Sánchez, gerente del Club, explica los detalles de esta “verdadera joya”

El salón Alhambra del Club Español de Buenos Aires, un testimonio del arte mozárabe, vivió una profunda restauración

El salón Alhambra es un testimonio del arte mozárabe que los fundadores del Club Español quisieron dejar en la Argentina. “Es una verdadera joya desde el punto de visto arquitectónico, histórico y artístico”, resaltó Juan Carlos Sánchez, gerente del Club Español de Buenos Aires, durante la conducción de José López Carballedo.

El salón Alhambra del Club Español de Buenos Aires, un testimonio del arte mozárabe, vivió una profunda restauración
Arg.Alhambra-Trabajos de restauración y Sánchez
Juan Carlos Sánchez detalla algunos de los aspectos que se han tenido en cuenta para la restauración de las obras.

El salón Alhambra es un testimonio del arte mozárabe que los fundadores del Club Español quisieron dejar en la Argentina. “Es una verdadera joya desde el punto de visto arquitectónico, histórico y artístico”, resaltó Juan Carlos Sánchez, gerente del Club Español de Buenos Aires, durante la conducción de José López Carballedo.

En una entrevista exclusiva con ‘Crónicas de la Emigración’, Sánchez señaló que con los trabajos de restauración que se llevaron adelante se buscó “dar una solución estructural que permita que esto siga cuando no estemos”.

Pregunta. Cuando asumieron la conducción del Club, ¿en qué condiciones encontraron el salón Alhambra?

Respuesta. Desde aquel momento ya veíamos que el salón tenía algunas dificultades. En primer lugar, las consecuencias propias del transcurso del tiempo. El salón sufrió la rotura de algunos de sus desagües pluviales, lo que ocasionó que los muros comenzaran a humedecerse y erosionarse. Por otra parte, este salón ha tenido varias intervenciones de restauración que no han sido exitosas, ya que fueron realizadas por gente que no tenía el conocimiento necesario. Incluso, en algunos casos se llegaron a reemplazar lienzos originales de Léoni Matthis.

P. ¿Por qué decidieron hacer esta obra ahora, en este momento?

R. Cuando José López Carballedo asumió la presidencia del Club Español de Buenos Aires, y me convocó como gerente de la entidad, hace 15 años, la institución tenía muchas dificultades; entre otras cosas la casa afrontaba 52 juicios, algunos de ellos por varios cientos de miles de dólares. Esas fueron las urgencias, y recién una vez resueltas pudimos abocarnos  a otras cuestiones.

P. ¿Cómo decidieron encarar la completa restauración del salón?

R. Pudimos comenzar con esta gran obra de restauración después de mucho bregar porque para hacer este trabajo no solo se requiere contar con importantes recursos  sino también con un equipo profesional de excelente nivel; como lo exige, además, la comisión nacional de monumentos nacionales históricos.

Gracias a Dios, desde hace unos años, contamos con el magnífico trabajo de la licenciada Estela Court, una profesional que goza de reconocimiento a nivel nacional e internacional, y su equipo de restauración.

P. ¿Cómo se organizaron los trabajos?

R. Dividimos el trabajo en dos etapas. En la primera se restauraron las obras del salón principal de la Alhambra: 18 marouflages originales de Léoni Matthis, y en la segunda etapa, se concluyó la restauración del salón.

P. ¿Cómo se restauraron los marouflages?

R. Es un tema que tiene cierta complejidad porque son telas adheridas al muro. En una primera etapa hubo que quitarlas del muro, colocarlas en mesas de trabajo y recomponerlas, lo que conlleva una serie de eventos que tienen que ser realizados en la misma tela, como la recomposición de las fibras, que en algunos casos presentaban un 70% de deterioro y en otros, el 100%, con lo que hubo que reemplazar absolutamente todo el entelado. A las que sí se pudieron recomponer hubo que quitarles la salinidad, producto del deterioro, estabilizarlas, etc. Las pinturas, que son verdaderas obras de arte, recrean todo lo que se veía hacia afuera (en el año 1908) desde la llamada sala de Emperadores en el Palacio de la Alhambra, en Granada.

