Tanto ‘Matria’ como sus anteriores trabajos han germinado en la diáspora

La impronta del cine gallego estará presente en los Goya 2019 de la mano de Álvaro Gago, el cineasta vigués que conquistó a Redford

Álvaro Gago, el cineasta vigués que conquistó a Robert Redford en Estados Unidos, no deja de cosechar éxitos con su cinta ‘Matria’. Tanto ‘Matria’ como sus anteriores trabajos han germinado y nacido en la diáspora, donde ha pasado diez años de su vida. Un sinfín de premios avalan su labor en el cine y ahora está nominado a los premios Goya como mejor cortometraje.

La impronta del cine gallego estará presente en los Goya 2019 de la mano de Álvaro Gago, el cineasta vigués que conquistó a Redford
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La protagonista junto a compañeras de la conservera que aparece en el corto.

Álvaro Gago, el cineasta vigués que conquistó a Robert Redford en Estados Unidos, no deja de cosechar éxitos con su cinta ‘Matria’. Este joven director que abraza los éxitos con cariño pero que la gloria reside en el reconocimiento de su familia, principalmente de sus padres, ha querido desmantelar en este cortometraje los “falsos mitos sobre el matriarcado gallego”. Con los pies en la tierra y la cabeza puesta siempre en futuros proyectos, Álvaro Gago, confiesa que ha encontrado en “hacer cine” la mejor forma de mantenerse conectado con la gente que mejor conoce y con su tierra. Tanto ‘Matria’ como sus anteriores trabajos han germinado y nacido en la diáspora, donde ha pasado diez años de su vida. Un sinfín de premios avalan su labor en el cine y ahora está nominado a los premios Goya como mejor cortometraje. Contento por el recorrido y la visibilidad tan amplia que este trabajo ha realizado entre finales del 2017 y el transcurso del 2018 tanto en Galicia como fuera de ella, ha concedido esta entrevista a ‘Galicia en el Mundo’.

Pregunta. Ha pasado diez años de su vida en la diáspora, ¿qué puede contar de esta etapa?

Respuesta. No he sido el típico estudiante modelo de nueves o dieces y vengo de una familia con trayectoria científica, aunque si mi padre veía que sacaba músculo trabajando, el hecho de sacar un cinco también lo valoraba positivamente. Así que, estudié Comunicación Audiovisual en Pontevedra. En ese momento era una carrera que aglutinaba un poco de todo y, salvo dos profesores que me transmitieron su pasión y otra perspectiva sobre el cine, por lo demás, fue una carrera que no he disfrutado mucho. Fue una aglomeración de mucho con un contenido muy ecléctico. Me fui a Chicago para romper lazos, principalmente. Toda una aventura donde tuve que conocer a gente nueva, convivir con un nuevo idioma, en un nuevo país. Necesitaba ponerme a prueba, despejar la cabeza puesto que, no tenía nada claro el camino que quería tomar, reinventarme, descubrirme y, principalmente, romper con todo lo que había hecho hasta ese momento. Esos dos profesores me transmitieron el gusanillo por el mundo del cine. Uno de ellos, José Luís Castro Paz, hablaba de una forma tan apasionada de grandes del cine y de la historia en general que despertó en mí una gran curiosidad. Me atraía lo desconocido y Chicago fue una buena opción. Allí estuve un año e hice teatro. Me encantó el grupo con el que estaba. Me ayudó muchísimo con el idioma y a tomar la decisión de lanzarme. Dirigí pequeñas obras que fueron las culpables de avivar mi interés por la dirección. Me fui a Londres y me especialicé en cine. Echo de menos el teatro, quizás porque no es tan artificial como este campo; es un método menos mediatizado y más orgánico y existe una sensación de familia, algo difícil de conseguir en el mundo en el que me muevo ahora. Esa sensación de unión la echo en falta, aunque ‘Matria’ es algo especial. Creo que mi paso por el teatro ha marcado la forma en la que quiero rodar mis películas.

