Miguel Ángel Alvelo Céspedes, escritor

Para el amigo sincero que me dio su mano franca

Al escribir recordaba aquel poema del Apóstol de América José Martí ‘Cultivo una rosa blanca’, el mismo es uno de los poemas más célebres del escritor y político cubano, pone el valor de la amistad y la importancia de cultivar el amor sincero y puro, por ello estas letras van por ti “Fernando Amarelo de Castro amigo”.

Para el amigo sincero que me dio su mano franca
Libro Alvelo en Vilalba45-Dic.2013
Dositeo Rodríguez, Xesús Palmou, Miguel Ángel Alvelo y Amarelo de Castro, en la presentación, en Vilalba, del libro de Alvelo sobre Fraga y Fidel.

Al escribir recordaba aquel poema del Apóstol de América José Martí ‘Cultivo una rosa blanca’, el mismo es uno de los poemas más célebres del escritor y político cubano, pone el valor de la amistad y la importancia de cultivar el amor sincero y puro, por ello estas letras van por ti “Fernando Amarelo de Castro amigo”.

Corría febrero de 1990, y el carismático e histórico político de España don Manuel Fraga Iribarne ganaba las elecciones gallegas, sería el quinto presidente de la Xunta de Galicia en la democracia española con un 44,20% de los votos y 38 escaños. Llegaba la hora de internacionalizar Galicia.

El presidente Fraga Iribarne no se equivocó al escoger a un hombre sencillo, cercano por esa sonrisa atrayente para cada persona según sus características, don Fernando Amarelo de Castro, secretario xeral de Relacións coas Comunidades Galegas, su nombramiento publicado en el Diario Oficial de Galicia, número 45, un lunes 5 de marzo de 1990, Consellería de la Presidencia Administración pública. Llegaba el hombre de la “Galleguidad”, que es sentir vivo extendido por todo el mundo. Desde Alaska a Ushuaia. Desde Hammerfest hasta Cape Town. Desde Compostela a Sidney, en mi caso muy particular le dije un día eres el decano de la Emigración, y les recomiendo leer un libro de Amarelo que guardo con cariño cuyo título ‘A galeguidade, un sentimiento común’.

A Fernando Amarelo de Castro le viene la sensibilidad por la emigración, por ser nieto de un emigrante en Cuba, por eso digo que nadie entenderá la emigración mientras no la viva, por eso Fraga sí tenía ese recuerdo como hijo de emigrantes en Cuba, y tuvo la sensibilidad junto a Amarelo de organizar los programas de ayudas para los emigrantes gallegos, hijos, nietos para el exterior, fui yo uno de los beneficiarios de esos programas.

Recuerdo que la primera visita que realizó Manuel Fraga Iribarne al exterior fue la perla del Caribe –Cuba– en septiembre de 1991, y Fernando Amarelo, junto al Gallego Fernández, que era vicepresidente del Consejo de Estado, lograron revivir todo aquello como el Centro Gallego de La Habana, Rosalía de Castro, Artística Gallega, Sociedad de Ortigueira, etc.

Fernando Amarelo de Castro me recuerda a Phileas Fogg, de la obra de Julio Verne que se publicó en honor al noble inglés, que tenía un globo, y su tiempo límite eran 80 días (no confundir con Wily Fog). Pude preguntarle a Amarelo la estadística de sus viajes, por ejemplo incursionó a Cuba cerca de 28, y al área de La Plata en 70 viajes. Muy fácil se dice, pero todo eso costó mucho trabajo, constancia, y tesón.

No podemos olvidar el I ‘Encuentro Mundial da Galeguidade’, presidido por Fraga, que reunió a 12.000 emigrantes gallegos del exterior el 6 agosto de 1993 –Año Xacobeo– y se celebró en Santiago de Compostela, en la plaza de la Quintana, donde taquigráfica podemos leer síntesis de Fraga y Amarelo de Castro.

Fraga derrochaba con emoción estas palabras entrecortadas: “Recordar con agradecimiento a los que generosamente lucharon por Galicia, desde su particular ‘refugio’ en el extranjero, que ayudaron a construir la Galicia de hoy” y a “hacer la Galicia del futuro”, ni siquiera la distancia pudo impedir la aplicación de planes y programas concretos de actuaciones en favor de la galeguidade.

Fernando Amarelo vaticinó este I ‘Encuentro Mundial da Galeguidade’ no sería “el único”, sino que sería “el inicio de una serie de concentraciones periódicas que sirvan para ensalzar y reconocer públicamente la labor de la Galicia exterior en favor de su tierra”.

