Consejero en el CGCEE por la Federación de Instituciones Españolas en el Uruguay

Javier Carballal: “Conservar o no la nacionalidad debe ser decisión propia, pero la información tiene que funcionar”

Su contacto con la España de sus progenitores comenzó a edad muy temprana. Con sólo un año, Javier Carballal, presidente del Centro Español de Maldonado, ya frecuentaba la entidad asociativa, fundada, entre otros, por su padre. Esa vinculación con España del que también es vicepresidente de la Federación de Instituciones Españolas en el Uruguay (FIEU) lo mantiene muy al tanto de lo que ocurre en el país, empezando por el conflicto catalán, sobre el que estos días se le solicita su opinión en emisoras de radio en Uruguay y del que, como otros muchos en la emigración, se muestra buen conocedor.

Javier Carballal: “Conservar o no la nacionalidad debe ser decisión propia, pero la información tiene que funcionar”
Javier Carballal con otros consejeros
Javier Carballal con otros consejeros, durante el pleno del pasado mes de junio.

Pregunta. ¿Qué piensa de la causa catalana?

Respuesta. Es difícil hacer una valoración desde una distancia de 10.000 kilómetros. Yo soy partidario de movilizar a la gente cuando las cosas no funcionan y me parece bien tener libertad, pero siempre dentro de la ley y no fuera. En este conflicto se está teniendo a la gente como rehén y me parece que eso no está bien. Creo que se tiene que abrir el diálogo urgente entre las dos partes. Tampoco estoy de acuerdo con la represión y sí a favor de la libertad de expresión y de pensamiento, pero los pasos que se están siguiendo no me parecen que sean los más adecuados.

Lo importante es que se haga una consulta dentro de la ley en la que puedan tener voz no sólo el pueblo catalán, sino toda España, porque Cataluña está dentro de España. Una vez hecha la consulta, que se respete lo que la gente votó. España tiene una Constitución y hay que respetarla.

P. Esta parece una lucha de los catalanes por gestionar los recursos propios, ¿cómo lo analiza usted?

R. Es muy difícil hacer una valoración cuando no se vive el día a día. Pero da la casualidad de que en el departamento de Maldonado, en el que yo estoy en Uruguay, el 82 por ciento de los recursos provienen del municipio de Punta del Este, del que soy alcalde interino. Entonces, yo también me hacía la misma pregunta: qué pasaría si nos propusiésemos gestionar nuestros recursos. La respuesta es que nosotros formamos parte de un departamento y de un país. No podemos pensar en separarnos porque tengamos un Producto Interior Bruto más alto. En este sentido, hay un cierto parecido con lo que ocurre en Cataluña, salvando las distancias, pero no está en nuestro ánimo ir por ese camino, al revés, nuestra intención es ayudar a los otros municipios con menos recursos y que no se hacen sustentables por sí mismos. De esa manera se consigue una igualdad en todo el departamento. Además, el dinero de Maldonado va al resto del país y del Gobierno central también viene dinero a Maldonado, y me parece lógico, como ocurre en España, porque para nuestro modelo de municipios se tomó como ejemplo el modelo de España. Mi planteamiento es este.

P. Como descendiente de español, concretamente del municipio lucense de Muras, se ve que está al tanto de la causa catalana, pero, centrándonos en la emigración, ¿cómo comenzó su vinculación con la colectividad?

R. Por mi padre y mi tío. También por mi padrino y el de mi hermano, que fueron fundadores del Centro Español de Maldonado. Ahí arranca la vida activa en el club. Mi padre siempre estuvo vinculado al centro y mi tío también, e incluso llegó a ser presidente.

En 2003 o 2004, uno de los referentes de la institución, Bernardo de Lorente, me invitó a participar en una directiva y ahí empecé, primero de vocal, después de tesorero y más tarde de presidente. Después de dos períodos, lo tuve que dejar porque no se puede ser presidente por más de dos seguidos, pero continué colaborando con la colectividad desde fuera. Posteriormente volví a ser elegido presidente y recompusimos el club en lo que se refiere a infraestructuras. Invertimos más de 120.000 dólares en obras en cuatro años.

Paralelamente me integré en la Federación de Instituciones Españolas en Uruguay (FIEU) que nuclea a las instituciones del interior y de Montevideo, con el cargo de vicepresidente, motivo por el que fui nombrado consejero en el Consejo de Residentes (CRE), lo que es todo un orgullo y nos permite trasladar ante los organismos de la colectividad todo lo que los residentes españoles, y más concretamente, los de Maldonado y Uruguay, están precisando.

P. La del pasado mes de junio fue su primera participación en el pleno del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior (CGCEE). ¿Cómo lo ha vivido?

R. En mi caso, el pleno respondió a mis expectativas, aunque, y así se lo hice saber a Ildefonso de la Campa cuando estuvo en Uruguay en agosto, me hubiera gustado que la información nos llegara con tiempo para poder preparar bien el pleno. El Consejo es un órgano en el que se pueden expresar los problemas de la diáspora y todo llega de primera mano. Los problemas los pudimos expresar todos, pero ahora hay que buscar la manera de solucionar las cosas, cada uno teniendo en cuenta la idiosincrasia de cada pueblo, porque todos hablamos español, pero todos lo hablamos distinto.

