EXTERIORES CONVOCA AL EMBAJADOR VENEZOLANO POR LOS INSULTOS DE MADURO A RAJOY

Sáenz de Santamaría anuncia que el Gobierno va a llamar a consultas al embajador español en Venezuela

La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, ha adelantado este viernes que el Ejecutivo va a llamar a consultas al embajador español en Venezuela, Antonio Pérez-Hernández, ante su “preocupación” por la “crisis política” que se vive en aquel país.

Sáenz de Santamaría anuncia que el Gobierno va a llamar a consultas al embajador español en Venezuela
Maduro-Marcha contra Amnistía
Nicolás Maduro, tras la marcha en contra a la Ley de Amnistía.

La vicepresidenta del Gobierno en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, ha adelantado este viernes que el Ejecutivo va a llamar a consultas al embajador español en Venezuela, Antonio Pérez-Hernández, ante su “preocupación” por la “crisis política” que se vive en aquel país.

Este anuncio se produce el mismo día en que el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación ha convocado al embajador venezolano en España, Mario Isea, para protestar por los insultos que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha dirigido al jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, a quien ha llamado “basura corrupta”.

En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, Sáenz de Santamaría ha calificado de “intolerable y lamentable” la actitud de Maduro, la cual, a su juicio, “dice mucho más de él que de los que en España defienden la libertad”. La vicepresidenta también ha expresado la “preocupación” del Gobierno en funciones por la situación que se vive en Venezuela, donde residen unos 200.000 españoles, y ha hecho un llamamiento a la “responsabilidad” y al “diálogo”.

Los insultos de Maduro

“Basura corrupta te digo, Rajoy. Basura colonialista, a Venezuela se le respeta”, dijo el jueves en el discurso que pronunció al término de una multitudinaria marcha por Caracas en contra de la Ley de Amnistía aprobada por la nueva Asamblea Nacional, controlada por la oposición.

Isea ha llegado a las 12.50 horas, 20 minutos más tarde de la hora a la que había sido convocado, a la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación situada en el céntrico Palacio de Santa Cruz, donde le esperaba el director general para Iberoamérica, Pablo Gómez de Olea. Isea ha exigido “respeto” para su país y ha arremetido contra las injerencias de “sectores muy poderosos del mundo” que, según él, buscan “desestabilizar” al Gobierno de Nicolás Maduro y de otras naciones latinoamericanas.

Así se ha expresado en declaraciones a los medios de comunicación al abandonar el Ministerio. Preguntado si respaldaba los comentarios de Maduro, Isea ha contestado que él apoya al Gobierno venezolano “constitucionalmente electo”, que “garantiza el Estado de Derecho social y de justicia” y que “ha decidido no ser el patio trasero de Estados Unidos”.

El diplomático ha enmarcado las dificultades que atraviesa su país dentro de una crisis del capitalismo global que favorece a “sectores que quieren controlar el mundo” y perjudica a “los trabajadores”. Isea, que apenas ha permanecido 20 minutos escuchando la protesta española, se ha comprometido a trasladar el mensaje recibido a su Gobierno y ha anunciado que el Ejecutivo de Maduro “responderá por los canales diplomáticos normales”.

¿Cómo funcionan las protestas diplomáticas?

La convocatoria a un embajador es una herramienta de protesta diplomática que se emplea para trasladar de manera formal el malestar del país que se considera ofendido por otro. En la escala de protestas diplomáticas, es el nivel anterior a la llamada a consultas (retirada temporal) del embajador de la nación agraviada.

En el último año, el Gobierno español ha convocado hasta en cuatro ocasiones al embajador venezolano para quejarse y llamó a consultas a su embajador en Caracas después de que la Asamblea Nacional venezolana declarara persona non grata al expresidente español Felipe González en abril del año pasado, cuando entonces el chavismo dominaba la Cámara.

Tres años de desencuentros periódicos

Desde la llegada de Nicolás Maduro a la presidencia de Venezuela, los incidentes con el Ejecutivo español han sido una constante. Maduro ha arremetido numerosas veces contra el presidente español cada vez que ha habido una muestra de apoyo hacia los presos políticos venezolanos, y también cuando el presidente venezolano ha necesitado crear un enemigo extranjero para desviar la atención de la opinión pública de su país.

Los desencuentros se suceden desde la jornada posterior a las elecciones que ganó Maduro en abril de 2013. El presidente electo se sintió entonces profundamente ofendido cuando el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, no reconoció inmediatamente su victoria ante unos resultados ajustados que la oposición cuestionaba pidiendo un recuento de votos.