P. ¿Cómo y por qué nace ‘Matria’?

R. Francisca Iglesias Bouzón, Ramona en la pantalla, cuidó de mi abuelo muchos años. En ese momento yo también paraba mucho por Vilanova de Arousa localizando escenarios para otras películas o rodando vídeos familiares. Las circunstancias ayudaron a conocernos más y a profundizar en nuestras vidas. Ella me contaba sus historias y yo, las mías. Ahí nació mi admiración por ella y la necesidad de darle voz. A priori, tiré mucho de ella y, a posteriori, de otras mujeres de la conservera para construir el guion. No hay mucha invención en el escrito, sino que es más bien una composición de piezas, un puzzle surgido de una serie de entrevistas. Así se fue cristalizando el guion y, más tarde, nos centramos para que Francisca fuese la protagonista.

También conté con la ayuda de mi padre y mi tío, Alberto y José Gago. Ellos se encargaron de la producción. Su experiencia, conocimiento y contactos en el lugar han servido de aval para abrir puertas. Así conseguimos la fábrica de conservas, entre otras cosas. Entendían muy bien la metodología y tenían claro que había que hacer músculo durante meses para llegar al rodaje. También he contado con el apoyo de mi primo Miguel como ayudante de dirección.

P. ¿Cree que ha conseguido desmantelar el falso mito sobre el matriarcado gallego?

R. Aporto mi grano de arena. Lo bueno de esta cinta es que no da pie a tanta conversación sobre cine, sino que abre el debate, en este caso, a la cuestión del matriarcado. Es por eso, que creo que hemos conseguido visibilizar este mito. Lo que más me gustaría de mi trabajo es que más que hablar de cine como mecanismo o lenguaje traspasemos la pantalla para alcanzar la conciencia social. El matriarcado es un mito extendido por lo que los esfuerzos deben ser constantes y ‘Matria’ es sólo una piedra más en esa construcción.

P. ¿Qué destacaría de este trabajo?

R. Supongo que me quedo con el grupo y lo que se creó más allá del archivo fílmico de la película en sí. Se creó una gran atmósfera alrededor, nuevas relaciones que perviven a día de hoy y que tienen, honestamente, más importancia que la película. Los rodajes que se tratan con mimo pueden dar lugar a algo especial. Yo entiendo el cine como una forma de vivir. A través del cine no concibo crear un entorno alrededor de la producción o del rodaje que no me permita a mí o al resto del grupo disfrutar de lo que se está haciendo. Me quedo con el ‘feedback’ que creamos.

P. Conquistó a uno de los grandes referentes del cine, Robert Redford, y, aparte, se alzó con el premio al mejor cortometraje en el Festival Sundance que cada año organiza este famoso actor y director. ¿Marcó un antes y un después en su carrera profesional? ¿Cree que ha sido la antesala a una serie de premios y reconocimientos cinematográficos?

R. Que fue la antesala, por supuesto. Lo que no sé es hasta qué punto. Unas cosas arrastran a las otras. Más allá de lo que puede abarcar la película, ganar Sundance arrastra mucha opinión y prestigio, principalmente. Lo que más valoro de todos los premios es que dan visibilidad al trabajo. Por otro lado, debemos definirnos qué es el éxito y qué es la gloria. El éxito está muy bien, pero son momentos, luces y brillo como en el cine. Sin embargo, me quedo con la metodología del teatro y el carácter más familiar que lo rodea. Quizás todo vaya encauzado a mi forma de ser, pero prefiero quedarme con los momentos que convives y compartes con cada una de las personas con las que estás realizando el trabajo. Es indiscutible que ha sido un punto y aparte en mi carrera, es innegable porque Sundance atrae. Es una plataforma que todo el mundo mira, entonces hay puertas que se abren, aparecen otras a las que puedes llamar y que te reciban. Este año está siendo muy intenso y creo que necesito tener un poco de tiempo para valorarlo todo.