P. Concluida esa primera etapa, ¿cómo continuaron los trabajos de restauración?

R. Una vez que se hubo realizado esto comenzó la etapa de recomposición. Previamente se realizó un exhaustivo relevamiento fotográfico de las obras para poder luego reproducirlas fielmente de acuerdo a su imagen original. A continuación, en cada uno de los lugares de donde se extrajeron los marouflages, se colocaron placas de aluminio compuesto, que contienen tres láminas: las dos placas de afuera en aluminio y en el interior un nido de abeja de un polímero especial para preservar las obras de la humedad, si volviera. Con esto, lo que se busca es darle a las obras una estabilidad definitiva. Finalmente se colocan las placas en el muro; una vez que el muro, previamente, ha recibido un tratamiento.

P. ¿Qué tratamiento recibieron los muros?

R. Los muros se reforzaron con una maza de estabilización que contiene una mezcla de polímeros con arena y cemento. Por último, se concluyó con un fino realizado con un producto hidrófugo para que no pase humedad que pueda contactar con placa protectora.

Estos trabajos se realizaron siguiendo recomendaciones del Museo del Prado (España) y de otras entidades que conservan obras adheridas al muro. Nuestra meta son los marouflages y el salón estén bien protegidos, por lo menos otros cien años.

P. Usted mencionó que uno de los problemas que enfrentaron fue la ‘humedad surgente’ ¿pudieron resolver ese inconveniente?, ¿cómo?

R. Por recomendación de la Comisión Nacional, hemos instalado en el subsuelo un sistema que disminuye la humedad. Son equipos antihumedad ‘Watertec’ que específicamente combaten la “humedad surgente”. Para dar una referencia, bajan 7 veces la humedad existente y la llevan a un nivel que no afectaría a las obras, ni los estucados. Los fabricantes vienen cada 15 días a chequear que el nivel efectivamente vaya bajando. El Club adquirió estos equipos porque consideramos que es importante dar una solución estructural que permita que esto siga cuando nosotros ya no estemos.

P. Otra de las características del salón son sus bellos estucados, ¿cómo los restauraron?

R. El moldurado lo hicimos en el Club, con nuestro personal. No fue una tarea sencilla porque lleva mucho trabajo, ya que buscamos una identidad total con el original. Ha sido una tarea que creo que nunca se había hecho aquí y lo estamos haciendo con una gran dedicación. Es dinero, es tiempo y un montón de cosas, que hicimos con toda el alma.

Por ejemplo, encontramos que los arcos, en los que se empotraban las placas de resguardo y las pinturas, tenían diferentes medidas y necesitamos hacer planos para cada uno de ellos y luego hacer el troquelado de cada una de las piezas de aluminio, lo que implicó realizar un trabajo completamente profesional y artístico.

P. El trabajo de restauración es costoso, especialmente si se realiza contemplando los máximos cánones de excelencia y profesionalismo, ¿contaron con el aporte de alguna institución o persona?

R. Sí, contamos con el apoyo de la Consejería de Trabajo y Seguridad Social de España en Argentina y contamos con el asesoramiento profesional de la Comisión Nacional de Monumentos. Sin embargo, los costos de estos trabajos superaron el monto de las ayudas y ha sido el propio Club, el presidente de la institución, José López Carballedo, e incluso yo (Juan Carlos Sánchez) quienes realizamos aportes adicionales con los que pudimos finalizar las obras. Son esas ganas de tener preservada esta joya que, desde el punto de vista arquitectónico, es única.

También desde el punto de vista histórico y artístico se puede decir que es única porque en ella han intervenido un gran pintor, escultor y modelista, como fue Francisco Villar, quien se ocupó del moldeo y la extraordinaria pintora francesa Léoni Matthis, autora de los marouflages.

El Club Español de Buenos Aires se fundó el 5 de septiembre de 1852. En el año 1908 comenzó a construirse el edificio que es actualmente su sede. Las obras concluyeron en 1911 y la inauguración oficial tuvo lugar al año siguiente, en 1912, para hacerla coincidir con los 100 años de las Cortes de Cádiz de la Constitución Española (1812).

El edificio social se denominó ‘Palacete’ o Palacio del Club Español y ha sido reconocido ‘Sitio de Interés Cultural’ por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y ‘Monumento Histórico Nacional’ por el Poder Ejecutivo.