El ambicioso proyecto de reconstrucción se inició en 2016

La Nacional inauguró su nuevo restaurante, el proyecto de más envergadura en la celebración de su 150º aniversario

La Junta Directiva de La Nacional, entidad de referencia en Nueva York, ha realizado el proyecto de más envergadura para celebrar su 150º aniversario, la inauguración del nuevo restaurante de la sociedad. Todo un ambicioso proyecto, todo un excepcional logro por sus resultados, y aún más, todo un reflejo del mejor espíritu de voluntariado, de valiosas contribuciones económicas y ayudas. El proyecto de la reconstrucción del restaurante se inició en 2016 y recientemente se inauguró con un gran éxito.

La Nacional inauguró su nuevo restaurante, el proyecto de más envergadura en la celebración de su 150º aniversario

La Junta Directiva de La Nacional, entidad de referencia en Nueva York, ha realizado el proyecto de más envergadura para celebrar su 150º aniversario, la inauguración del nuevo restaurante de la sociedad. Todo un ambicioso proyecto, todo un excepcional logro por sus resultados, y aún más, todo un reflejo del mejor espíritu de voluntariado, de valiosas contribuciones económicas y ayudas desde la más modesta hasta otras destacadas. El proyecto de la reconstrucción del restaurante se inició en 2016 y recientemente se inauguró con un gran éxito.

Un poco de historia

Fue allá en 1868, hace ahora 150 años, cuando se establece la primera institución de españoles emigrantes en los Estados Unidos, la llamada Casa Social de la Unión Benéfica Española, o en su nombre inicial en inglés, The Spanish Benevolent Society, como hoy muestra la placa a su entrada. Un grupo de españoles emprendedores y preocupados por sus compatriotas que llegaban desamparados al puerto de la ciudad de Nueva York, abren una modesta casa de acogida.

No estaba en la ahora conocida Calle 14, por entonces tan solo una futura ‘Little Spain’. Sus inicios son en el Nº 151 de la Calle Bowery, 17 manzanas más al sur. Allí estuvo durante casi 50 años ese centro inicial de acogida y actividades para los españoles emigrantes.

Parece mentira, pero los primeros años del siglo XIX, en su desarrollo vertiginoso, la zona poblada de la Ciudad de Nueva York se reducía apenas a las zonas al sur de Wall Street, algo más de un centenar de manzanas relativamente pequeñas en el cono sur de la ciudad. En 1838, tan solo unos 40 años después, las zonas pobladas sobrepasan Bowery y lo que es hoy la Calle 14 misma. Y para el 1868, tan solo 30 años después, las zonas pobladas estaban sobrepasando la Calle 60, con núcleos de población que llegaban hasta la Calle 135. Este es el año en que la Unión Benéfica Española se funda en la Calle Bowery.

No es de extrañar, que, a este mundo en ebullición y desarrollo vertiginoso, estaban llegando los españoles en números crecientes, exiliados de las revoluciones y guerras también civiles que la Madre Patria experimentaba por esas épocas.

No es mucho lo que sabemos del medio siglo inicial de La Nacional. Mi propia investigación ha sido muy somera y es proyecto para el futuro.

Sí que hay un documento curioso, pero preciso, y fechado tan solo tres años tras la fundación de la Institución. Ya es conocido de los directivos de La Nacional. Se trata de una nota de prensa del ‘The New York Times’ (periódico que se había fundado tan solo veinte años antes, en 1851). Está fechada el 16 de noviembre de 1871. Adviértase que es justo el tercer aniversario después de la fecha fundacional. Esta nota de prensa, suponemos en las páginas sociales del periódico, se titula ‘Ball of the Spanish Benevolent Society’. Claro ‘Ball’ en inglés tiene una clara connotación de baile formal de sociedad, de evento señero en una organización, más que lo que en español sería el término “baile”.

