Tribuna Abierta de Francisco R. González Alonso

Canarias y su evangelización

El origen de Canarias se sitúa en la Era Terciaria, Período del Mioceno. Están situadas en el Océano Atlántico al noroeste del continente africano, y sus coordenadas geográficas son: latitud norte entre los 27° 37´ y los 29° 25´; y su longitud oeste entre los 13° 20´ y 18° 10´.
Canarias y su evangelización

El origen de Canarias se sitúa en la Era Terciaria, Período del Mioceno. Están situadas en el Océano Atlántico al noroeste del continente africano, y sus coordenadas geográficas son: latitud norte entre los 27° 37´ y los 29° 25´; y su longitud oeste entre los 13° 20´ y 18° 10´.
A su orogenia se le han aplicado distintas teorías: Platón hace mención de que son restos del continente hundido legendariamente conocido como ‘La Atlántica’.
Otras teorías manifiestan que son desprendimientos del continente africano, y, la tercera teoría aceptada científicamente, afirma que las Islas Canarias son de origen volcánico.
Históricamente permanecen siglos si ser conocidas, y por el Pico Teide nevado fueron descubiertas y visitadas en la antigüedad por egipcios, fenicios, griegos y romanos.
El nombre de Islas Canarias se debe al historiador romano Plinio que al conocer el legajo del Rey Juba II de Mauritania, conoce la existencia de unos perros que fueron traídos de una de las islas atlánticas “Islas Canarias” a su palacio como regalo de los aborígenes de Gran Canaria, isla de canes. Hoy día nuevas investigaciones lexicológicas, el nombre de Islas Canarias está por determinarse científicamente.
La conquista de las Islas Canarias la inician los normandos Juan de Bethencourt y Gadifer de La Salle en 1402, cuando el Papa Clemente VI nombra a Juan de Bethencourt príncipe de La Fortuna, pues ya para esa fecha las Islas Canarias se conocían como “Islas Afortunadas” asignado por los romanos.
Desde 1402 hasta 1496 nuestros aborígenes insulares lucharon arduamente con sus trogloditas armas defendiendo la soberanía de nuestras Islas Canarias, de forajidos y captores de esclavos que luego vendían en Europa.
Los castellanos que habían unificado en parte los reinos de la Península Ibérica, reciben del Rey de Portugal por una deuda con el Rey Enrique III, los derechos para terminar de conquistar Las Islas Canarias. Lo intentaron muchas veces pero siempre fueron expulsados de la isla de Chinet “Isla de Tenerife”, hasta que deciden catequizar uno de los jóvenes pastores capturado en la playa de Chimisay del Menceyato de Acaimo en Güimar, y fue llevado a la isla de Lanzarote donde estaban los catequistas de la conquista. Fue bautizado como Antón Guanche y permaneció durante siete años para recibir la formación académica y espiritual cristiana, que aceptó a cambio de que al ser catequizado lo volverían a llevar a su isla de Chinet. Fernán Peraza, padre del Guillén Peraza que intentó conquistar La Palma y fue herido mortalmente por los valientes defensores de Tanausú, ordenó la captura, su formación religiosa y devuelto a su menceyato de Acaimo. Esta estrategia se realizó con el fin de que Antón Guanche a su regreso, difundiera sus conocimientos para catequizar a su gente en el Menceyato de Acaimo, para facilitar la invasión pacífica.
Estratégicamente Fernán Peraza, días antes de dejar en la playa de Chimisay al catequizado ‘Antón Guanche’, coloca a la vera del sendero por donde pasaba el ganado rumbo a su pastoreo, una imagen morena de la Virgen María con un niño en su brazo derecho y una candela en su mano izquierda.
Cuando Antón Guanche es dejado en la misma playa donde fue atrapado por las fuerzas de Fernán Peraza, se dirige de inmediato para ver si sus padres aún estaban vivos. Lo recibieron con asombro e impresionados por la vestimenta que estaba usando, lo colmaron de atenciones y luego se dirige a los predios del Mencey Acaimo para rendirle obediencia. De inmediato Acaimo le cuenta todo lo ocurrido con la aparición de la imagen y sobre todo las manifestaciones sobrenaturales que tanto impresionaron a los pastores como fue el dislocarse uno de su brazos cuando intentó lanzarle una piedra para que se apartara del sendero y dejara pasar al ganado y también de salir herido en uno de sus dedos cuando el otro pastor quiso cortarle el dedo a la imagen para cerciorarse de que era un ser viviente.
El historiador Núñez de la Peña nos relata que después de que Antón Guanche solicita al Mencey Acaimo ser el custodia de la imagen, de inmediato promovió entre su pueblo la adoración de la imagen aparecida, que Acaimo había entronizado en una de sus cuevas.
Antón Guanche persuadió al Mencey para que la imagen fuese trasladada de su real cueva de Achbinico, hoy cueva de San Blas, donde se ordeñaba el ganado caprino, y por ser un paraje más independiente próximo al mar.
Su traslado fue aceptado por el Mencey y celebrado por los aborígenes con danzas, banquetes y juegos ístmicos que repetían todos los años por la misma fecha que aconteció el traslado, coincidiendo con el día dos de febrero.
No cabe duda que nuestra advocación religiosa se debe a la entronización de Nuestra Señora Virgen de Candelaria, nombre derivado de la candela que porta en su mano izquierda, hoy venerada no sólo en Canarias sino en todo el Continente Americano.
Su primera imagen se la llevó al mar un diluvio. La segunda imagen fue devorada por un incendio y la actual, está entronizada en el templo basílica construido durante el obispado de Don Domingo Pérez Cáceres, hijo ilustre del Municipio de Güimar.
Tampoco hay duda de que el conquistador se valió de la entronización de dicha imagen, para persuadir a un pueblo noble que confió su sentir espiritual en dicha imagen con poderes sobre naturales.
Tal fue su influencia que cuando el Gran Mencey Bencomo, solicitó la ayuda del Mencey Acaimo de Guimar para unirse en defensa de la isla de Chinet ‘Tenerife’, fue uno de los menseyes que se negó para luchar contra los castellanos conquistadores, pues con la entronización de la imagen en la cueva de San Blas, la defensa contra las tropas conquistadoras castellanas, se debilita al no participar el Menseyato de Güimar.
Es así como se inicia nuestra evangelización cristiana que hoy todos celebramos, más no debemos olvidar que fue una estrategia de los conquistadores castellanos, ante la imposibilidad de invadir la patria guanche por la gran resistencia que había manifestado nuestro valeroso pueblo aborigen.