El presidente venezolano reaccionó llamando a consultas a su embajador en España. A la investidura de Maduro, España no envió al Príncipe de Asturias, habitual en estas citas, sino al presidente del Congreso, Jesús Posada.

Una posterior visita del ministro venezolano de Exteriores a España recondujo la situación momentáneamente, pues Maduro volvió a criticar a España por los problemas que el presidente boliviano, Evo Morales, tuvo en julio de 2013 para sobrevolar el espacio aéreo de varios países europeos, ante la sospecha de que en su avión se escondiera el filtrador de documentos de la Agencia de Seguridad Nacional de EE UU Edward Snowden.

Maduro denunció públicamente que las autoridades españolas pretendían revisar el avión de Morales y dijo que Venezuela podría hacer lo mismo con el avión de Rajoy en su territorio para “ver si tiene droga o los euros que roban al pueblo español”. El presidente venezolano volvió a llamar a consultas a su embajador en España –y en otros países europeos– en señal de protesta.

En medio de estos desencuentros, el PP mantuvo su apoyo a la oposición venezolana y su cuestionamiento a los resultados de las elecciones de 2013, denunciando en reiteradas ocasiones que el candidato oficialista, Nicolás Maduro, abusó de los medios de comunicación públicos durante la campaña y precampaña.

Luego llegaron las protestas estudiantiles contra Maduro en febrero de 2014, que degeneraron en unos disturbios que el Gobierno atribuyó a un intento de golpe de Estado orquestado por EE UU y en los que murieron unas 40 personas.

El Gobierno español mantuvo en los primeres meses un perfil bajo, con llamamientos generales al cese de la violencia y al diálogo entre las partes, y decidió suspender la venta de material antidisturbios a las fuerzas de seguridad venezolanas.

Fin del perfil bajo

Hasta octubre de 2014, cuando Rajoy recibió en Madrid a Lilian Tintori, la mujer del líder opositor Leopoldo López, encarcelado después de que el Gobierno de Maduro le acusara de ser el instigador de las protestas de febrero.

Aunque Rajoy recibió a Tintori en la sede del PP y no en Moncloa para dejar patente que ese encuentro lo mantenía más como presidente del partido que como jefe de Gobierno, Maduro interpretó como una “injerencia” en los asuntos internos de su país que Rajoy pidiera la liberación de López.

Una vez más –la tercera– el presidente venezolano llamó a consultas a su embajador en España, Mario Isea, al que mantuvo cuatro meses fuera de su plaza. En ese periodo, los exabruptos de Maduro en relación con España se sucedían periódicamente, obligando al Gobierno español a protestar por esas salidas de tono.

Así ocurrió, por ejemplo, cuando Maduro responsabilizó al expresidente del Gobierno español José María Aznar de la muerte de más de un millón de iraquíes como consecuencia de la invasión del país árabe por parte de Estados Unidos y sus aliados. España respondió convocando al encargado de negocios de la Embajada venezolana, ante la ausencia del embajador, para presentar su queja.

La detención en febrero de 2015 del alcalde de Caracas, el también opositor Antonio Ledezma, obligó de nuevo al Gobierno español a pronunciarse y a pedir al Ejecutivo de Maduro “un comportamiento acorde a un Estado de Derecho”. Rajoy ha recibido también a la esposa de Ledezma, Mitzy Capriles, cuando ha visitado España.

Cuando en la legislatura pasada, el Congreso de los Diputados reprobó, a iniciativa del PP y con los votos a favor de PSOE, UPyD, CiU y PNV, al Gobierno de Maduro por la detención de líderes de la oposición, Maduro reaccionó llamando “racista” a Rajoy y amenazó con nuevas medidas contra España.

“Sicario”, “racista”, patrocinador de actividades terroristas o instigador de “intentonas golpistas” son algunos de los insultos y acusaciones que Maduro ha dirigido en el último año contra Rajoy y que han motivado las anteriores convocatorias del embajador venezolano en Madrid.

En enero pasado, Exteriores también convocó al embajador venezolano para pedir explicaciones por el viaje de miembros de la CUP, Podemos y un familiar de una etarra a bordo de un avión oficial de la Fuerza Aérea de Venezuela para asistir a un seminario sobre el principio de autodeterminación de los pueblos de España en diciembre de 2014.