Los datos que da son elocuentes. Dice (mi traducción): “El tercer baile anual de la Sociedad Benéfica Española que tuvo lugar anoche en el local de asambleas del Centro Teutonia en la Tercera Avenida cerca de la Calle Dieciséis, tuvo un éxito tan sobresaliente como podían haber sido las expectativas más optimistas de los organizadores. Sobresalió por el destacado carácter de los asistentes, de modo especial por la aparición de las damas, deslumbrantes tanto por sus vestidos y su fisionomía, como por sus bailes animados y airosos. La Asociación cuenta ya con 130 socios y tiene como meta la ayuda a los españoles indigentes en esta ciudad”. Y a continuación cita los miembros de la Junta Directiva, con su presidente al frente, F. Llado. Adviértase que afirma ser ya el tercer evento de la Asociación. Está claro que el primero fue en 1868.

Es además intrigante observar cómo el joven, pero ya diario señero de la Ciudad de Nueva York en 1871, el ‘The New York Times’, se ocupa con claro interés de la colonia creciente y obviamente relevante de los españoles.

Con inicios tan prometedores, podemos suponer que la institución progresó y creció pues pasado ese periplo en su sede en la Calle Bowery adquieren en junio de 1920 el edificio de cinco plantas de la Calle 14, en lo que ya se consideraba “la parte más céntrica de la ciudad” de Nueva York. Así lo atestigua un Boletín por esas fechas.

El escritor de este boletín era nada más ni nada menos que don José Camprubí, el entonces presidente de la ‘Casa Social de la Unión Benéfica Española’, quien a su vez, por las mismas fechas (1920), fundó ‘La Prensa’. Hoy es el diario más antiguo y de mayor tirada en español de la ciudad de Nueva York. En contra de lo que muchos pensaron y piensan, la fundación de ese periódico fue netamente española.

El Boletín mencionado es de sumo interés pues nos ofrece datos vivos de lo que entonces era La Nacional. El articulista la llama “nuestra casa…, que tiene sus puertas abiertas a todos”. Habla de cómo en ella se instalarán una biblioteca, billares, mesas de dominó, un salón para conciertos, conferencias y exhibiciones, clases de instrucción y una clínica”. Con todo ello, hace una llamada calurosa para que todos contribuyan económicamente a su financiación pues de nuevo, es “la casa de todos”.

Naturalmente, desde la atalaya de hoy, todos sabemos que esa casa se desarrolló y amplió tal como lo habían previsto y con el apoyo de muchos españoles. Es interesante advertir que no se menciona restaurante entonces, aunque no podríamos dudar de que se daban comidas.

Estos son los comienzos de lo que en aquellos años ya, esta ‘zona céntrica’ en Nueva York iba adquiriendo el renombre de la ‘Pequeña España’.

No es mi intención hacer aquí una crónica completa de este casi un siglo que nos separa de aquel 1920, o del siglo y medio de su historia. Lo dejo como proyecto futuro. Basten por ahora las pinceladas esbozadas arriba.

Quiero más bien centrarme de momento en este año del sesquicentenario, su 150º aniversario. En este jubileo histórico se está realizando una amplia variedad de eventos para celebrarlo. El primero de ellos fue el III Congreso de lo que ahora se conoce ya como FAEUSA, la Federación de Asociaciones Españolas en los Estados Unidos. Se celebró el día 16 de marzo en La Nacional, y el 17 en Casa Galicia. En esa ocasión, doña Marina del Corral Téllez, secretaria general de Inmigración y Emigración concedió oficialmente la Medalla de Oro de la Emigración a La Nacional, que recibió en su nombre su presidente, don Antonio Morales.

Habrá otra serie de celebraciones que tendrán lugar en noviembre de este año, propiamente la fecha aniversario de la incorporación de la institución. 

Un restaurante estrella

Si bien las metas primarias de La Nacional han incluido desde el principio la ayuda a los emigrantes españoles necesitados, el mantenimiento de la cultura española, y otras actividades sociales, con el tiempo tuvo también un bar y restaurante, habitual en tantos centros españoles en el exterior. Pero la Junta Directiva tenía algo mucho más ambicioso para el futuro inmediato.

Por ello, el proyecto de más envergadura para celebrar este sesquicentenario, “el plato más fuerte”, si así podríamos hablar, era la inauguración del nuevo restaurante de La Nacional.