Con timidez conocí a Fernando Amarelo de Castro en 1998, fue durante la visita de Manuel Fraga Iribarne a Cuba; fue en los salones del Centro Gallego de La Habana, allí pude saludarlo y conversar por breve sobre mi Club de Natación Rosalía de Castro, también estaba con la ilusión de volver para Galicia, fue un viaje marcado en mi vida.

Hoy recuerdo a viejos amigos ya muertos que siempre me hablaban con orgullo de Amarelo, como el doctor Jesús Barros López, jefe de la Oficina Administrativa de la Xunta de Galicia; Juanito, presidente de Rosalía de Castro; Ildefonso Diéguez Vázquez,  presidente de los ayuntamientos de Taboada, Chantada y también fue presidente de la Federación de Sociedades Españolas de Cuba, perdón si me olvido de algún amigo.

Hoy siguen gracias a Dios vivos amigos de Fernando Amarelo que le recuerdan con nostalgia de aquellos viajes y encuentros. No puedo dejar pasar por alto al buen amigo  Domingo Regueiro, presidente de ‘Ferrol y su Comarca’; Alfredo Gómez Gómez, presidente de ‘Naturales de Galicia’; Felipe Cid, escritor; Roberto Ogando Zas, presidente del Centro Unión Orensana; el corresponsal de España para Exterior el doctor Manuel Barros del Valle; Julio Ramón Santamarina López, de la Artística Gallega; Enrique Repiso, jefe de la Oficina Delegada de la Xunta de Galicia; y Sergio Toledo Bueno, presidente de las Sociedades Gallegas en Cuba.

Siempre digo que los humanos nos recordarán por el Amor que podamos brindar, y me recuerda 1 Corintios 13, y Amarelo de Castro dejó sembrado esas semillas que hoy brotan con el tiempo. Tengo en mis manos un libro un poco empolvado titulado ‘Presencia Eterna de Gallegos en La Habana’. Su portada es el mar, la ruta de esos trasatlánticos cargados de emigrantes gallegos a Cuba, pero la obra trata sobre los panteones de las diferentes sociedades gallegas en el cementerio de ‘Colón’ de La Habana, que están divididos por provincias y municipios de Galicia, ubicado en la céntrica esquina de 12 y 23, en La Habana. Este cementerio es conocido a nivel internacional por sus nobles valores históricos, artísticos y arqueológicos. Este trabajo fue ver las condiciones de cada bóveda, su historia en su construcción, el poder recordar a los que no están.

Y por último, la visita del papa Juan Pablo a Cuba en 1998, marcó ese camino misterioso para la llegada del ‘cruceiro’. Esa tipología gallega, que fue minuciosamente realizada por la Escola de Canteiros de Pontevedra, el mismo descansa en la plaza San Francisco de Asís –centenaria–, y a pocos pasos de la bahía habanera que tanto ir y venir de embarcaciones y viajeros ha observado a través del tiempo. Su escultor, Enrique Velasco, recordó que el monumento incorpora las imágenes de San Cristóbal y Santiago, los patrones de la capital de Cuba, además de San Antonio, San Francisco, y la Inmaculada Concepción, patrona de la Catedral de la ciudad. Y fue Fidel Castro Ruz quien escogiera este lugar, porque recordaba a los emigrantes gallegos y españoles que transitaban por esta plaza al llegar a Cuba, por estar cerca del puerto de La Habana.

La pieza escultórica fue donada por el Sr. Manuel Fraga Iribarne, presidente de la Xunta de Galicia, en colaboración con la Oficina del Historiador de la Habana Vieja, y fue inaugurado por el Sr.D. Fernando Amarelo de Castro, en dicho acto asistieron el Dr. Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana Vieja, junto al embajador de España Excmo. Sr. D. Eduardo Junco Bonet. En el año 2000.

¿Cómo olvidarte Fernando?, pero sería injusto no recordar otros amigos de Fernando Amarelo de Castro, de la Secretaria Xeral de Emigración, a mi buen amigo Aurelio Miras Portugal, Santiago Camba, Antonio Rodríguez Miranda, Argimiro Ríos Iglesias, Juan Jesús Castellano Herrero, Ildefonso de la Campa, etc. Muy especial a nuestro presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, el hombre que continua los pasos de Manuel Fraga en el exterior.

Miguel Ángel Alvelo Céspedes

Escritor