A pesar de que se aplazó la segunda convocatoria a Asamblea, por falta de propuestas

El Centro Gallego de Buenos Aires todavía aguarda un inversor que lo salve del cierre definitivo

El Centro Gallego de Buenos Aires continúa en un imposible compás de espera. Dicen que hasta marzo, fecha que Martín Moyano, el interventor judicial de la entidad, marcó en una entrevista radial en el programa ‘Con Vos’, como posible para que finalmente se concrete alguna propuesta de inversión, para la compra o el gerenciamiento, tantas veces prometida pero nunca materializada.

El Centro Gallego de Buenos Aires todavía aguarda un inversor que lo salve del cierre definitivo

El Centro Gallego de Buenos Aires continúa en un imposible compás de espera. Dicen que hasta marzo, fecha que Martín Moyano, el interventor judicial de la entidad, marcó en una entrevista radial en el programa ‘Con Vos’, como posible para que finalmente se concrete alguna propuesta de inversión, para la compra o el gerenciamiento, tantas veces prometida pero nunca materializada.

El presidente electo pero no asumido del Centro Gallego, Ramón Suárez, coincide en que marzo será un mes decisivo “para bien o para mal”, dice, “porque la entidad no resiste más dilaciones”.

“Si esto quiebra –señala Suárez– perdemos todos”. “Pero si no quiebra –agrega– que los que hoy se llenan la boca hablando del Centro Gallego me digan cómo vamos a hacer para preservar el patrimonio”.

En Ospaña, la obra social de los Emigrantes y sus Descendientes, que nació en el propio Centro Gallego de Buenos Aires hace poco más de una década, Suárez avisora una tabla de salvación y pregona, contra viento y marea, que el Centro debe volver a ocupar un sillón en su directorio, lugar del que fue desplazado el año pasado por un fallo judicial.

Las asambleas de socios previstas para el 28 de diciembre y el 11 de febrero fueron aplazadas a la “espera de una propuesta de inversión”. En marzo, asegura Moyano, una vez más, aparecería la anhelada carta de salvación.

Representantes de las agrupaciones políticas del Centro Gallego y el propio Interventor del Centro Gallego consultados al respecto por este medio rechazaron hacer declaraciones y brindar cualquier información. En lacónica respuesta a nuestra solicitud aseguraron: “No tenemos nada que informar”.

Por su parte, Suárez advierte que él nunca pudo tomar contacto con referentes del Grupo Rivera-Centene, corporación, que según rumores, estaba firmemente interesada en comprar el Centro.

Con quien sí se pudo contactar y conversar, el pasado mes de diciembre, explica, fue con “un grupo Inversor Olmos” que acercó una propuesta de gerenciamiento de la entidad.

Tras reuniones con representantes de los socios del Centro; con él y con el Interventor judicial, el ansiado acuerdo parecía al alcance de la mano. Sin embargo, en el último momento, un llamado de alguna alta esfera del gobierno nacional habría ordenado aplazar la operación, contó Suárez.

Este nuevo compás de espera, se abría con la promesa –añadió el directivo– de aportar los recursos para pagar el sueldo a los empleados del centro, unos 400 trabajadores que ya llevan más de 10 meses sin cobrar pero que persisten en sus puestos de trabajo con la esperanza de mantener el empleo si se concreta finalmente una operación de venta o de gerenciamiento de la entidad.

La promesa del Gobierno llegó tarde y mal, dijo el directivo, porque de los 10 millones prometidos solo llegaron 3; lo que ocasionó que el sindicato de los trabajadores de la Sanidad tomara el hospital en señal de protesta.

Los fondos procedentes de PAMI alcanzaron para pagar 6.200 pesos a cada empleado en actividad y la toma se levantó, indicó Suárez.

Sin embargo, para los trabajadores que se acogieron al plan de retiro voluntario (unos 800) no hubo nada. Y, entonces, fueron ellos los que tomaron las instalaciones nuevamente en protesta por el incumplimiento de compromisos.

“La situación no da para más”, aseguró Suárez. “Los socios no somos atendidos porque no hay dinero para poner en movimiento el Hospital. La situación es realmente insostenible porque hoy el socio del Centro Gallego está pagando una cuota, que no es nada despreciable, sin ninguna contrapartida. Yo personalmente tuve que ir a hacerle un estudio a mi hija menor, que es socia del Centro Gallego, a un Hospital Público”, apunta.

Ante el interrogante de por qué no asume la presidencia del Centro Gallego, sostiene que la elección se hizo “para normalizar el funcionamiento del centro”. “Yo no acepté un cargo –afirma–, yo propuse conformar una lista para llevar adelante la normalización de la institución, pero no puede haber normalización si se le deben 15 meses de salario a los trabajadores”.

“La normalización, para mí, –concluye– se va a dar el día que se venda o se entregue en concesión y se documente claramente, incluso ante las autoridades del Ministerio de Trabajo, el cobro de todas las deudas del personal. Ese día, para mí, el Centro Gallego va a estar normalizado”.