades era ayudar a sus coterráneos de Galicia
III.Lalín.Directiva 1909
Primera Comisión Directiva de la Sociedad Hijos de Silleda en 1909.

Las primeras sociedades se fundaron con el manifiesto propósito de obtener fondos para dotar de elementos indispensables a los pueblos de donde eran oriundos, tratando de apaciguar así, las sentidas necesidades de muchos de ellos.

Consecuentes con sus objetivos, pusieron en marcha proyectos y emprendimientos de diversa naturaleza. El entusiasmo, la responsabilidad y el amor que se volcaron en esas tareas hicieron que muchas de ellas se lograsen de manera inmediata y con éxito. Pero esa labor no se agotó en si misma, tuvo, por el contrario, una magnífica expansión con resultados sorprendentes en todos los órdenes. Muestra de ello han sido las filiales de estas Sociedades en La Habana (Cuba), en Montevideo (Uruguay), en Avellaneda (Municipio lindante con la Ciudad de Buenos Aires) y hasta en un barrio de esa Ciudad: Villa Urquiza. De este modo, en poco tiempo, los oriundos de otros partidos, ayuntamientos y parroquias de Galicia fundaron en Argentina más de 150 sociedades, en su mayoría para sostener escuelas.

En la edición del 6 de febrero de 1910 del ‘Correo de Galicia’, un periódico local de la época, se manifestó que “está operándose en el seno de nuestras sociedades y centros regionales un nuevo espíritu de justicia, de filantrópico españolismo y de regionalismo puro y sano, sin mezcla de egoísmo y pequeñas ambiciones”.

 Todo esto tiene empero su correlación socio-cultural y es que resultaba imperioso para todos aumentar sus recursos. En consecuencia, se recurrió a cuanta manifestación cultural, artística, danzante, gastronómica o de cualquier otro orden que fuera redituable.

Se reunió así, a emigrantes amigos y vecinos, se integró a sus familiares en la Sociedad, se comentaron las obras, se disfrutó de la música y las tertulias que permitieron la difusión de noticias y novedades del terruño. Estos hechos renovaron y permitieron vivir el milagro de la comunicación humana acentuando fuertemente la identidad lalinense.