EDUARDO RAFFETTO DIRIGE EL CENTRO DE DESARROLLO DEL TENIS

El Centro Burgalés de Buenos Aires, sede oficial del tenis para ciegos en Argentina

Eduardo Raffetto dirige el Centro de Desarrollo del Tenis que tiene como sede al Centro Burgalés de Buenos Aires. Desde hace dos décadas, es profesor de paddle y tenis de la institución y le da clases a niños, desde los 4 años, y adultos. “Con el paso del tiempo, me empezó a gustar darle clases a personas con alguna discapacidad y terminé, en 2001, trabajando con disminuidos visuales y ciegos totales”. “Mi interés en el tenis para ciegos nació cuando un día, al salir del Centro Burgalés, me topé con una mamá y dos nenitas ciegas”.

El Centro Burgalés de Buenos Aires, sede oficial del tenis para ciegos en Argentina
Eduardo Raffetto, director del Centro de Desarrollo de Tenis.

Eduardo Raffetto dirige el Centro de Desarrollo del Tenis que tiene como sede al Centro Burgalés de Buenos Aires. Desde hace dos décadas, es profesor de paddle y tenis de la institución y le da clases a niños, desde los 4 años, y adultos. “Con el paso del tiempo, me empezó a gustar darle clases a personas con alguna discapacidad y terminé, en 2001, trabajando con disminuidos visuales y ciegos totales”. “Mi interés en el tenis para ciegos nació cuando un día, al salir del Centro Burgalés, me topé con una mamá y dos nenitas ciegas”. “Ahí –señaló– hice un quiebre y pensé ¿Por qué no puedo enseñarles a jugar al tenis? Y comencé a buscar alternativas en internet”. En esa búsqueda, Raffetto se contactó con la Federación Japonesa de Tenis para Ciegos, única entidad en el mundo que regula esta actividad. “Luego de contactarme con ellos –relató– les pedí que me facilitaran las instrucciones y reglamentos para poder enseñar tenis para no videntes”. Tras enviarles la documentación que lo acredita como docente, al cabo de cuatro meses, le otorgaron el aval para desarrollar el programa de enseñanza de tenis para no videntes en Argentina.

Actualmente, Raffetto da clases de tenis a niños ciegos de entre 7 y 14 años y, a partir de este año, comenzó también con clases para adultos.

“Yo, fundamentalmente, enseño tenis y no hay gran diferencia entre un vidente y un no vidente o un disminuido visual”. “Para mí son todos iguales, con la salvedad de que con cada caso particular se trabaja diferente”. “Yo no cierro las puertas –dijo–, al contrario, yo aprendo también”.

En el caso de los alumnos ciegos, se trabaja con pelotas especiales de goma espuma que llevan dentro una pelotita de ping pong con municiones que suenan. “Hay que enseñarles a moverse dentro de la cancha, a escuchar el sonido”, detalló. La cancha de tenis para no videntes tiene las medidas de una cancha de badminton, con una red de 80 cms. de alto. Los laterales están marcados con una soga de tres cms. de espesor que va recubierta con cinta. Esto posibilita que ellos puedan sentirla con el pie, con la raqueta (usan raquetas Juniors) al ras del piso, o con las manos. “Lo mejor de todo es que mucha gente no creía que se podía enseñar tenis a las personas ciegas y aquí comprobamos que sí se puede”, aseguró y recordó que empezó con este proyecto en el Centro Burgalés, en el año 2011, con todo el apoyo de su presidenta, Julia Hernando. En la actualidad, tras los arreglos de cancha que se hicieron, la entidad fue designada sede oficial de tenis para ciegos en Argentina.

Finalmente, destacó que en el marco del programa de tenis para ciegos de Argentina, que cuenta con el apoyo del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, las clases se imparten en forma gratuita.