La institución, que se fundó hace 40 años, tiene problemas económicos desde 2015

El Centro Gallego de Bruselas anuncia su cierre al no poder hacer frente a las obras edilicias necesarias

El presidente del Centro Gallego de Bruselas, Miguel Palomo, hizo público un comunicado en el que anunciaba el cierre de la institución al carecer del dinero suficiente para hacer frente a las obras de insonorización que le exigen las autoridades locales.

El Centro Gallego de Bruselas anuncia su cierre al no poder hacer frente a las obras edilicias necesarias

El presidente del Centro Gallego de Bruselas, Miguel Palomo, hizo público un comunicado en el que anunciaba el cierre de la institución al carecer del dinero suficiente para hacer frente a las obras de insonorización que le exigen las autoridades locales.

Según se explica en el comunicado, los problemas económicos de la institución ya datan de 2015, cuando, tras los atentados de París, tuvieron que cerrar la institución unos días y cancelar algunas actividades. En 2016, los ataques en Bruselas obligaron a cancelar varios eventos y cayó el número de participantes en las actividades por miedo a otro ataque. Esto se sumó a la peatonalización de la zona que hace que el público no acuda a las actividades, explican en el comunicado.

A la ya complicada situación se sumó la llegada de unos nuevos vecinos al edificio contiguo y los constantes problemas por el ruido generado por el Centro Gallego. En esa situación, la institución gallega fue reduciendo horario y actividades. Tras conversaciones y mediaciones, las autoridades locales obligan a la institución gallega a realizar unas costosas obras de insonorización que, además, no son garantía de que se consiga el resultado adecuado para continuar con las actividades.

Palomo, que asegura que apeló a las autoridades públicas sin recibir respuesta, considera que es inviable realizar estas obras y por eso cierran.

40 años de historia

El Centro Gallego de Bruselas se fundó en la localidad belga de Saint-Gilles hace 40 años para que la comunidad gallega y española contase con un punto de encuentro. Poco a poco, el local se fue transformando en sala de fiestas, restaurante, discoteca, sala de reuniones y lugar de ensayo para perpetuar el folclore y la tradición.

En 1995, el presidente de la institución, que también tenía una empresa de construcción y reformas, fue llamado por la ciudad de Bruselas para tapiar las puertas de un local abandonado tras sufrir un incendio. En ese momento, Palomo le propone al propietario del céntrico edificio que le alquile el local por 30 años a cambio de renovar el inmueble. Dos años después, y tras el trabajo de muchos voluntarios de la entidad, se inauguran las nuevas instalaciones bautizadas con el nombre Tentación, en recuerdo de la tienda de telas que había antes con ese mismo nombre.

Durante más de 20 años, ‘A Tentation’ abrió sus puertas a la música y a los bailes del mundo, dando la bienvenida a más de 1.000 personas cada semana. Según recoge el comunicado, son más de 50.000 suscriptores que participan en una media de 300 actividades anuales.