P. ¿Y cuáles son los problemas a los que alude?

R. El problema más grande que tenemos hoy en día en Uruguay es el de las pensiones. Las pensiones en el país van subiendo y hay españoles que perdieron la pensión que venía de España por muy poquito margen. No tiene nada que ver con la crisis, sino porque al subir la pensión en Uruguay se quedan sin ella. Lo bueno es que no se pierde la asistencia de salud.

Además de las pensiones, también es un problema lo que hace referencia a la nacionalidad. Muchos descendientes de españoles pierden la nacionalidad por falta de información. No es que la quieran perder y por eso no la renuevan, sino por falta de información. Muchos de ellos son chicos con estudios que, una vez finalizados, pretenden ir con sus títulos a España y se encuentran con que no son españoles porque no expresaron su voluntad de mantenerla entre los 18 y los 21 años.

Es cierto que las entidades del exterior son como consulados o viceconsulados sin tener el título; son el canal de información mediante el cual la colectividad tiene conocimiento de lo que ocurre, pero igual a veces no alcanza a todos.

A mí me parece bien que la pérdida de la nacionalidad sea una decisión propia, pero los cauces de información tienen que funcionar mejor para que los jóvenes sepan lo que tienen que hacer al alcanzar la mayoría de edad.

P. En algunos círculos se pide que ese requisito se realice de oficio para que nadie pierda la nacionalidad por desconocimiento de la ley. ¿Cuál es su opinión al respecto?

R. Que te den a elegir me parece que está bien, pero que se realice de oficio también puede estar bien. No estoy en contra de ninguna opción. Lo que está mal es que pierdas la nacionalidad tajantemente, pero lo bueno es que te den a elegir si la quieres o no.

P. Como integrante de la Comisión de Mujer y Juventud, ¿qué asuntos considera que le preocupan más en ambos apartados a los españoles en Uruguay?

R. Lo que más preocupa es la pérdida de la nacionalidad, independientemente de que se sea mujer o hombre.

P. ¿Cree que las instituciones del exterior responden a las exigencias de los jóvenes de hoy en día?

R. Las instituciones, para conectar con los jóvenes, lo que tienen que hacer es renovarse para hacerlas atractivas a ellos y así se puedan seguir manteniendo las raíces con España. Si no te renuevas, no sigues adelante y en Uruguay hay un gran patrimonio que hay que conservar.

P. Con respecto a las mujeres, ¿cuáles son los asuntos más preocupantes de este colectivo en Uruguay?

R. Concretamente, en Uruguay, las mujeres tienen su cuota de representatividad. En el Club Español hay cinco mujeres en una directiva de siete titulares, y en la Federación, son cuatro frente a tres hombres. Hoy las mujeres tienen el espacio que hace años no tenían para expresar sus problemas. Pienso que el CRE de Uruguay está muy bien representado en el Consejo por Inmaculada Cedre.

P. Y, ¿qué piensa del voto rogado?

R. El voto tendría que ser como antes, que la gente tenía la opción de votar o no votar. Lo importante es que el voto venga y que quien quiera participar, participe. Más democrático que eso no hay nada. De esta manera, con el voto rogado, está cerrada la puerta para que la gente participe.

P. ¿Cómo habría que establecer el control para que no se produzca fraude?

R. Eso es un tema de controles y de mejorar la información. Las instituciones de la diáspora tienen que tener un nexo con los consulados en el país en el que estén y estos tener a su disposición la lista de los españoles en el lugar, así como de los fallecimientos. Porque fraude se puede producir en cualquier lugar. Es más, en Cataluña, el pasado día 1 de octubre se vio cómo había gente que votaba hasta cuatro y cinco veces.

Con los censos hay información de primera mano. Además, en la emigración no hay tanta irresponsabilidad como para que alguien vote por otro que no es.

Hay mucha gente que, en otro momento, cuando estaban las cosas bravas en España, enviaba dinero desde Sudamérica para construir escuelas, polideportivos, etc., y ese derecho de votar me parece a mí que no está bien que se pierda. Hay que volver al voto como había antes, dejando la puerta abierta a los que quieren o no quieren participar.

P. ¿Cuál considera que podría ser la aportación de los nuevos consejeros, algunos de ellos, jóvenes, a la causa de la diáspora?

R. Es bueno que estén los jóvenes para que los asuntos se vean desde su punto de vista, porque, a veces, sólo se tratan desde el prisma de los mayores. La sangre nueva viene con ganas y ese empuje puede ayudar. No quiere decir que la gente que estaba antes no tuviera ese empuje y no presentara los problemas y no buscaran soluciones. Todo lo contrario, pero siempre que entra gente joven hay un cambio y eso es bueno para crecer.

P. ¿Cómo le gustaría que fuese la respuesta a sus reivindicaciones? ¿Cree que hay predisposición por parte del Gobierno?

R. A veces, los gobiernos no atienden a las peticiones. Pero eso no es para bajar los brazos, sino para trabajar mucho más. Lo importante es que todo lo que presentan los consejeros lo escuchen, después está en los parlamentarios la opción de escuchar el pedido del Consejo. Pero creo que con la fuerza y las ganas que hemos empezado todos, eso da un buen empuje para que se nos escuche.