P. De todos los premios conseguidos hasta el día de hoy, ¿cuál es el más importante y por qué?

R. Supongo que Sundance porque fue inesperado. Fue un pack de experiencias, premio y algo muy emotivo. Ya el hecho de entrar en el festival fue inesperado y muy celebrado. Así que, cuando recibí el premio me quedé en shock. Recuerdo estar sobresaturado de emociones y de apenas poder utilizar la razón. Supongo que es uno de los momentos que más grabado tengo, aunque ha habido otros también muy buenos como los premios recibidos en Galicia y a donde Francisca, la protagonista, ha podido acompañarme. Para mí, estos momentos han sido muy emocionantes. Verla a ella subir al escenario y ocupar el lugar, que no lo hacen normalmente personas como Francisca, aunque deberían, es impresionante. Ver a una mujer a la que normalmente no se le reconoce nada que se levante todo un teatro para aplaudirle, es increíble.

P. Ahora está nominado a los Goya 2019 como mejor cortometraje con ‘Matria’. ¿Cómo se siente y cómo está alterando su rutina profesional y personal?

R. Estoy en una situación un poco caótica pero mi rutina profesional, en realidad, sigue su curso habitual. Ahora mismo estoy montando una película con mi primo Miguel Gago y muy concentrado en los nuevos proyectos. En este sentido no ha cambiado nada, quizás que en el entorno se respira un poco de excitación, pero sin grandes cambios.

Acogí la nominación con mucho cariño. Abrazo la nominación sin dudarlo porque implica que ‘Matria’ puede llegar a más gente, a alcanzar una visibilización hasta límites inesperados. Estoy encantado de lo que está pasando con la cinta, pero dándole siempre el valor que tiene sin volvernos locos. Aunque la recibí con mucha ilusión, a los cinco minutos ya estaba concentrado en la edición del siguiente cortometraje.

P. En marzo comenzará con el rodaje ‘Vigo, 16 de decembro’ por el puerto de Vigo y O Berbés. ¿Qué puede adelantar sobre este nuevo trabajo?

R. Es la primera vez que voy a rodar en un casco urbano. Es una historia que, a groso modo, abarca temas generales y menos específicos. Es un traslado del rural gallego al urbano y tendrá una protagonista de unos 35 años. Tengo problemas en desvelar el motivo de la historia, no por el tema material sino porque es un guion de quince páginas que se traslada a unos quince minutos de pantalla, con una línea narrativa muy sencilla y si desvelo más se fastidiaría el visionado (je, je). Es mejor mantener el misterio. De hecho, el título esconde varias lecturas e incluso un poco la temática, pero las pistas están tan escondidas que es difícil averiguarlo si no las conoces. La idea es que el público se enfrente a lo inesperado.

P. ¿Con qué proyectos cinematográficos sorprenderá Álvaro Gago en el futuro? ¿Cabe la posibilidad que en alguno de esos proyectos un tema tan candente y actual como la emigración del siglo XXI esté presente?

R. No es algo que descarte, además, es algo que me toca muy de cerca. No lo tengo claro, pero siempre he dicho que si en algún momento hago una película fuera de Galicia podría ser rodada en Inglaterra, pues fue el país en el que estuve viviendo más años, ya que en Estados Unidos sólo fueron dos. La historia trataría sobre la emigración, seguramente. Es complicado responder a esta pregunta, la verdad. Lo que sí puedo adelantar es que tengo dos proyectos ahora mismo en la cabeza, uno más pensado que el otro, que rodaré en Galicia, que son largometrajes y que no tienen que ver con la emigración.

P. ¿Cuál es su deseo navideño?

R. Creo que pasar un par de días sin teléfono, sin ordenador y disfrutar del tiempo con mi mujer y con mi hijo tranquilos. A nivel profesional, sin embargo, espero y deseo poder seguir trabajando y realizando los proyectos que a mí me apetecen. Más deseo o sueño que ese, imposible.