Federico Ribas, un artista vigués genial

O mar achegábase como sempre, para acariñar as praias de Bouzas, unha vila mariñeira moi cercana a Vigo, onde o comercio e o traballo da pesca, eran o día a día e a razón de ser. Federico Ribas Montenegro nacía el 26 de octubre de 1890. Cuenta Alberto Vilanova: “desde muy niño, a los seis años, comenzó a manifestar su irresistible afición al dibujo.
Federico Ribas, un artista vigués genial
Federico Ribas.

O mar achegábase como sempre, para acariñar as praias de Bouzas, unha vila mariñeira moi cercana a Vigo, onde o comercio e o traballo da pesca, eran o día a día e a razón de ser.
Federico Ribas Montenegro nacía el 26 de octubre de 1890. Cuenta Alberto Vilanova: “desde muy niño, a los seis años, comenzó a manifestar su irresistible afición al dibujo. Estudió el bachillerato, y sus padres, acomodados comerciantes, le animaron a estudiar medicina, pero hizo oposiciones para su ingreso en Correos, pero al ser reprobado en el último ejercicio, se dedicó al estudio de la escultura durante un año con el pintor y escultor asturiano Julio González Pola, marchándose después a la ciudad de Buenos Aires”.
En 1908 llega a la Argentina como tantos emigrantes gallegos. En su pequeña maleta llevaba algunas ropas, fotos familiares y algunos pinceles y lápices para comenzar a trabajar.
“Fui a los 19 años –nos cuenta Ribas–. Embarqué en mi pueblo, en Vigo... Un embarque con algo de aventura. En aquellos tiempos... Para burlar la vigilancia de las autoridades, los que estábamos comprendidos en la edad de las quintas, tomar el barco mar afuera, desde un remolcador, que aguardaba con los fugitivos. Todo estaba previsto. Bajaba la escala, y, venga!, arrriba, a la cubierta de tercera clase, claro; porque yo fui en tercera, claro está, como buen emigrante gallego... Recuerdo la salida, por entre aquellas islas Cíes, picudas, bruñidas, con un torrente de salitre... Y todos apilados allá, en la cubierta; las mujeres llorando; los hombres, con la cabeza gacha, y allá lejos la terra que iba perdiéndose...”.
Los primeros meses caminó en la búsqueda de trabajo, hasta que comenzó como pintor decorador. Más tarde empezó como colaborador de famosas revistas de la época, ‘Papel y Tinta’ y ‘P.B.T.’ en el diario ‘Última Hora’. Posteriormente se incorporó a la revista satírica ‘Caras y Caretas’. En aquella histórica y emblemática revista de actualidad y sátira, trabajaban dos destacados caricaturistas gallegos de gran eco, José María Cao y Juan Carlos Alonso.
“...Trabajé como decorador –cuenta Ribas– no sabía una palabra de eso cando me puse, pero, ¡qué remedio!, trabajé... Entonces en imprentas, en talleres de grabado. Por fin entré en un periódico a dibujar. La vida comenzó a sonreirme. De Buenos Aires pasé a París con unos miles de francos en el bolsillo”.
Después de algunos años en Buenos Aires juntó algún dinero para cumplir un viejo sueño: conocer París. Así fue como en 1912 llegaba a la capital francesa. Trabajó como director artístico de la revista ‘Mundial’, que dirigía Rubén Darío, y para ‘Le Rire’.
“No faltaba ni un sólo día –nos dice Ribas– a una de tantas academias libres que hay en París. Y allá, venga a pintar del natural, asimilando las corrientes estéticas del ambiente; pero siempre alerta, siempre sonando dentro de mí la moneda artística... Un día Antonio Linares me llamó para dibujar en ‘Mundial’, la revista que dirigía Rubén Darío...! Lástima que la guerra echase abajo tantas esperanzas! Rubén casi no iba por la redacción; él prestigiaba ‘Mundial’ con su nombre y con sus versos... Fue una época que yo evoco con morriña. En las páginas de ‘Mundial’ se publicaron aquellas admirables cabezas que hizo Vásquez Díaz ‘Compostela’ de Unamuno, de Nervo, de Rubén, de Juan Ramón.... !Qué años aquellos! Allá me casé con Georgina...”.