Todo un ambicioso proyecto, todo un excepcional logro por sus resultados, y aún más, todo un reflejo del mejor espíritu de voluntariado, de valiosas contribuciones económicas y ayudas desde la más modesta hasta otras destacadas, con ese mismo espíritu que ya se reflejaba, como tema central, en el escrito de 1920 al que nos hemos referido arriba.

El proyecto de la reconstrucción del restaurante se inició en 2016. Había una meta clara, una idea motriz. Durante las décadas anteriores el restaurante había sido inadecuado y poco sintonizado con el espíritu de la comunidad española de nuestra época.

Con todo, en la década y media más reciente, el último concesionario que llevó el restaurante fue Lolo Manso, un asturiano que sí logró darle renombre como “restaurante español” con buenas reseñas de la prensa culinaria tanto angloamericana como hispana. Consiguió atraer no solo “al español de a pie” sino hasta reseñadores de la prensa culinaria de calidad que lo consideraron como un destacable “restaurante de nicho” que merecía ser frecuentado por los amantes de la cocina española auténtica.

Posiblemente este fue ya el impulso que llevó a la directiva de la Nacional a lanzar ideas bastante más ambiciosas y sin duda creativas. Primero quisieron dar un paso decisivo. Ese restaurante iba a ser propiedad y proyecto de La Nacional, y llevado por La Nacional. Querían crear un ámbito físico señero, modestamente elegante, aunque sin lujos, que reflejara y pudiera atraer lo mejor de la gastronomía española contemporánea más creativa y exitosa. Querían dar acogida a chefs traídos de España, y ofrecer ciclos de formación a nuevos chefs españoles jóvenes de ambas orillas que se prepararan allí. Incluso se les ofrecería a estos jóvenes una habitación en La Nacional misma para quedarse durante el período de preparación para el que habían sido elegidos.

Por eso, desde el principio quisieron establecer un antes y un después. Del antes, por las fotos que hemos visto, quedaban tan solo los ladrillos de las paredes, las vigas del techo, y el suelo bajo las baldosas antiguas. Dieron riendas sueltas a sus ensoñaciones y pusieron manos a la obra para convertirlas en realidad.

Como hemos mencionado, querían reflejar el espíritu de equipo, de voluntariado, y de apoyo del colectivo español en su sentido más amplio. El trabajo de diseño arquitectónico quedó en manos de una joven arquitecto norteamericano, Dubravka Antic.

La diseñadora barcelonesa Neus Burillo llevó adelante la gestión del proyecto a un coste fraccional de lo que justamente podría haber percibido. A su lado, trabajaron en la obra los diseñadores españoles Javier Ríos y Claudia Levy. La fotógrafa y pintora sevillana África Aycart realizó trabajos artísticos que se exhiben en La Nacional.

Para el reducido espacio con el que contaban, tenían que planear cocina, mostrador de servicio, bar con sillas alrededor, sección con mesas de comedor, otra sección con butacas algo más formal, amén de un reservado para pequeños grupos y tertulias. Y además que todo ello fuera “bueno, bonito y barato”.

Qué maravilla que así lo lograron. Ya preparándose para la inauguración del pasado 30 de mayo, invitaron al presidente de una empresa española de productos alimenticios para visitarlo. Al verlo se quedó gratamente sorprendido y comentó: Esto vale más de millón y medio. La respuesta de Robert Sanfiz, el director ejecutivo, fue: Bueno, eso es más o menos el valor de lo que ves. Pero el coste neto para La Nacional es de unos trescientos mil dólares.

Y así es. ¿Cómo se las han arreglado? Supieron usar las mejores y más genuinas artes de gestión para conseguir que los diseñadores/arquitectos les cobraran más o menos la mitad de su precio de mercado. A Fagor le convencieron de que les suministrara los electrodomésticos más modernos para el restaurante también con un 50% de descuento. Dos de las cerveceras más destacadas de España, la Estrella de Galicia y Mahou-San Miguel, instalaron equipos ultramodernos para servir sus cervezas, a un precio casi de muestra. Las baldosas Roca del piso son contribución gratuita de Roca USA. Tanto Porcelanosa como Cosentino donaron baldosas y baldosines decorativos como contribución gratuita. Las artísticas lámparas decorativas de las paredes son del diseñador gallego Arturo Álvarez. Y así otras aportaciones.

