Esta retornada de Venezuela regenta una juguetería-librería en A Estrada

Jeanette Valiñas: “La tienda estaba funcionando bien, pero lo difícil va a ser abril si el Gobierno no da ayudas”

La crisis del coronavirus amenaza con ralentizar el proyecto empresarial de muchos gallegos retornados que habían puesto su esperanza en Galicia, confiados en poder emprender una vida nueva en su lugar de origen. Con una tienda de juguetes y libros educativos arrancó Jeanette Valiñas su proyecto comercial en A Estrada, un municipio de la provincia de Pontevedra que ronda los 20.000 habitantes. 
Jeanette Valiñas: “La tienda estaba funcionando bien, pero lo difícil va a ser abril si el Gobierno no da ayudas”
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Jeanette Valiñas, en su juguetería-librería, en A Estrada.

La crisis del coronavirus amenaza con ralentizar el proyecto empresarial de muchos gallegos retornados que habían puesto su esperanza en Galicia, confiados en poder emprender una vida nueva en su lugar de origen. Iniciativas de lo más diverso se han desarrollado en los últimos tiempos en la comunidad autónoma gracias a la creatividad y al conocimiento que traen consigo muchos de los integrantes de este colectivo, algunos de los cuales, con esfuerzo y algo de osadía, han conseguido un alto grado de aceptación de sus propuestas, a juzgar por la progresión que han experimentado sus negocios. 

Con una tienda de juguetes y libros educativos arrancó Jeanette Valiñas su proyecto comercial en A Estrada, un municipio de la provincia de Pontevedra que ronda los 20.000 habitantes, de los cuales, tan solo más de 2.000 cuentan con edades comprendidas entre los 0 y los 15 años. 

Llegada de Venezuela, con dos niñas pequeñas, Jeanette eligió este núcleo de población por proximidad a Silleda, de donde son naturales sus padres, y también porque quería “dar algo bueno a estos niños”, comentó a ‘Galicia en el Mundo’ el pasado mes de julio.

Tiendas con libros y juguetes educativos proliferan cada vez más en grandes núcleos de población, pero pocos se atreven a llevar sus negocios a un municipio pequeño, como es A Estrada, donde la presencia de niños es considerablemente inferior a la de las grandes urbes.

Jeanette se atrevió a ello y le va bien. Al menos, “hasta ahora estaba funcionando bien”, comenta. Tanto es así que el pasado mes de noviembre se cambió a un local “más cómodo, más grande” en el que poder mostrar a los clientes una oferta más amplia.

Pero llegó la crisis, esta vez en forma de coronavirus, y con ella se abrieron las incertidumbres sobre su futuro y el del negocio. 

El problema no fue marzo, el mes pasado tenía liquidez para pagarle a la empleada que contrató por horas en la tienda, el problema llegará en abril, con el local cerrado una quincena y sin ingresos también este mes. Porque esto va para largo, se teme; “va a ser más de un mes”, dice, y si los autónomos no perciben ingresos durante este tiempo y tienen que hacer frente a los pagos, va a ser difícil mantener a flote la economía, reflexiona Jeanette, quien reconoce que “este tipo de situaciones son difíciles de gestionar”, porque “nadie pensó en una pandemia mundial; nadie calculó esto”.

El caso es que “si el Gobierno no da ayudas” negocios como el suyo se pueden ver perjudicados por un tiempo, porque “la tienda da [para vivir] como medio de subsistencia, pero sin ahorros”, asegura.

En mente tenía proyectado abrir otro establecimiento de estas características en alguna otra localidad gallega, pero “ahora no lo voy a poder hacer”, se lamenta.

Junto a sus dos niñas, esta psicóloga, que residió en Francia (donde estudió psicoanálisis) y en Bruselas, está totalmente integrada en A Estrada después de tres años residiendo en esa localidad –las niñas todavía más, porque para los niños “es más fácil integrarse”, dice–, y para nada le pesa el paso que ha dado instalándose en Galicia.

Valora igualmente la ayuda económica que la Xunta de Galicia, a través de la Secretaría Xeral de Emigración, le ha proporcionado, por su condición de emigrante retornada, para sacar adelante su negocio, porque “es una ayuda con la que no contaba”.

“Fue una ayuda importante para arrancar, porque los primeros dos años tienes muchos gastos”, y aunque “me las hubiera arreglado igual”, sin esa cuantía, ni el local ni la oferta educativa para los niños sería igual. “No me hubiera cambiado a un espacio más grande y no hubiese podido traer novedades”, reconoce.