Con la declaración de la primera guerra mundial en 1914 se traslada a Madrid, donde se instala durante varios años. Realiza muchísimas colaboraciones para revistas y periódicos: Colaboró en ‘Faro de Vigo’, ‘El Pueblo Gallego’, ‘La Esfera’ (Madrid), ‘Blanco y negro’ (Madrid), ‘Nuevo Mundo’ (Madrid), ‘Buen Humor’ (Madrid), etc.
También encontramos poemas en gallego editados en el periódico ‘Galicia’ de Paz Andrade, firmados por Ribas Montenegro que creemos que son de su autoría.
Su tendencia artística estaba muy ligada al dibujo anunciador, la publicidad, el dibujo color de carácter galante, la moda, etc. En este género publicitario fue el heredero del artista Rafael Kirchner.
Federico pasaba largas temporadas en Galicia, o mejor dicho, su vida era un ida y vuelta entre Madrid y Galicia. Tanto en las tertulias en la capital junto a Dieste, Maruja Mallo o Fernández Mezquita o se juntaba en Vigo con los intelectuales de la época.
A partir de la amistad con el poderoso empresario Massó, Federico compró una casa en Beluso (Bueu) con el fin de recluirse en aquel hermoso paisaje creador.
Hacía algunos años, los veraneos en Bueu concentraban un buen número de intelectuales gallegos y extranjeros que por distintos motivos residían en Madrid. Es así cómo, durante tres años seguidos, el que fuese años después presidente de Venezuela Rómulo Gallegos, junto a su esposa y un grupo de exiliados de su país veraneaban en este pueblo marinero. Junto a los venezolanos –como los llamaban en el pueblo– era común encontrarse con Fernández Mezquita, Maruja Mallo, Johan Carballeira, el fotógrafo Kasado, de cuando en cuando el propio Castelao se acerca a las tertulias de los veranos, de aquella ensoñadora playa de Beluso donde el empresario Massó potenciaba este ambiente intelectual.
El alzamiento militar contra la república, el 18 de julio de 1936, encuentra a Federico Ribas en su casa de Beluso, allá estaban también disfrutando del verano Fernández Mesquita y su enamorada, la genial pintora Maruja Mallo. Los militares pronto se hacen cargo de la villa y comienza la represión. El alcalde recientemente electo Johan Carballeira es detenido y fusilado y así una serie de amigos de Federico.
La intuición sobre la gravedad de la situación le lleva a trasladarse hasta Vigo, donde estará escondido en la casa de unos familiares y desde allá cogerá un barco hasta la Argentina. El 7 de noviembre de aquel año fatídico, estará nuevamente en el puerto de Buenos Aires.
En aquella ciudad tenía amigos y un nombre ganado por su trayectoria artística. Era un hombre con gran experiencia en el mundo periodístico. Es así como fue nombrado director artístico de la gran revista argentina ‘Atlántida’. En su estáncia en este país realizó distintas exposiciones y colabora con distintos periódicos antifranquistas como ‘España Republicana’. Realizó una serie de dibujos o estampas sobre el terror cometido por el franquismo en la provincia de Pontevedra. A fines de 1949 regresó a España, falleciendo en 1952.
El artista gallego-argentino Luis Seoane dijo de él: “Volvió sólo a morir, falleció hace pocos años en Madrid un ilustre dibujante que realizó su obra, casi la mitad de su vida, en Buenos Aires... Ribas, no tenía morada fija. Se acostaba y comía en cualquier sitio. Federico Ribas fue, a partir de 1920 aproximadamente, el dibujante más cotizado de Madrid, como a partir de 1912 lo fue en Buenos Aires hasta su regreso definitivo. Federico Ribas trató siempre de mostrar una vida graciosa, amable, a través de un suave humor hasta hace unos veinte años, en 1936, cuando los muertos lo torturaron, igual que a Goya, que a Castelao, y en la intimidad de su taller dibujaba la crueldad y la muerte tal como un día la viera en nuestra costa de su mar de Vigo”.

[email protected]