¡No está mal! Mejor diría, es un logro llamativo lo que han conseguido con su poder de persuasión y múltiples iniciativas.

La inauguración del restaurante

Por supuesto un proyecto de tal envergadura, de tan altos vuelos y futuros logros merecía una fiesta de lanzamiento por todo lo alto.

La directiva de La Nacional hizo su labor dedicándose con ahínco y reuniendo un equipo de voluntarios para realizar este evento.

Trajeron a un equipo de cocineros “con nombre” de Valencia, encabezados por Jordi Morera, acompañados de Salvador Bruguera y Gracia Sales, y de quien va a ser el chef del restaurante, Francisco Javier Parreño. Los cuatro prepararon un menú de degustación tan exquisito, que hasta los exóticos nombres de los diversos platos que se iban sirviendo añadían clase y deleite a la degustación: Gazpacho andaluz deconstruido en texturas, ventresca de atún con ligero escabeche de vinagre español, pulpo a la gallega con cremosa de patatas, arroz meloso con secreto ibérico de setas y alcachofas, picada de carnes con crujiente de chiribía. Y de postre, flan con helado de caramelo y cremoso de galletas. Con semejantes deleites, bien regados con vinos de Rioja y cervezas Estrella de Galicia y Mahou-San Miguel, y coronados con un café Candelas, según muchos, el mejor café de España, ¡quién no iba a salir saboreando la experiencia todavía muchas horas después!

El evento había sido organizado primariamente para todos los colaboradores que habían participado en el proyecto, destacadas personalidades, y la prensa española y neoyorkina. En el salón de actos del piso principal se ofrecía un espectáculo de flamenco.

El director ejecutivo, Robert Sanfiz, segunda generación de españoles en los Estados Unidos, y alma del proyecto, dijo unas palabras sencillas pero llenas de emoción, de agradecimiento a cuantos habían contribuido al proyecto y llenas de esperanza por el futuro que esperan para el nuevo Restaurante de La Nacional.

Allí estaban también los miembros de la Junta Directiva de La Nacional. Mención especial merece uno de ellos, Maximino Vázquez, nacido a escasas puertas del Centro, que ha vivido toda su vida familiar y profesional hasta hoy en su vecindad.

Allí estuvieron para esta apertura Helene Stapinski del ‘New York Times’, Tom Downey del ‘Wall Street Journal’, Tony Perrotet del ‘Smithsonian Magazine’, Nina Roberts de ‘Forbes’, y otros. También estaban Almudena Ariza de Televisión Española, y por parte de ‘El Diario-La Prensa’, Lisette Pérez y Rafael Cores. No olvidemos, éste es el diario que había sido fundado por el que fue presidente de La Nacional cuando en 1920 se adquirió ese mismo centro. Y un par de días después, se presentó por allí de visita sorpresa nada menos que Florence Fabricant, la destacada decana de la prensa gastronómica neoyorkina y columnista del ‘New York Times’.

¿Campanas al vuelo? Todo indica que La Nacional merecía ese repique.

Según nos afirma Robert Sanfiz, la prensa americana estaba impresionada. El ambiente, según este asistente que esto escribe, era campechano, cordial, intrigante por eso del quién es quién. Sin duda el público estaba impactado por la experiencia excepcional.

Y un interrogante: ¿Cómo habrían visto los asistentes a aquel baile del tercer aniversario de la Spanish Benevolent Society en 1871, si hubieran tenido la oportunidad de transportarse por un túnel del tiempo a este 30 de mayo de 2018? Cada uno de los lectores tendrá tal vez una respuesta diferente. Lo dejamos a sus devaneos.

El restaurante se abre al público el 15 de junio. Inicialmente tendrá solo horario de cena y en el otoño se ofrecerán ya comida y cena. Nadie podría dudar que todos los productos y platos que se sirvan serán netamente españoles. ¿No cualifica esto como promoción modélica de la Marca España?