Tribuna abierta de Elena Fernández

El Centro Gallego de La Habana, en el eje de la diplomacia

Ahora se conoce como el Gran Teatro Alicia Alonso, pero el escenario en el que Barack Obama se dirigió a los cubanos en su último día de estancia en Cuba fue en su tiempo el Centro Gallego de La Habana: lugar de reunión de la colectividad para eventos lúdicos y musicales y también para albergar a enfermos en su propio hospital, conocido como ‘La Benéfica’.

El Centro Gallego de La Habana, en el eje de la diplomacia

Ahora se conoce como el Gran Teatro Alicia Alonso, pero el escenario en el que Barack Obama se dirigió a los cubanos en su último día de estancia en Cuba fue en su tiempo el Centro Gallego de La Habana: lugar de reunión de la colectividad para eventos lúdicos y musicales y también para albergar a enfermos en su propio hospital, conocido como ‘La Benéfica’.

Levantado por iniciativa de la Sociedad de Beneficencia de Naturales de Galicia, en él se cantó por primera vez el himno gallego, un 20 de diciembre de 1907, y de su historia y devenir hasta nuestros días saben más que nadie los gallegos que todavía hoy permanecen en Cuba y a los que su propia historia ha dejado margen para ser testigos de la visita de un presidente estadounidense a la isla después del embargo, o del bloqueo, como gustan llamarle por tan añoradas tierras.

El Centro Gallego de La Habana, como así se refieren a él los corresponsales que estos días daban cuenta de la visita del presidente estadounidense a Cuba, es un edificio grandioso, del que se puede destacar su estilo neobarroco, los cuatro grupos escultóricos de mármol blanco de su fachada principal y la majestuosidad con que se alza en el Paseo del Prado (hoy José Martí). Por su teatro desfilaron las grandes figuras de la ópera y el ballet, la revista musical y la zarzuela, y su presencia en pleno corazón de la capital cubana habla de la trascendencia que alcanzó la colonia gallega en la isla entre finales del siglo XIX y mediados del XX.

Desde el Centro Gallego de La Habana y con motivo de una visita histórica a la isla, convertida en eje de la vida diplomática durante dos días, habló Obama a los cubanos de democracia y derechos humanos y defendió la actividad privada; desde el Centro Gallego comentó las similitudes existentes entre Estados Unidos y Cuba e invitó a aprovechar los puntos comunes entre ambos países para transitar por el camino de las buenas relaciones.

Que un edificio tan emblemático se convierta en noticia no es extraño cuando quien lo visita es el presidente de una potencia mundial como Estados Unidos; que ese edificio tan emblemático sea el Centro Gallego de La Habana, levantado gracias al espíritu emprendedor de los gallegos, debería ser motivo de orgullo y satisfacción para cualquier compatriota que lo escuche desde cualquier parte del mundo.

Ojalá Obama hubiese tenido interés en conocer algo de la historia de ese edificio. Ojalá alguien se lo hubiese contado. Ojalá hubiese tenido interés en saber quiénes son los gallegos, a lo mejor, alguien se lo hubiese aclarado.

“¡Los gallegos construyeron el Centro Gallego de La Habana!”, iría mascullando Obama de camino hacia la Casa Rosada.

¡Y eso que no sabe que en Santiago tenemos la Catedral!

¡Del marisco… mejor no hablamos, ni de grelos!