Muchos no piensan en retornar, según una investigadora de la Universidad de Bruselas 

Los españoles emigrados en los últimos años a Bélgica valoran su salario por encima del que obtendrían en España

La vida social de los españoles desplazados a Bélgica entre 2008 y 2015 se desenvuelve con personas de otras nacionalidades, carece de conexión con las redes migratorias que tejieron en el pasado los trabajadores españoles y muchos de ellos tienen problemas para arrendar una vivienda.

Los españoles emigrados en los últimos años a Bélgica valoran su salario por encima del que obtendrían en España

La vida social de los españoles desplazados a Bélgica entre 2008 y 2015 se desenvuelve con personas de otras nacionalidades, carece de conexión con las redes migratorias que tejieron en el pasado los trabajadores españoles y muchos de ellos tienen problemas para arrendar una vivienda. Pese a todo, un porcentaje considerable prefiere establecerse en el país antes de retornar a España al considerar que sus remuneraciones laborales están por encima de las que obtendrían en España, según queda reflejado en un trabajo de investigación realizado por Sarah Montes, de la Universidad Libre de Bruselas, del que se hace eco el número 41 del Boletín del Centro de Documentación de las Migraciones (CDM) en el apartado ‘Historias de las Migraciones’.

El documento, titulado ‘La nueva emigración española en Bruselas’ y difundido por el CDM con motivo de Día Internacional de las Migraciones –lo que tuvo lugar el pasado 18 de diciembre­–, se basa en un trabajo de campo con 211 encuestas realizadas a españoles llegados a la capital belga durante el periodo de crisis económica desatada a principios de este siglo.

La mayoría proceden de ciudades como Madrid, Barcelona, Valencia, Granada, Murcia y Málaga y entre las principales razones para elegir este destino destaca la creencia de que las instituciones internacionales ofrecen más oportunidades laborales que España.

El 66% de los encuestados eran trabajadores a su llegada a Bélgica, mientras que el 9% se encontraba en paro y el 10% se desplazó al lugar por motivos de estudios.

Los datos aportados por la investigadora, siempre relacionados con los 211 encuestados, reflejan que el paro y el empleo precario, así como las pésimas condiciones laborales, están en el trasfondo de este movimiento migratorio hasta el punto de que casi un 20% de los encuestados prefiere quedarse en Bélgica.

Los nuevos emigrantes están más cualificados que en el pasado (el 37,6% tiene estudios de postgrado y cuenta con experiencia laboral previa) y encontrar trabajo en Bélgica y conseguirlo en su especialidad profesional resulta para los españoles consultados más probable que hacerlo en España. Un 85,9% de ellos trabaja en la economía formal, sin embargo, un 14% tiene un empleo no declarado.

Los sectores en los que se ocupan, según el informe de Sarah Montes, son las instituciones europeas, la restauración y el sector turístico, donde desempeñan puestos de trabajo poco atractivos para los belgas. Las mujeres que ejercen de canguros y las personas que compaginan estudio y trabajo son las más afectadas por la economía sumergida. Aun así, consideran que las remuneraciones percibidas son más altas que las que obtendrían en España y el acceso a la educación les resulta igualmente más fácil.

Entre los obstáculos que deben superar figuran problemas con el idioma (el 28% de los encuestados asegura haber tenido contratiempos con el bilingüismo), para alquilar una vivienda (los arrendadores prefieren inquilinos más solventes que los españoles, porque cuentan con empleo fijo) y dificultad para relacionarse con nativos, lo que motiva que se socialicen más con personas de otras nacionalidades. Pese a todo, el 69% de los encuestados se sienten integrados en la sociedad de acogida y un 73% dice encontrarse a gusto en el país.